El misterioso baúl que hallaron en la casa de un moroso al fallecer y que dejó atónito a todos sus vecinos

El contenido del baúl de este vecino problemático hizo que todos cambiaran la percepción sobre él

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Hipólito falleció en el mes de septiembre de 2018 en la vivienda que tenía alquilada en un barrio obrero de Madrid. Sus últimos años de vida fueron dramáticos. El alcohol, las drogas y un desarrollado síndrome de Diógenes cavaron poco a poco su tumba. Y es que Hipólito murió entre la suciedad que fue acumulando durante años. De hecho, era frecuente verle transportar hasta su casa la basura que extraía de los contenedores.

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Tal y como relataban los vecinos del bloque en el que residía, pasar por el rellano de la segunda planta era una operación complicada: "Recuerdo que teníamos que pasar por su rellano con un pañuelo en la nariz y taparnos la boca para no vomitar", apuntaba una de ellas.

Falleció sin que nadie le echara de menos

El cartón de vino y una lata de sardinas o de mejillones era su compra diaria. Percibía de los servicios sociales una subvención con la que hacer frente el pago del alquiler, que durante muchos meses no hacía. Lo cierto es que no tuvo suerte en la vida. Su mujer le dejó como consecuencia de sus adicciones. Sus dos hijos también le retiraron la palabra. Nunca fue capaz de superar aquello.

Nadie sabe exactamente el día que falleció, ya que nadie le echaba de menos. Fue uno de los vecinos quien se puso en contacto con la policía y la ambulancia, ya que el olor en su puerta era especialmente insoportable. Cuando finalmente lograron acceder al piso, le encontraron tirado en el suelo junto a la basura esparcida por todo el inmueble. Moscas, hormigas e incluso cucarachas cohabitaban junto al inquilino.

La causa de su muerte se debió a una infección que invadió su cuerpo como consecuencia de la contaminación en el hogar. Tras su muerte, la dueña del piso adecentó su vivienda. Varios operarios de limpieza contribuyeron la tarea. Los vecinos relataban que durante una semana, los trabajadores debían emplear mascarillas y guantes para no infectarse de la basura acumulada en el interior. Llegaron a llenar varios contenedores de obra.

Entre la basura aparece un enigmático baúl

Lo que nadie podía imaginar en este contexto, es que entre la basura apareciera un cofre de madera buena y antigua. La dueña del piso, que dirigía las tareas de limpieza, decidió abrirlo. Lo último que podían esperar de Hipólito es que almacenara en su interior gran cantidad de medallitas religiosas de vírgenes y cristos bien cuidadas, algunas de ellas de cierto coste económico en el mercado.

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El motivo por el que Hipólito coleccionaba semejante cantidad de objetos religiosos la dio uno de sus hijos: "Era muy creyente, y a lo largo de su vida fue coleccionando estampitas y medallitas que unos le regalaban, otras se las compraba él mismo cuando trabajaba... era muy devoto, sobre todo de la Virgen de la Paloma. Era un pobre hombre pero de buen corazón. El problema es que nos hizo, quizá sin querer, a todos la vida imposible".

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Tras el fallecimiento de Hipólito, los hijos se repartieron todas la efigies religiosas que su padre fue adquiriendo a la largo de su vida. Quizás Hipólito no fue el mejor padre el mundo, tal vez sería una persona a la que resultaba difícil querer pero, tal y como apuntó uno de sus hijos, heredaron de él algo tan importante en la vida como es la fe.

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