El obispo que tuvo que aprender a pilotar un avión para atender a sus fieles

También llamado "obispo-volador" tuvo que aprender a ser piloto para atender las 40 islas que le corresponden

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El mensaje del Evangelio ha llegado hasta los lugares más recónditos del mundo. En el caso de las Islas Salomón, se puede añadir que lo ha hecho "desde el aire". Eso es gracias a Luciano Capelli, obispo de la diócesis de Gizo desde 2007, también conocido como el "obispo volador" de las Islas Salomón.

Las Islas Salomón es un país oceánico formado por un archipiélago de cerca de 1.000 islas que comparte con Vanuatu. La distancia entre las islas que lo forman puede llegar hasta los 1.500 kilómetros, distancia entre las islas más orientales respecto de las occidentales. Sobre esa superficie de tierra y agua se mueve el obispo Capelli en su aeroplano.

Es la manera más segura de poder atender a los alrededor de 15.000 cristianos de su zona, que son tan solo el 11% de la población de la diócesis. Los cristianos se encuentran repartidos entre las hasta 40 islas que forman la Diócesis de Gizo, de más de 130.000 habitantes. Su atención para todos ellos es espiritual, pero también material. El pastor italiano también aprovecha sus travesías aéreas para llevar alimentos y medicinas a los pueblos.

Luciano Capelli, Obispo de Gizo, con habitantes de Islas Salomón

Luciano Capelli, Obispo de Gizo, con habitantes de Islas Salomón 

11 años sobrevolando las Islas Salomón: el obispo que se hizo piloto

Luciano Capelli era antes un misionero salesianio "normal". Llevaba 35 años en Filipinas antes de trasladarse a Gizo en 2007. Su llegada a su nuevo destino fue más que oportuna. Cuando puso el pie en tierra, la diócesis se estaba levantando de un terremoto que había destruido casas, escuelas e iglesias por todo el territorio hacía seis meses.

Lo primero que quería hacer era ayudar. "Mi primera tarea era animar a la gente a reconstruir la catedral, las siete parroquias y los 12 colegios", explica en una antrevista al portal misionero Don Bosco.

Después, tenía que pensar cómo iba a asumir tanto traslado entre islas para hacer su trabajo: entregarse a los demás. Gracias al apoyo financiero de la Conferencia Episcopal Italiana, Capelli pudo tomar clases de vuelo para recibir después un pequeño aeroplano.

Cuatro años después de su llegada, en 2011, ya visitaba los hospitales, colegios y comunidades de su zona. Además de sus tareas pastorales, aprovechaba los viajes para traer medicinas y productos para atender necesidades básicas. ¿Por qué lo hace? "La presencia de alguien aquí solo es posible si hay un sentido que te haya traido", responde.

Gracias a su medio de transporte, puede visitar cada pequeño territorio unas entre tres y cinco veces al año. Si no fuese por su pequeña nave, tendría que enfrentarse al mar, un método que suele ser más costoso y peligroso, aclaró a la agencia Askanews.

May day: "Necesitamos vocaciones"

Con Luciano Capelli, son cuatro en total los sacerdotes que hay en esa región. O había. Dos de ellos, vocaciones nacidas allí, se han marchado a Roma a completar su formación. Por eso, el salesiano italiano ha estado particularmente ocupado desde octubre de 2018, como cuenta a la revista Missio.

Es un sacrificio, y no de los pequeños, el privarnos del 50 por ciento del clero. Pero confío en que el Señor hará florecer nuevas vocaciones y así habrá nuevos que vengan a ayudar para una evangelización más eficaz y valiente", subraya. Mientras tanto, trata de ayudar a Dios a que su oración se cumpla: "Hemos estado trabajando mucho estos años con los jóvenes y las nuevas generaciones, entrenando catequistas y líderes en las comunidades. No tengo miedo".

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