La sorprendente historia de las monjas que cartografiaron medio millón de estrellas

¿Sabías que casi medio millón de las estrellas del universo fueron cartografiadas por 4 monjas?

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Las ves con sus hábitos de época y con un delantal de lunares y lo que menos te imaginas es que estén cartografiando estrellas. Una pequeña parte del universo que aparece en los mapas es fruto del trabajo diario de las mujeres que vemos en la foto. Durante 11 años escudriñaron con precisión milimétrica las fotografías que realizaban los telescopios vaticanos para conseguir elaborar un Catálogo Astrográfico del firmamento.

Sin que casi nadie supiera de su existencia y ajenas a la importancia de su trabajo, formaron parte de uno de los más grandes proyectos astronómicos del siglo XX. La Iglesia ha reconocido su trabajo y su historia aparece reflejada en el Observatorio Astronómico del vaticano, la Specola Vaticana, situado en Castel Gandolfo, uno de los más antiguos del mundo. Sobre las paredes de una de las cúpulas giratorias que resguardan los telescopios se encuentra esta foto de la época, el único rastro que queda de cuatro monjas (aunque en la foto sólo aparecen 3), que dedicaron una parte de su vida al progreso científico, en una demostración práctica de que la ciencia y la fe no son mundos contrapuestos. Ellas son las responsables de que hoy en día conozcamos el brillo, nombre y posición de 481.215 estrellas.

En el año 1887, astrónomos de todo el mundo acordaron distribuirse pequeñas partes del cielo para conseguir cartografiar el mapa celeste. Por indicación del Papa León XIII, en la Torre de los Vientos. a pocos metros de la Basílica de San Pedro, se construyó una cúpula para albergar un potente telescopio. Quedaba la parte más ardua de la tarea: calcular las coordenadas de cada una de las estrellas fotografiadas. Cerca del observatorio vivían las Monjas de María Bambina, que accedieron a prestar su ayuda. Mientras dos de ellas analizaban las fotos ante un microscopio, otra tomaba nota de los cálculos, medía el brillo y calibraba la distancia. Auténticas computadoras humanas.

El fruto de su trabajo fue un catálogo de diez volúmenes. Talento silencioso que quedó en el olvido hasta que recientemente un anciano jesuita encargado del archivo, el padre Sabino Maffei redescubrió la magnitud de su trabajo. Fruto del azar descubrió un documento en el que aparecía reflejado el sueldo de cada una junto a sus nombres y las horas que habían trabajado.

Fue precisamente una periodista americana, Carol Glatz, del Catholic News Service, quien se encargó de reconstruir la historia completa de estas cuatro religiosas hasta sacarlas del anonimato.

Las monjas de la foto, contando estrellas, apuntalaron la investigación de todos los expertos que acuden cada año a formarse entre los telescopios de los papas. Puede que en los libros de historia nunca encontremos sus nombres: Emilia Ponzoni, Regina Colombo, Concetta Finardi y Luigia Panceri, pero una pequeña parte del progreso astronómico se lo debemos a ellas. Un trabajo a la sombra que, sin saberlo, midió la luz del firmamento. Cuatro mujeres de talento, invisibles, irrepetibles y necesarias. El tiempo, por fin, les ha hecho justicia.

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