Así es el obispo emérito de Palencia que ha sido nominado al Premio Nobel de la Paz: "No me hago ilusiones”

Nicolas Castellanos fue obispo de Palencia hasta 1991, cuando se marchó a las misiones a un barrio marginal de Bolivia, donde ha salvado la vida de miles de niños desnutridos

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El misionero y obispo emérito de Palencia, Nicolás Castellanos, ha sido nominado oficialmente al Premio Nobel de la Paz, una vez que la organización de estos galardones ha validado la candidatura. Así lo ha dado a conocer el religioso agustino durante la presentación de su libro 'Memorias, vida, pensamiento e historia de un obispo del Concilio Vaticano II'. “Lo veo distante y alejado, no me hago ilusiones”, comenta entre risas durante la entrevista concedida este viernes, 5 de noviembre, al 'Espejo' de COPE.

En la conversación, Castellanos reconocía que, en caso de obtener este premio, lo más importante “es poner sobre la mesa la situación dura e injusta que padecen los pobres en el mundo entero en el siglo XXI”.

Nacido en el pueblo leonés de Mansilla del Páramo en 1935 en una familia de labradores, Castellanos fue obispo de Palencia hasta 1991, cuando abandonó esta diócesis para dedicarse a la labor misionera en Bolivia.

Después de que el papa Juan Pablo II aceptase su renuncia, el sacerdote se estableció en 1992 en Bolivia, más concretamente en el barrio 'Plan 3.000' llamado así porque acogió a ese número de familias que se habían quedado sin casa por una crecida en 1983 del río Piraí, que bordea Santa Cruz.

El nominado al Premio Nobel de la Paz recordaba en 'El Espejo' cómo desde su llegada a este barrio desdichado de Bolivia se han construido un total de cien colegios y 16 parroquias: “Cuando llegué a 'Plan 3.000' Palencia dio un concierto de cinco millones de pesetas que se destinaron a crear un centro de niños desnutridos, porque era pavoroso ver a esos niños que iban a morir. Hemos salvado más de 5.000 vidas en Bolivia gracias a ese proyecto”, asegura.

Preguntado por la presentación de sus memorias, Nicolás Castellanos apunta que en su publicación se recogen “las opciones que has tenido en tu vida desde la infancia, en el mundo de los agustinos, como obispo de Palencia y como misionero durante treinta años en un barrio marginal”.

Sobre su etapa como obispo de Palencia, recuerda que fue una aventura “humana, espiritual, cristiana y cultural de primer orden. Constituye algo muy entrañable que llevo en mi corazón. Me considero un embajador de Palencia por donde pase”, reconoce.

Así mismo se define como “un humilde Siervo del Señor en la que en cada etapa de mi vida ha sido única, singular e irrepetible, intentando seguir las huellas como discípulo de Jesús en la vida. En la vida siempre hay contratiempos. Siempre hay dificultades pero es lo normal en la vida. La padeció Jesús y los que queremos ser sus fieles, pero con la fuerza de ese Cristo crucificado y resucitado, se puede superar para dar lo mejor de ti mismo y seguir anunciando el Evangelio a todos, sobre todo a los pobres”.

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