El Cottolengo de Málaga vive un milagro: "Mi hija es compatible para el trasplante en un cien por cien"

Con 16 años, Philip padecía un cáncer del sistema linfático y tenían la esperanza de acertar con la donante de médula de la ciudad andaluza

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Hace apenas dos años, llegó al Cottolengo de Málaga Azeza, una madre de origen sirio, junto a su hijo Philip, de 16 años, que padecía un cáncer del sistema linfático. La diócesis de Málaga ha explicado la historia, y justo hace pocas semanas, gracias a la Asociación Apainf, consiguió llegar a esta Casa el resto de la familia.

El motivo para venir a España era que el chico pudiera ser tratado por el Servicio de Hematología del Hospital Regional de Málaga, porque tenían la esperanza de que ella pudiera ser la donante de médula que necesitaba. En aquel momento, Azeza, de 42 años, y administrativa en un hospital, tuvo que dejar a su marido y a sus dos hijos de 11 y 14 años, en Homs, Siria, la tercera ciudad más grande de este país devastado por la guerra y en el que los cristianos como ellos sufren persecución.

"Para mí ha sido un milagro"

Aquellos días, decía Azeza al hablar de sus hijos, que rezaba cada día para que pudieran venir algún día porque "los necesito aquí, conmigo, para que me den fuerzas para seguir adelante". Y ese día por fin llegó el pasado 28 de noviembre. Ese día, aterrizaban en el aeropuerto de Málaga después de un largo periplo no exento de nervios. "Para mí ha sido un milagro, todos los días, nada más despertar doy las gracias primero a Dios y después a la Casa del Sagrado Corazón y a Apainf, por su ayuda".

El camino hasta Málaga no fue nada fácil, como recuerda la subdirectora de la Casa del Sagrado Corazón, Susana Lozano, "si para mí fue duro, no puedo imaginar el calvario que ha pasado ella, hasta que ha visto en Málaga a toda su familia. Fueron días de mucha incertidumbre. El marido de Azeza, Bassan, ingeniero de profesión, abandonó su casa una mañana temprano junto a sus dos hijos para intentar llegar a nuestro país. El primer paso era acercarse a la frontera que está a cuatro horas de su hogar y una vez allí, preguntar si ya estaba su documentación. La embajada española hizo todo lo posible por mandar allí sus papeles, pero no dependía solo de ellos. Tuvieron que esperar varios días para poder salir del país, y con el miedo de que caducarán las pruebas PCR que se habían realizado".

De Siria fueron a Líbano, de allí a Estambul y finalmente a Málaga. Azeza explica que "fue un viaje muy largo y de muchas preocupaciones. Recuerdo, que me llamaron a las 12 de la noche las autoridades del aeropuerto del Líbano para pedirme documentos sobre la enfermedad de mi hijo y decirme que querían hablar con su médico. Me puse a temblar pensando que sería muy difícil encontrar a su médico del Materno Infantil a esas horas, pero finalmente todo se solucionó".

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"Nunca he perdido la confianza en Dios"

Según la diócesis, a la semana siguiente de llegar, los hermanos de Philip empezaron el colegio, al igual que él, pero como dice su madre sonriendo "se les está haciendo un poco duro porque no conocen el idioma y no entienden nada, pero por suerte mi hija es compatible para el trasplante en un cien por cien. Ahora solo falta que salga bien la operación de Philip. Nunca he perdido la confianza en Dios, aunque el camino no ha sido fácil. Solo tengo palabras de agradecimiento".

Y es que, como explica el director del Cottolengo de Málaga, Patricio Fuentes, "Azeza y su familia son solo un ejemplo de las 40 personas acogidas en el Cottolengo de Málaga, que solo tienen una cosa en común: ser los más necesitados. Ellos son los preferidos de la Iglesia, los que más necesitan sentir la ternura de Dios y, gracias a la labor de numerosos voluntarios y unos pocos trabajadores, consiguen el milagro de devolverles la sonrisa y de que sean capaces de soñar con un futuro mejor; con la vida que Dios soñó para ellos... Y para seguir ayudando a tantas personas que lo necesitan, poco antes de que comenzara esta pandemia en la que estamos inmersos, pusimos en marcha una campaña que trata de aumentar el número de donantes que puedan aportar diez euros al mes, que es una cuota muy asequible pero que nos permitirá seguir cuidando a los que más lo necesitan, como llevamos haciendo más de 50 años. Toda la información sobre la campaña está en nuestra web. Incluso ya contamos con un número de BIZUM para poder colaborar, con el código 01788".

Además, la Providencia "siempre ha ayudado a esta Casa y sigue haciéndolo. Los voluntarios han seguido mostrando su cariño y su apoyo incondicional, a pesar de no poder venir físicamente por la covid -19. Durante esta crisis sanitaria, hemos seguido recibiendo ayuda, tanto de cofradías como el Descendimiento y Estudiantes, entre otras; así como del Real Club Mediterráneo, que este año ha organizado su II San Silvestre Solidaria a beneficio del Cottolengo de Málaga, aunque de manera virtual", añade Fuentes.

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