El duro relato de una misionera en la India: "La situación actual es una tragedia en todos los sentidos"

Sylvia Patoir llegó al país hace ocho años con su familia por motivos laborales y, en estas últimas semanas, ha vivido una "auténtica tragedia dantesca"

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La situación que vive estas semanas la India preocupa a la comunidad internacional. España ha enviado en las últimas semanas material médico al país asiático para tratar de afrontar los efectos de la covid-19, en un momento en el que registra la tasa mundial más alta de positivos y el tercero en muertes, por detrás de EE. UU. y Brasil. Para hacer frente a las numerosas solicitudes de ayuda de emergencia derivadas de esta crisis sanitaria, que está afectando a todos los países en los que trabaja, Manos Unidas ha reactivado la cuenta de emergencia del coronavirus, que se destinó a apoyar a países vulnerables, como India, en la primera fase de la pandemia.

En la India se encuentra también la misionera Sylvia Patoir que llegó a la India hace ocho años con su familia por motivos laborales. En declaraciones a la web del Arzobispado de Sevilla, la misionera recuerda que en aquel entonces todo le asustó y tuvo que “dejar totalmente de lado mi mentalidad cartesiana europea para aceptar su forma de vida, sus costumbres, su todo tan diferente...”


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Foto de Marta F. Andrés



"No podía quedarme en mi torre de marfil frente a la miseria"

Gracias a los viajes humanitarios realizado con distintas ONGs descubrió su vocación: “Fue una llamada, no podía quedarme en mi torre de marfil frente a la miseria”. Justamente por eso motivo Sylvia decidió crear su propia ONG, Sunsita(Sol de Alma). La misionera afirma que “nos dedicamos al medio rural, intentamos llegar donde nadie llega. Nuestro lema es 'Formación para el Progreso' con el objetivo de evitar que abandonen el medio rural y se encuentren hacinados en la miseria de las ciudades en busca de un sueño que no existe”.

La ONG trabaja en tres frentes: los niños, a través de la educación, las mujeres, con una formación profesional y la salud, que atienden gracias a un dispensario gratuito para los habitantes rurales.


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Foto de Marta F. Andrés



"Es una tragedia en todos los sentidos, humanitaria, económica y social"

A pesar que la presencia cristiana en la India es meramente anecdoóica, Sylvia afirma que “nos aceptan muy bien”: “En la India Jesús es considerado un Yoguy, es decir, un ser iluminado –explica-. Además, tienen una Biblia en el templo, conocen a la Virgen María, celebran la Pascua y la Navidad, les encanta la Semana Santa de Sevilla y la salve rociera”. Por otra parte, destaca las iniciativas misioneras y solidarias de la Iglesia Católica en este país: “Las acciones son enormes, las hermanas, los padres…todos ayudan al máximo. La Iglesia es la primera fuente mundial de ayuda humanitaria”.

Sobre la situación actual de pandemia, Sylvia comenta al Arzobispado de Sevilla que “es una tragedia en todos los sentidos, humanitaria, económica y social”. La misionera ha tenido que regresar a España junto a su familia. “La India es un país pobre, y ya tenía antes de la pandemia el sistema sanitario saturado”, ahora el escenario se ha agravado a causa de la desinformación y el alto grado de analfabetismo.


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Foto de Marta F. Andrés



"El contacto es parte de su vida, la intimidad no existe"

En esta línea, apunta la dificultad que supone para la sociedad india aplicar las medidas sociosanitarias recomendadas para evitar la expansión del virus cuando “las familias son inmensas, el contacto es parte de su vida, la intimidad no existe y la base de la sociedad india es la coexistencia y el contacto social intenso”.

Acusa también a “la demografía desbordante” como otro factor perjudicial en la crisis actual, así como a la falta de medios: “Cuando no se tiene para comer, ni agua corriente y la economía está basada en puestos ambulantes, ¿cómo lavarse las manos, comprar desinfectante y mascarillas? ¿Cómo ejecutar la distancia social en el hacinamiento de familias enteras viven en el mismo cuarto?”. Ante este panorama lamenta que “la India ha retrocedido todo lo que había avanzado” y teme que tanto su esfuerzo como el de otras ONGs “haya quedado en nada”.

Por este motivo, hace un llamamiento de ayuda y solicita “mandar de forma efectiva oxígeno, medicinas, médicos, medios, infraestructuras hospitalarias, porque allí ya no queda de nada”. Las imágenes que describe para concluir su relato son sobrecogedoras: “Mueren por las calles, niños huérfanos deambulando, cremaciones en masa, están hasta talando árboles porque ni madera les queda”. Por eso, implora a Dios que “nos ayude” en esta “auténtica tragedia dantesca”.


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