Este es el lugar de la diócesis de Ávila donde los fieles recibirán la indulgencia plenaria en el Año Santo

Mons. Gil Tamayo le trasladó al Papa que le concediera declarar este templo de las Madres Carmelitas descalzas como templo jubilar

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El Papa Francisco ha declarado este 2021 como Año Santo dedicado a la figura de San José, al cumplirse 150 años de la declaración del esposo de la Virgen como Patrono de la Iglesia universal. La diócesis de Ávila ha conocido, mediante un decreto firmado por el Obispo de Ávila, que el templo del convento de San José (primera fundación de Santa Teresa) será el lugar de la diócesis donde los fieles podrán lucrar la indulgencia plenaria en este Año Santo, según los modos que señala la Penitenciaría Apostólica.

Mons. Gil Tamayo le trasladó personalmente al Papa Francisco, en la audiencia privada que mantuvieron el pasado 17 de diciembre, que le concediera declarar este templo de las Madres Carmelitas descalzas como templo jubilar, algo que se acaba de comunicar mediante dicho decreto episcopal. El pequeño convento del centro de Ávila se convierte así en lugar especial para poder acudir a rezar a San José, y pedir su intercesión, entre otras cuestiones, para que termine pronto esta pandemia que tanto sufrimiento está causando.

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El Año de San José en medio de la pandemia

La Iglesia Católica pone su mirada desde el 8 de diciembre y hasta la misma fecha de 2021 en San José, padre de Jesús de Nazaret y esposo de María. De esta manera, el Papa Francisco reivindica, a través de la Carta apostólica ‘Patris corde’ (con ‘Corazón de padre’), el valor de su figura.

El Santo Padre describía al padre de Jesús de Nazaret de una manera tierna y conmovedora: “Un padre amado, un padre en la ternura, en la obediencia y en la acogida; un padre de valentía creativa, un trabajador, siempre en la sombra”.

La diócesis ha subrayado las palabras del Papa sobre la pandemia, ya que nos ha hecho comprender la importancia de la gente común, de aquellos que, lejos del protagonismo, ejercen la paciencia e infunden esperanza cada día, sembrando la corresponsabilidad. Como san José, “el hombre que pasa desapercibido, el hombre de la presencia diaria, discreta y oculta”. Y sin embargo, el suyo es “un protagonismo sin igual en la historia de la salvación”.

El convento de San José: “Una estrella que diera de sí gran resplandor”

La diócesis de ávila habla sobre su templo jubilar, que tiene una gran historia a sus espaldas. Se trata, nada menos, del primer monasterio de la cristiandad que se erigió bajo la advocación de San José. Asimismo, es la primera fundación de Santa Teresa de Jesús, con la que comenzó su reforma de la orden del Carmelo en el siglo XVI.

Pero, ¿por qué decidió fundar su primer “palomarcico” con el bombre de San José? La propia Santa lo deja explicado en su Libro de la Vida: “Habiendo un dia comulgado, mandome Su Majestad lo procurase con todas mis fuerzas, haciéndome grandes promesas de que no se dejaría de hacer el monasterio, y que se serviría mucho en él, y que se llamase San José, y que a la una puerta nos guardaría él y nuestra Señora a la otra, y que Cristo andaría con nosotras, y que sería una estrella que diese de sí gran resplandor, y que, aunque las religiones estaban relajadas, que no pensase se servía poco en ellas; que qué sería del mundo, si no fuese por los religiosos; que dijese a mi confesor esto que me mandaba y que le rogaba El que no fuese contra ello ni me lo estorbase”. (V 32,11)

Según la diócesis, desde ese momento, el convento de San José conserva su arraigo y tradición entre sus paredes, siendo lugar de peregrinación de muchos devotos, que buscan llegar a la fuente de la experiencia de fe de la Santa abulense.

Y es que no son pocas las veces en las que Teresa de Jesús recomienda la devoción a San José y su poderosa intercesión, especialmente en los contratiempos más duros. “Y tomé por abogado y señor al gloriosos san José y me encomendé mucho a él. Vi claro que, tanto de esta necesidad como de otras mayores, de perder la fama y el alma, este padre y señor mío me libró mejor de lo que yo lo sabía pedir. No me acuerdo hasta hoy de haberle suplicado nada que no me lo haya concedido. Es cosa que espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado santo, y de los peligros de que me ha librado, así de cuerpo como de alma; que a otros santos parece que les dio el Señor gracia para socorrer en una necesidad; pero a este glorioso santo tengo experiencia de que socorre en todas” (V 6,6)

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