25 años del asesinato de cuatro maristas españoles en un campo de refugiados del Congo que conmocionó a España

Los maristas recuerdan la figura de los cuatro Hermanos que dieron su vida por ayudar a los refugiados de Bugobe

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Este domingo, 31 de octubre, se cumplen 25 años del asesinato de Servando, Julio, Fernando y Miguel Ángel, los cuatro Hermanos maristas que se encontraban en el campo de refugiados de Nyamirangwe, cerca de la región congoleña de Bugobe (el antiguo Zaire). Cuatro religiosos que dieron su vida por estar al lado de miles de necesitados.

Un día antes de la matanza, el 30 de octubre de 1996, Servando relataba en COPE a Antonio Herrero que “lo que está pasando es demasiado grave. A todos los refugiados de esta región que han abandonado los campos, se está juntando en este momento toda la población de Bukavu, que son otras 500.000 personas que están pasando por delante de nosotros ahora mismo sin saber dónde van por miedo a los ataques”.

Tal vez gracias a aquel testimonio de Servando, hubo consciencia en la población española de lo que ocurría en esta zona del Continente africano. El asesinato de todos ellos conmocionó a toda España.

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El asesinato de los cuatro religiosos llega a España en medio de la confusión

Los miembros del Consejo provincial de la antigua Provincia marista de Madrid se encontraba reunida en Talavera de la Reina. Era casi mediodía del 31 de octubre. Y sonó el teléfono. Llamaban desde el Ministerio de Asuntos Exteriores.

“Nos informan desde el Este del Zaire que un grupo de maristas que estaban en el campo de refugiados de Bugobe han sido masacrados y sus cuerpos arrojados a una fosa séptica. Algunos testigos dicen haber reconocido tres cuerpos; no sabemos si alguno ha podido escapar. Por favor, informen a las familias cuanto antes. La noticia va a hacerse pública en el telediario de las 15h” relata José María Ferre, que hace 25 años informaba puntualmente a los medios españoles de la situación que vivieron sus Hermanos maristas.

Hubo confusión en las noticias en relación con la identidad de los cuatro asesinados. Se habló de cooperantes que estaban ayudando en la zona y habían quedado atrapados entre dos fuegos; también se hablaba de voluntarios que colaboraban en un proyecto regional y no habían podido escapar del conflicto. No se descartaba que fuesen incluso turistas ingenuos.

Pero no se tardó demasiado tiempo en conocerse que la identidad de aquellos cuerpos eran la de los cuatro religiosos que habían consagrado sus vidas a Jesús y que, aun pudiendo escapar, habían optado por ser hermanos de esa pobre gente y no abandonarlos.

La labor de Servando, Julio, Fernando y Miguel Ángel en Bugobe

Cuando se cumple un cuarto de siglo de la tragedia, los maristas han honrado su memoria y recuerdan a todas las víctimas de la guerra y la sinrazón: “El martirio de nuestros cuatro hermanos es un grito de paz, de compasión, de solidaridad y de fraternidad ante la violencia, la discriminación y el odio que siguen vivos en nuestro mundo”, expone Ferre.

La misión de Servando, Julio, Fernando y Miguel Ángel había comenzado en 1995 respondiendo a la llamada de la Administración General marista en Roma, que los había convocado para abrir una comunidad de Hermanos maristas en el campo de refugiados y servir a las miles de personas que allí vivían en muy duras condiciones, asegurando la educación a los niños, ayudando en la liturgia y proporcionando multitud de servicios con el coche y con el molino.

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Miguel Ángel Isla era burgalés, pero desde joven había vivido en Argentina; luego marchó al continente africano y estaba trabajando en Costa de Marfil. Fernando de la Fuente, también español, tenía nacionalidad chilena, país en el que llevaba viviendo y trabajando muchos años. Servando Mayor era burgalés, siempre trabajó en Andalucía como profesor y al frente de las actividades pastorales. Julio Rodríguez por su parte nació en Valladolid, trabajó en diversos colegios de la llamada Provincia de Madrid y llevaba ya varios años como misionero en el Congo.

Cuando llegaron a esta región fronteriza de la República Democrática del Congo, hacía poco tiempo del genocidio tribal que se produjo en Ruanda. Muchas personas habían huido del país y se habían refugiado en territorios colindantes. Los cuatro asumieron el reto de formar una comunidad religiosa de hermanos consagrados a Jesús y a la misión del fundador de los Hermanos Maristas, san Marcelino Champagnat.

En el momento de los ataques, optaron por vivir su fraternidad con los refugiados, por ser hermanos de esas personas y no abandonarles. Fueron hermanos hasta el final. Una anciana lo testimoniaba diciendo: “Sois el único signo de que Dios no nos ha dejado y que nos sigue queriendo…”.

Desde entonces, cada año, en estas fechas, los hermanos y laicos maristas de todo el mundo reivindican su ejemplo y testimonio de vida. Asimismo, la ONGD marista SED (Solidaridad, Educación y Desarrollo) ha puesto en marcha un proyecto para construir un edificio de aulas en Costa de Marfil, en el que figurará una placa conmemorativa por los Mártires de Bugobe.

“Los cuatro Hermanos de Bugobe han sido y siguen siendo nuestros profetas, con su vida y con su muerte. Y muchos otros con ellos. No podemos dejar de escucharlos ni permitir que se apague su grito”, explica José María Ferre.

Cómo murieron los Hermanos maristas

Una vez que Servando, Julio, Fernando y Miguel Ángel fueron asesinados, arrojaron sus cuerpos a una cercana fosa para que sus cuerpos quedaran putrefactos. Probablemente, los criminales entraron después en la vivienda de los hermanos para sustraer lo que consideraban de valor. Y huyeron.

Entre los escombros apareció el conocido Cristo Roto, una sotana manchada con la arcilla rojiza de la zona, las dos agendas donde Miguel Ángel escribía regularmente su diario, y una estatuilla de María de cuarenta centímetros de altura.

La imagen mariana está tallada en un tipo de madera muy ligera; quizá aprovechando una rama de los numerosos eucaliptus de la región. Es una imagen estilizada, muy simple, son grandes relieves, policromada a mano. Se desconoce cómo llegó la Virgen hasta el oratorio de los maristas, pero estaba ahí, junto a Cristo crucificado.

El conflicto bélico en Ruanda

El martirio estos cuatro Hermanos maristas tuvo lugar en Ruanda, un país que apenas alcanza la extensión de Badajoz. Las tensiones y el odio entre las dos tribus que predominaban el país, hutus y tutsis, acabaron por estallar en 1994, desencadenándose una cruenta guerra civil.

Aquello dio lugar al llamado el genocidio ruandés. Hubo armas de fuego, pero sobre todo cuchillos y machetes. Duró poco más de tres meses y el número de personas asesinadas se estima entre medio millón y un millón.

Los que pudieron, huyeron del país. Muchos se establecieron en lugares fronterizos, como es el caso del campo de refugiados de Nyamirangwe, cercano a la población congoleña de Bugobe. Respondieron a la llamada a prestar ayuda a los miles de refugiados que allí se agolpaban.

Además de los maristas, se encontraban en la zona entidades como Cruz Roja, ACNUR o Cáritas. Había también sacerdotes que aseguraban el servicio religioso. Cuando algunos milicianos amenazaron la seguridad del campo, muchos optaron por marcharse, pero no fue el caso de los Hermanos maristas, que optaron libremente por seguir cerca de la gente, junto a dos sacerdotes y tres cooperantes, también españoles, que fallecieron de forma violenta en Ruanda y en el Congo entre 1994 y 1997.

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