El arzobispo de Madrid condena las guerras de hoy: "Dios está padeciendo la insensatez del hombre"

En una entrevista concedida a COPE, José Cobo pide que aprendamos a "identificar los belenes que están cerca de nosotros", como son la pobreza, la emigración o la soledad

Israel Remuiñán

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Acaba de arrancar 2024 y vivimos fechas de celebraciones, de reencuentro, de familia... Fiestas navideñas que seguimos celebrando y en las que seguimos fijándonos en el belén, en el nacimiento que todos tenemos en nuestra casa. Ese belén nos deja una imagen llamativa: María y José llegan hasta allí para inscribirse y luego huyen a Egipto. No pueden quedarse en una posada y Jesús nace en un pesebre. El pesebre es el último lugar, de la última ciudad. Dios elige hacerse hombre allí.

Este misterio provoca que nos hagamos preguntas: ¿cuáles son los belenes de nuestro tiempo?, ¿tenemos alguno cerca?, ¿cómo podemos identificar y acoger a aquellos que lo están pasando peor en el día de hoy?



En esta entrevista,el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, responde a las preguntas de Israel Remuiñán para señalar que debemos “identificar los belenes que están cerca de nosotros”. Los pobres, los que viven en soledad, los migrantes, los encarcelados o cualquier miembro de nuestra familia o amigo que esté pasando por un mal momento. “El silencio que ves en una Eucaristía en la cárcel y la devoción al rezar el padrenuestro juntos son un clima de fe. Los primeros que reconocieron al Señor eran los pastores y todos nos han dicho que eran gente de dudosa reputación”, afirma el cardenal Cobo refiriéndose a su visita a la cárcel de Soto del Real.

Un inicio de año y unas fechas navideñas marcadas por dos grandes guerras, la de Ucrania y la de Tierra Santa, y muchos otros conflictos olvidados. “¿Dónde está Dios en medio de la guerra y el sufrimiento?” , pregunta el periodista. A lo que Cobo responde: “Dios está siendo machacado en los niños que están aplastados bajo los escombros, huyendo con los refugiados que huyen de la guerra, llorando con los padres que lloran la muerte de sus hijos. Dios está padeciendo, como siempre, la insensatez de los hombres”, sentencia Cobo.

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