Dejar de ser invisibles para ser acogidos: las demandas que recoge el manifiesto de las personas sin hogar

Miles de personas han leído en la plaza del Callao el manifiesto donde se pide dignidad para las 700.000 personas que viven en la calle: "¿Acaso no escucha nadie nuestro grito?"

Tiempo de lectura: 3’

Miles de personas han leído en la madrileña plaza del Callao el manifiesto realizado por las entidades y centros de la red de atención a personas sin hogar, con la aportación de las víctimas de esta lacra social que sigue en aumento en nuestro país como consecuencia de las sucesivas crisis económicas que han azotado a España en las últimas dos décadas.

El manifiesto ha hecho referencia a los treinta años desde que comenzara la campaña de personas sin hogar con el objetivo de que nadie viva sin un techo donde refugiarse: “Para llevar una vida solidaria, digna e igualitaria, tienes que disponer de alguna forma duradera de ganarte el sustento. Debes sentirte parte de un colectivo, de una comunidad que te arropa y protege. Debes ser consciente de que disfrutas de los mismos derechos que el resto; saber que un techo no es una meta imposible, ni un cobijo en el que acecha el peligro y el desamparo”, comienza expresando el manifiesto.

“Un techo debe ser un hogar: un espacio de libertad individual en el que nadie nos molesta; en el que logramos la paz. Un hogar es el refugio donde soñamos, reímos, lloramos, cocinamos, leemos, nos aseamos y guardamos nuestros recuerdos. En un hogar somos nosotros o nosotras mismas. Libres. Junto con nuestra familia y personas del entorno”, continúa.

No obstante, el documento hace referencia a las numerosas barreras que lo impiden, tales como la mala suerte, una desgracia, un bache, una enfermedad o una sucesión de decisiones equivocadas. Elementos que influyen en este fatal destino, y que en muchos casos conlleva para quienes lo sufren jugarse la vida “a la intemperie”.

“No debería haber ninguna persona abandonada a su desdicha. Dormir en la calle es un fracaso de la sociedad entera. Todas y todos necesitamos algo de los demás. Una red que nos proteja e impida dejarnos caer por el precipicio en que puede convertirse esta vida para los más vulnerables. Porque es mucho lo que todavía podemos ofrecer. Inteligencia para valorar, decisión para trabajar, sentimientos para compartir y la mejor de las voluntades para colaborar y ayudar en comunidad”, se puede leer en el texto.

En este contexto el manifiesto se pregunta si existe conciencia social sobre las personas que viven en situación sin hogar y si es preciso un cambio de modelo socioeconómico. En su respuesta, se recogen algunas deficiencias del sistema: “Asilos colapsados, escasez de vivienda pública y servicios sociales, interminables listas de espera en albergues, laberintos burocráticos para obtener cita en la Seguridad Social o cualquier otra oficina administrativa… ¿Acaso no escucha nadie nuestro grito desesperado? Queremos que todos y todas conozcan nuestra realidad. Los libros de texto de las escuelas deberían incluir varias páginas que sirvieran de concienciación respecto a esta situación dramática en la que vivimos no pocas personas excluidas. Porque estamos entre vosotros, caminamos a vuestro lado, a veces nos sentamos a la vuelta de la esquina, en vuestra misma calle, debajo de los soportales. No. No podemos conformarnos con una situación de injusticia cotidiana. No. No debemos resignarnos, ni mirar a otro lado cuando quedamos tantas personas sin protección social, ni alimento. Sin vestido, empleo decente o salud mínima garantizada”, argumentan.

Así las cosas, el colectivo denuncia que son al menos 700.000 personas las que hoy por hoy duermen en la calle, o en un alojamiento de emergencia en la Unión Europea, lo que supone un aumento del 70% en los últimos diez años: “Hombres, mujeres, jóvenes, inmigrantes, personas con problemas de salud mental, de salud física, individuos que acaban de cumplir sentencia judicial, mujeres víctimas de violencia de género, familias desahuciadas… Todos y todas formamos parte del mismo riesgo de vulnerabilidad. Sin hogar, estamos condenados a vivir con cadenas invisibles”, alertan.

Para concluir el comunicado, demandan construir “un mundo más justo” que ponga de relieve la sinrazón de la vida sin hogar: “Un mundo en el que predomine la empatía, en el que seamos acogidas, o acompañados por otras personas. Donde podamos tejer nuevos vínculos familiares y sociales. Sin rechazos. Sin odios. Con esperanza. Solo así podremos crear una inmensa red de inclusión, solidaridad, protección, encuentro y celebración. Que la sociedad no permita que nos quedemos fuera de cobertura en ningún momento”.

Religión