Estos son los asentamientos españoles sin acceso a agua donde Cáritas ayuda: "Es agua filtrada del río"

Cáritas ayuda a unas 4.000 personas que malviven en asentamientos chabolistas para que tengan acceso al agua. Los casos han sido denunciados por la entidad al Defensor del Pueblo

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Cáritas ha denunciado la existencia de asentamientos donde el sencillo gesto de abrir un grifo para obtener agua, no es posible. Se refiere la entidad de la Iglesia a infraviviendas que están presentes en territorios como Madrid, Almería, Huelva o Tenerife, donde ayudan a casi 4.000 personas para que tengan acceso a este bien básico.

Con motivo del Día Mundial del Agua que se celebra este miércoles, 22 de marzo, Cáritas ha informado que estos casos de déficit de agua en algunos asentamientos los ha denunciado ante el Defensor del Pueblo tanto a nivel estatal como autonómico, al considerar que se trata de “una situación tremendamente grave en un país como España, donde la propia normativa obliga a todos los ayuntamientos a proveer de la misma a las personas y familias empadronadas en sus municipios”.

En el caso de Huelva, hace cinco años su Cáritas diocesana inició un proceso de incidencia política, que le llevó a presentar varias reclamaciones ante los ayuntamientos implicados por la situación de vulnerabilidad en la que viven las personas -la mayoría inmigrantes en situación irregular- en 32 asentamientos chabolistas. Actualmente, se acaba de presentar una nueva queja ante el Defensor del Pueblo Andaluz que ha sido admitida a trámite.

En Almería y Tenerife, ambas cáritas diocesanas iniciaron en 2020, durante las primeras semanas de la pandemia, un proceso de incidencia, similar a la llevada a cabo por Huelva, en diversos ayuntamientos, para que se proveyera de agua a cientos de personas que estaban, en plena pandemia, sin acceso a la misma. En el caso de Cáritas Almería, se ha presentado nueva queja ante el Defensor Andaluz, en conjunto con Cáritas Huelva, que ha sido recientemente admitida a trámite.

En la provincia de Almería, su Cáritas diocesana tiene registrados asentamientos en La Mojonera, Níjar y Vícar. En Santa Cruz de Tenerife, la Cáritas diocesana acompaña asentamientos rurales y urbanos ubicados en Adeje, Arona, Granadilla, Puerto de la Cruz, Candelaria, La Orotava, Los Realejos, Guía de Isora y Guímar.

En el caso del asentamiento de Las Sabinas (Móstoles), Caritas Getafe presentó en 2021, una vez finalizado el confinamiento, ante el Defensor del Pueblo Estatal una queja (aún en trámite) tras no conseguir respuesta afirmativa alguna por el ayuntamiento para llevar agua limpia a este poblado. En aquel momento, más de 900 personas vivían en chabolas junto a la ribera del Río Guadarrama, 344 tenían entre 0 y 16 años.

“Nunca te acostumbras a vivir sin agua”

La falta de acceso a agua limpia hace imposible llevar unas condiciones de vida digna. Mariluz lo vive a diario. Reside junto a su marido y sus dos hijos en Las Sabinas (Móstoles), el segundo asentimiento ilegal más grande de la Comunidad de Madrid. “Nunca te acostumbras a vivir sin agua. Todos queremos volver del parque con los niños y darle al grifo para ducharnos, pero eso yo no lo tengo”, asegura. Algunas de las familias que residen en este poblado, ubicado en la ribera del río Guadarrama, cuentan con un pozo que les abastece de agua no potable.

“Es agua filtrada del río, porque cuando llueve sale con tierra. No sirve ni para lavarse los dientes”, se lamenta. Además, no siempre está disponible. Con las bajas temperaturas del invierno, el agua del pozo se congela y la bomba que utilizan para extraerla deja de funcionar. Entonces las familias del poblado se ven obligadas a recorrer cientos de metros para llegar hasta una fuente pública ubicada junto al colegio Emilio Ferreiro.

La falta de un grifo con agua limpia dificulta la higiene diaria, sobre todo la de los niños. Mariluz se resiste a bañar a sus hijos de 11 y 8 años con el agua del pozo. “Pueden coger alguna infección”, asegura. Para evitar riesgos, recurre al agua embotellada. “Tengo que estar con la garrafa grande de ocho litros del Mercadona, calentándola en una olla y echarla en un cubo para bañar al niño pequeño y luego a la niña para que cuando vayan al colegio vayan con higiene y sean niños normales”, asegura.

A unos cientos de kilómetros, María siente lo mismo: “vivir sin agua, es no vivir la vida”. Lleva más de tres años en situación de exclusión residencial extrema. Su casa es una chabola en un barranco en Granadilla de Abona (Tenerife) sin acceso a agua limpia.

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