Fiesta grande en los pueblos de la mano de María

El historiador Javier Burrieza reflexiona sobre la importancia de la Asunción de la Virgen María en nuestro ámbito festivo y cultural

Javier Burrieza Sánchez

Tiempo de lectura: 3’

Con la Asunción de la Virgen, el 15 de agosto, se llega en muchas de nuestras localidades a una de las festividades más importantes del verano y de mayor tradición. Decía el jesuita Pedro de Ribadeneyra en el siglo XVI y los que le siguieron en la atractiva tarea de contar la vida de los santos, que éste era el “día de Nuestra Señora”.

Explicaba que aunque existían muchas fiestas de la Virgen —nacimiento, visitación, natividad de su hijo o las propias de Semana Santa—, todas aquellas eran “fiestas de la tierra”, mientras que ésta del 15 de agosto era “fiesta del Cielo”.

Antiguamente, se unían varios episodios en esta jornada: el tránsito del alma de María al cielo; su unión con su cuerpo cuando éste fue subido por los ángeles librándole del sepulcro y, por último, la coronación. A veces, aparecía asociada a la de San Roque del día siguiente, que en ocasiones es más popular que la propia Virgen María. Encontraremos una especial dedicación a María en el misterio de su glorificación en Bahabón, Bocos, Cabezón de Pisuerga y de Valderaduey, El Campillo, Castrejón de Trabancos, Castrillo de Duero —allí asociada a Nuestra Señora del Socorro—, Castromonte, Fuente el Sol, Geria, Peñafiel, Pollos, Rueda, Tudela de Duero, Wamba, Villalar de los Comuneros o Villacarralón, entre otras localidades, añadiéndose en otras al popular “abogado contra la peste”, como veremos mañana.

La Asunción de la Virgen está presente en numerosas iglesias y parroquias a las que está dedicada y consagrada, aunque no sea la patrona de la localidad, incluso en buena parte de las Catedrales de Castilla y León. Es el caso de la de Valladolid que, desde finales de los pasados años veinte, representa este misterio a través del retablo que Juan de Juni labró para la cercana iglesia de Santa María la Antigua, aunque antes estaba representado con otras obras. Es además, la segunda gran fiesta mariana del estío, después el 16 de julio —la Virgen del Carmen— y con la presencia de la Virgen de las Nieves del 5 de agosto —especialmente celebrada en Gatón de Campos, San Llorente y Viloria—. Un episodio final de la vida de la Virgen celebrado también para sus patronas en las burgalesas Gumiel de Izán, Roa o Melgar de Fernamental; en la Virgen del Espino en El Burgo de Osma; en la del Tránsito para Zamora donde se venera una impresionante imagen yacente de María; o en la salmantina localidad de La Alberca, donde se realiza un ofertorio muy vistoso a la Virgen y se representa una pieza de teatro, conocida como la Loa.

asunción de maría



El episodio de María, assumpta y elevada por los ángeles a los cielos, no sufriendo su cuerpo la corrupción del sepulcro, no está narrado por ningún texto evangélico y es menester recurrir a los textos apócrifos, no aceptados como oficiales y canónicos por parte de la Iglesia. Textos, no por ello, menos importantes y presentes en la memoria colectiva de los creyentes. La primera referencia oficial a la Asunción de María se encontraba en la liturgia oriental, cuando en el siglo IV —la misma centuria de la tolerancia y oficialidad del Imperio romano hacia el cristianismo— se celebraba la fiesta de la entrada de la Virgen en el cielo: era “el Recuerdo de María”. Posteriormente, en el siglo VI, esta fiesta será denominada de la “Dormición de la Virgen”: la muerte, resurrección y asunción de María, tan dramatizadas en una obra teatral y musical posterior como el Misterio de Elche. Antes, el emperador bizantino Mauricio decretó la celebración de este “acto” de la vida de la Virgen el 15 de agosto para todo el Imperio romano de Oriente. Precisamente, las circunstancias que definieron las tensas relaciones entre el Occidente y el Oriente del antiguo Imperio, retrasaron la definición teológica de la Asunción de la Virgen.

En el Apocalipsis —aquel libro que tiene más misterios que palabras— se ha visto reflejada la Asunción de María a los cielos: “apareció en el cielo una mujer vestida del sol, la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza”. Estas últimas cuentan con un significado más trascendente, incluso más allá de lo espiritual, pues según algunos autores estas doce son las estrellas que jalonan la bandera de la Unión Europea, símbolo nacido para la Comunidad Económica Europea. Una iconografía mariana que, a veces, confundirá el dogma de la Asunción con el de la Inmaculada, ambos referidos a la mujer que fue madre de Jesús.

Con todo, en estas fiestas de Nuestra Señora de la Asunción y San Roque, se mezclan los elementos religiosos con numerosos profanos; procesiones y romerías con celebraciones taurinas. Una de las más masivas y conocidas son las de nuestra vallisoletana Peñafiel. Todo eso teniendo en cuenta que Peñafiel está muy lejos de aquella corte de Constantinopla donde vivían los emperadores bizantinos que identificaron esta fiesta mariana con el 15 de agosto.


Religión