Gabriel, beato de Cazalla que exigió ser enterrado con una cruz pese al anticlericalismo republicano

Gabriel López-Cepero fue uno de los vecinos que más colaboró con la Iglesia en la Cazalla de los años 20 y 30. Murió fusilado por odio a la fe. Será beato el 18 de noviembre

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Gabriel López-Cepero y Muru fue un cristiano laico muy activo en la localidad sevillana de Cazalla de la Sierra. Fue fusilado el 5 de agosto de 1936 a los 61 años junto a uno de sus siete hijos, Pedro, en la prisión que las milicias habían instalado en los primeros días de la sublevación militar. El próximo 18 de noviembre, Gabriel será beatificado en la Catedral de Sevilla junto a otros 19 sacerdotes y laicos que sufrieron el martirio por su amor a Cristo en la España de los años treinta.

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Gabriel nació en Sevilla el 22 de agosto de 1874. Nació en el seno de una familia numerosa. Fue bautizado en la parroquia de San Lorenzo Mártir por su párroco, el beato Marcelo Spínola y Maestre, que posteriormente también sería arzobispo de Sevilla.

Estudió en los jesuitas, recibiendo durante sus estudios alguna mención honorífica. Contrajo matrimonio en 1904 con 29 años en Cazalla de la Sierra con Teresa Ovelar. Fruto de su amor dieron a luz a siete hijos.

Ya en Cazalla de la Sierra, fue junto a algunos de sus hermanos artífice de la instalación de las Esclavas del Divino Corazón fundadas por Marcelo Spínola. Para llevar a cabo el proyecto, solicitaron al entonces arzobispo de Sevilla, el cardenal Enrique Almaraz y Santos, para que el arzobispado les cediesen parte del convento agustino de la Madre de Dios donde estaban establecidas entonces en precaria situación cuatro religiosas, dos agustinas y dos clarisas.

Finalmente la Santa Sede autorizó la división del convento, por lo que en 1915 se instaló el colegio de niñas con sus secciones para niñas pobres (el más numeroso) y de pago, además de establecer la instrucción para las obreras adultas. El colegio se mantuvo hasta 1924, cuando se decidió el cierre.

Firme en la fe durante la Segunda República

En el contexto laicista y anticlerical que arreció en Cazalla tras proclamarse la Segunda República, las autoridades municipales impusieron el entierro civil a todos los cazallenses salvo declaración expresa en vida de querer enterrarse con el ritual católico. A Gabriel López-Cepero le faltó tiempo para, en marzo de 1932, firmar la correspondiente solicitud.

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“En Cazalla de la Sierra a 19 de marzo de 1932, yo Gabriel López-Cepero y Muru, declaro que deseo vivir y morir como hijo de la Santa iglesia católica Apostólica Romana, que es mi voluntad expresa que, cuando terminen mis días, a mi cadáver, acompañado al cementerio por el clero parroquial con cruz alzada, se le dé sepultura eclesiástica en tierra sagrada con las ceremonias y ritos de la Iglesia Católica y que sobre mi sepultura se ponga la Santa Cruz. Y para que así conste, lo firmo con dos testigos mayores de edad y vecinos de esta población”, se puede leer en el informe oficial y que recoge el libro 'Mártires de la persecución religiosa en la archidiócesis de Sevilla'.

Un mes más tarde, Gabriel fue propuesto por el párroco de Cazalla y nombrado para formar parte de la Junta Parroquial de Subsidios para el Culto y el Clero, creada por el cardenal Ilundain y Esteban como instrumento para sostener a la Iglesia local y diocesana al suprimirse la financiación presupuestaria del Estado.

Detención y muerte

Con el estallido de la Guerra Civil Española, en julio de 1936, fueron detenidos sus hijos Gabriel (18) y Pedro (24). Este último ya había sido puesto a disposición judicial en marzo de 1932 por haberse opuesto a la retirada del rótulo con el nombre de la patrona de Cazalla del callejero, lo que originó una revuelta que requirió de la intervención policial.

Gabriel López-Cepero fue detenido un día más tarde, el 21 de julio. Toda la familia estaba de luto estaban en proceso de luto por la muerte de Fernando, uno de sus hijos, agente de la guardia civil que perdió la vida el 23 de abril de aquel años en un suceso ocurrido en Lebrija durante unas manifestaciones de jornaleros. Un hecho que tuvo repercusión en la prensa, ya que el gobernador civil destituyó al alcalde de Lebrija y a dos tenientes de alcalde.

Pese a su situación familiar, Gabriel también fue detenido, siendo recluido en la cárcel con tres de sus hijos, lo que incrementó su sufrimiento. Se instaló en el calabozo junto a su hermano Mariano en 'La Capilla', donde se rezaba diariamente el Santo Rosario. La noche del 3 de agosto comenzaron los interrogatorios.

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Gabriel regresó de aquellos interrogatorios exánime, sin fuerzas, era un humano pingajo que arrojaron sus verdugos como un despojo. El 5 de agosto fueron fusilados casi todos los presos. Su hijo José María fue liberado, pero tampoco alivió mucho a su padre, dado que desconocía las intenciones últimas con las que se hacía la liberación.

Gabriel fue acribillado a balazos en el patio de la cárcel. Murió junto a su hijo Pedro. Su otro hijo, también llamado Gabriel, quedó malherido. Tras la guerra quedaron vivos su viuda y cuatro de los siete hijos: José María, Carmen, Rosario y Mercedes.

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