La historia de Cristina Fernández Hoyos, medalla al mérito militar por su labor por la mujer en Mali

Cristina nació en Melilla y es religiosa de María Inmaculada, una congregación que se instaló en Mali donde formar niñas y mujeres jóvenes de entre 12 y 25 años

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Cristina Fernández Hoyos nació en Melilla y es religiosa de María Inmaculada, una congregación que llegó a Mali hace 51 años y se instaló en la capital de Malí, Bamako, en 1998, donde tienen el Centro Vicenta María para alojar y formar niñas y mujeres jóvenes de entre 12 y 25 años. En esa realidad, nuestra protagonista y sus hermanas son ejemplo de coraje, generosidad y entrega, dijo la ministra de Defensa, Margarita Robles, al imponerle este reconocimiento. «Es una alegría inmensa que una institución de nuestro país, como es el Ministerio de Defensa, se fije en el trabajo callado que desarrollamos por los más desfavorecidos. me siento profundamente agradecida y también privilegiada por este detalle de la ministra y su equipo. Margarita Robles es para mí un ejemplo, un estímulo y ha sido un apoyo incondicional al trabajo que realizamos aquí en Mali», afirma Cristina.

El Centro Vicenta María ofrece formación a las jóvenes que acuden desde zonas rurales y familias con necesidades. Esta educación las hace optar a un trabajo, y es un salvoconducto para evitar caer en la exclusión, la pobreza o la violencia. La formación para que accedan a la escuela o a la formación profesional y hacer posible su futuro trabajando en actividades como confección, pastelería o estética. «Estamos llamadas a dar un testimonio del amor de Dios. Es lo que vivió nuestra fundadora, Vicenta María López Vicuña, que a finales del siglo XIX encontró una realidad que conmovía, y era que chicas jóvenes iban de los pueblos a las ciudades para encontrar trabajo como empleadas de hogar, pero si caían enfermas, perdían el trabajo y se veían abocadas a un mundo de prostitución, de abusos... Nosotras aquí vivimos algo parecido. Recibimos chicas que buscan un lugar cercano y seguro de su centro de estudios. Se quieren labrar un nuevo futuro».

Cristina es, a su vez, médico, por lo que puede ayudar a estas chicas. «Actualmente trabajo en un proyecto intercongregacional con las franciscanas misioneras de María Auxiliadora y, entre otras cosas, tienen un centro de salud en una zona rural. Esta experiencia es muy rica para mí, porque me permite compartir con diferentes carismas al servicio del bien común. Paso consulta de medicina general, ayudo en ecología obstétrica, cuidamos a la mujer en el embarazo, parto y posparto. Es un trabajo precioso donde recibimos ayuda de diferentes alcaldías de España, como Santander, Oviedo, Gijón...», explica Cristina.

El proyecto del Centro Vicenta María contó con la colaboración de Manos Unidas y del ministerio de Defensa, y se alinea con las Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de educación, igualdad, y acceso a agua limpia y saneamiento. «Nos mantenemos en el día a día gracias al trabajo de las hermanas de la comunidad y de donaciones de gente de buena voluntad».

Cristina da testimonio de su felicidad en este servicio. «Aunque es difícil abordar ciertas situaciones, la consideración de la mujer aquí, situaciones muy dramáticas que vivimos a diario... se aprende mucho, lo importante que es vivir en este equilibrio. Acoger con paz las decisiones que toman otras personas y a la vez trabajar para aportar algo, dejar mejor la realidad que encontramos», concluye.

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