¿Humanizamos a las macotas?: "Muchas personas los sustituyen incluso por hijos"

Ese cariño llevado hasta el extremo, convirtiéndolo en algo desmedido, corre el riesgo de deshumanizar a las personas y poner a las mascotas por encima de la familia

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La sociedad está equiparando a los animales de compañía con los humanos. La cosa llega hasta tal punto que incluso existen tanatorios para velar a las mascotas. Pero la cuestión es si todo esto puede llevarnos a una deshumanización de la sociedad. Es normal sentir cariño por nuestras mascotas, incluso estar tristes cuando fallecen. Pero, ¿hasta dónde llegan los límites?... Ese cariño llevado hasta el extremo, convirtiéndolo en algo desmedido, corre el riesgo de deshumanizar a las personas y poner a las mascotas por encima de la familia o de cualquier ser humano.
Precisamente hace unos días, el Papa Francisco contaba una anécdota similar, cómo regañó a una señora por tratar a su perro como si fuera “su niño”. La pregunta es ¿qué nos está pasando? Para responder a esta cuestión hay que mirar hacia la antropología. El profesor de la Universidad Villanueva, Juan Manuel Burgos ha visitado el programa ‘Ecclesia’ para explicar los problemas que se derivan de esta situación. “La sociedad se está despersonalizando y secularizando. La idea de persona se está degradando actualmente”, ha apuntado el profesor.

Los animales poseen un soplo vital recibido de Dios”.

Guarderías, psicólogos y leyes exclusivas para mascotas, son algunas de las innovaciones para los animales que existen en la sociedad. Y la clave está tal y como ha dicho Juan Manuel Burgos, en no caer en lo desmesurado. “Los límites los pone la antropología, que ayuda a valorar cada cosa como es. Los animales tienen conciencia, pero no son comparables con las personas y el humanizarlos puede derivarse de problemas psicológicos humanos. En definitiva, la situación se ha descontrolado”.
Son innumerables los santos de la Iglesia que a lo largo de la Historia han declarado que los animales son nuestros prójimos, y así hay que tratarlos, como el Papa San Juan Pablo II, que dijo que “los animales poseen un soplo vital recibido de Dios”.



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