La Iglesia celebra este viernes la Jornada de la Vida Consagrada: "¡Aquí estamos!"

Los obispos españoles, en su mensaje, afirman ser conscientes de que se han dado faltas graves en la Vida Consagrada "por las que no nos cansaremos de pedir perdón"

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Con el lema “Aquí estoy, Señor, hágase tu voluntad”, este viernes, 2 de febrero, se celebra la XXVIII Jornada Mundial de la Vida Consagrada, que coincide cada año con la fiesta de la Presentación del Señor. Esta Jornada recuerda el don para la Iglesia y para el mundo de las personas consagradas “en su riqueza de modos y carismas, inspirados por el Espíritu Santo a través de la escucha y el discernimiento comunitario”, como señalan los obispos de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada en su mensaje para este día.

Los obispos de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada, al lema de la jornada, incluyen la plegaria evangélica con la actitud de quien se sabe llamado por Dios. Subrayan, que de este modo, la persona consagrada puede decir con plena conciencia y libertad: «¡Aquí estoy!».

Más aún, quieren señalar que el “¡Aquí estoy!”, con toda su fuerza, se convierte en “¡Aquí estamos!”. “No solo porque donde un cristiano dice “yo” está diciendo “nosotros”, sino porque el nosotros eclesial y de Vida Consagrada del momento que vivimos nos invita a ofrecernos y disponernos a buscar, procurar y hacer la voluntad divina como comunidad, dentro del pueblo de Dios en camino”, afirman en el mensaje.



Compromiso de cumplir la voluntad de Dios

En este sentido, indican que la segunda parte de la oración, el “¡Hágase tu voluntad!”, encierra un compromiso profético para “Una Iglesia sinodal en misión”. Porque cada persona consagrada “recibe el amor y la llamada del Señor y su respuesta de amor y disponibilidad es, a la vez, individual y comunitaria”. También explican que “en esa respuesta se busca hacer la voluntad de quien llama, huyendo de caprichos personales y rechazando el pecado y, por supuesto, todo delito”.

Por todo ello, son conscientes de que se han dado faltas graves en la Vida Consagrada “por las que no nos cansaremos de pedir perdón, reiterando al mismo tiempo nuestra voluntad de reparar integralmente a quien ha sido herido. En esto también se expresa el deseo de cumplir la voluntad de Dios”.

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