José Luis Méndez, por la Pascua del Enfermo: “Lo único que nos hace inmortales es la vida de Cristo”

Este domingo, la Iglesia celebra la Pascua del enfermo, un día para tener especialmente presentes a los enfermos y a las personas que cada día les acompañan

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La pandemia ha puesto de manifiesto la extraordinaria fragilidad que tenemos las personas. Realmente, lo único que nos hace inmortales en la vida es Cristo”, asegura el encargado de la Pastoral de la Salud de la Conferencia Episcopal, que ha hablado en la mesa de análisis de Irene Pozo del programa 'Ecclesia' de TRECE (domingos a las 13 h.), de cómo este virus “ha aumentado el sentido de la esperanza, y en concreto la esperanza en la vida eterna".

"Ha hecho que los casos de personas enfermas que han pedido la asistencia espiritual y los sacramentos se hayan multiplicado”, e incluso el sacerdote relata el testimonio de un enfermo, que a pesar de haber vivido una vida alejada de Dios, le dijo que “lo único que me interesa ahora mismo es ver el rostro de Dios”.

Sin embargo, José Luis también reconoce que la pandemia “nos ha metido miedo”, hablando de la ley de la eutanasia y de los cuidados paliativos. “Las cifras que da la SECPAL es que más de 60.000 personas mueren en España con un sufrimiento evitable, es vergonzoso. Para resolver el problema de, posiblemente, una persona, hacemos una ley” argumenta el sacerdote, que ha hablado también del valor que tienen “los amigos y los próximos, que deben escuchar y acoger el sufrimiento. No se trata de dar ninguna solución al enfermo, solo debes sufrir con él, ya que acoger el sufrimiento hace que el enfermo no sufra en soledad”.

Otro de los testimonios de la sección de Irene Pozo, ha sido el de María Prada, una joven que vivió el sufrimiento y el acompañamiento de cerca. “En septiembre de 2020, a mi madre le diagnosticaron un tumor cerebral muy agresivo, y los médicos le daban 6 meses de vida. Mis hermanos y yo nos apoyamos en Dios”. Tanto ella como sus 6 hermanos decidieron llevar a su madre al Hospital de Cuidados Paliativos de la Laguna, donde el acompañamiento de los profesionales de aquel hospital ayudaron tanto a su madre como a toda la familia.

“Cuando mi madre fallece, me doy cuenta de que tenía que ayudar a las familias que también estaban sufriendo, y me hice voluntaria, dejando mi trabajo” concluye María, que pide, al igual que José Luis, que los cuidados paliativos se den a conocer a la gente.


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