El obispo de Mérida-Badajoz sobre el aborto: “La dignidad humana no es fruto de la voluntad del Estado”

Celso Morga invita a los poderes públicos a respetar, defender y promover el ejercicio de la libertad para el bien común, el orden público y la convivencia pacífica

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El obispo de la diócesis de Mérida-Badajoz, Celso Morga, ha invitado a sus fieles a leer la nota de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe de la Conferencia Episcopal Española titulada “Para la libertad nos ha liberado Cristo”. Un texto, ha dicho, “que fundamenta el derecho a la objeción de conciencia en la libertad que, a su vez, se fundamenta en la dignidad propia del ser humano”.


Dicha dignidad humana y libertad, ha asegurado en un artículo publicado e la revista Iglesia en Camino, “no es fruto o consecuencia de la voluntad de los seres humanos, ni de la voluntad del Estado o de los poderes públicos, sino que encuentra su fundamento en el hombre mismo y, en última instancia, en Dios su creador”.

"No solo respetar, sino también defender y promover el ejercicio de la libertad de todas las personas"

El prelado ha recordado que ya en el Concilio Vaticano II se hacía notar que “jamás tuvieron los hombres un sentido tan agudo de la libertad (que les es propia) como hoy”, pero esta libertad, que consiste en “el poder, radicado en la razón y en la voluntad de obrar o de no obrar, de hacer esto o aquello, y de ejecutar así, por sí mismo, acciones deliberadas”.

De esta forma, ha subrayado que “los poderes públicos deben no solo respetar, sino también defender y promover el ejercicio de la libertad de todas las personas y limitarlo solo en los casos que sea verdaderamente necesario para el bien común, el orden público y la convivencia pacífica”.

La objeción de conciencia


Una característica muy profunda de la libertad humana se encuentra en el ámbito de la propia conciencia y de la religión o libertad religiosa. “Estamos ante un derecho fundamental porque el hombre es un ser abierto a la trascendencia y porque afecta a lo más íntimo y profundo de su ser, cual es la propia conciencia. Hoy corremos el riesgo, también a nivel del ejercicio de los poderes públicos, de no favorecer suficientemente este derecho fundamental por una acusada tendencia a considerar que Dios pertenece solo al ámbito privado de la persona”.

La objeción de conciencia supone que “una persona antepone el dictado de su propia conciencia a lo ordenado o permitido por las leyes. Es un derecho fundamental de toda persona, esencial para el bien común de toda la ciudadanía, que el Estado debe reconocer y valorar”, por lo que insiste en que “hay que regular este derecho fundamental a la objeción de conciencia garantizando que quienes quieran ejercitarlo no serán discriminados en el ámbito laboral o social. La elaboración de un registro de objetores de conciencia atenta contra el derecho de todo ciudadano a no ser obligado a declarar sobre sus propias convicciones religiosas o simplemente filosóficas o ideológicas”.


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