Saiz Meneses y sus primeros meses como arzobispo de Sevilla: “He descubierto una Iglesia con mucha vitalidad"

Mons. Saiz Meneses ha abordado en Aleluya los proyectos pastorales, el regreso de las procesiones o su postura sobre temas candentes como la subida de la luz o la crisis migratoria

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Mons. José Ángel Saiz Meneses tomó posesión como arzobispo de Sevilla el pasado 12 de junio de 2021, tras 17 años al frente de la diócesis de Terrassa. Han pasado algo más de tres meses, pero nos reconoce en Aleluya que la fecha le queda lejana por la intensidad de este verano.

Hace unos días firmó tal vez el decreto más importante de su ministerio en la Archidiócesis hispalense hasta el momento, por la que se permite, casi dos años después, el culto en el exterior por parte de las hermandades y cofradías, que están muy integradas en la sociedad sevillana.

Sevilla cuenta las horas para que se produzca el acontecimiento religioso más importantes de este otoño en la capital andaluza, que es el traslado del Gran Poder a Tres Barrios. Mons. Saiz Meneses es consciente de la expectación existente, por lo que trata de rebajar la euforia pidiendo responsabilidad para evitar rebrotes y mantener viva la esperanza por que la Semana Santa de 2022 se parezca más a la de 2019 que a la de 2021.

En cuanto a los asuntos de actualidad, califica de "lamentable" la subida del precio de la luz, llama a las administraciones a organizar con coherencia la acogida de inmigrantes y secunda el mensaje del Papa Francisco de implantar "una economía de comunión" como alternativa al capitalismo salvaje que mire más por la familia.

Y por supuesto, no podía faltar la pregunta del millón: ¿le tira más el Betis o el Sevilla? Ojo a su respuesta.

Pasen y lean.

P. Recientemente se han cumplido sus primeros cien días como arzobispo de Sevilla. ¿Han pasado rápidos?

R. Pues se han pasado muy rápidos y han sido de una gran intensidad. De hecho, siempre he dicho coloquialmente que han pasado tres meses pero parecen tres años, porque el 12 de junio se me queda lejano, y es porque han sido tres meses muy intensos en todos los sentidos. En la actividad, en el impacto de las actividades y en la alegría y satisfacción, porque ha sido un regalo de Dios estos tres meses.

P. ¿Qué es lo que más le ha llamado la atención? ¿Hay alguna anécdota que quiera compartir?

R. Anécdotas hay muchas pero son sencillas. Lo que más me llama la atención es la vitalidad que voy descubriendo, que las parroquias que visito tienen vida pastoral y vida de fe. Las comunidades religiosas también tiene vitalidad y presencia. La realidad de la Iglesia, las hermandades y cofradías que es un hecho diferencial de Andalucía y particularmente de Sevilla, que son 700 aproximadamente, lo que supone una gran riqueza. Esa vitalidad con la que me encuentro me da una alegría gozosa y la buena sintonía que tienen ellos con el pastor, y el pastor con ellos. Yo percibo alegría y esperanza.

P. ¿Sabe ya lo que es un 'capillita' (expresión con la que se denomina a los sevillanos devotos de la Semana Santa), forma parte de su jerga?

R. Todavía no forma parte de mi jerga, pero la palabra la conozco. Lo que descubro de las hermandades es muy positivo. Siempre hay puntos de mejora, pero veo que hay vida sacramental y los cultos se celebran con solemnidad e intensidad. Se cuida la oración y la vida sacramental. Veo también que se cuida la formación, y después una obra social impresionante tanto de las grandes hermandades como de las no tan grandes. Es la triple función de la Iglesia, ¿qué más podemos pedir? Lo que hay que hacer es que no caigan en la autocomplacencia, que no pierdan la perspectiva del camino de conversión personal que todos debemos recorrer.

P. Lo digo porque 'los capillitas' sevillanos están como locos con su decreto que vuelve a permitir las procesiones. Desde luego siempre da más puntos de popularidad permitir que prohibir, pero supongo que habrá sido una decisión muy meditada y consultada.

R. Si no recuerdo mal, el 7 de mayo hubo una orden emitida por la Consejería de Salud (de la Junta de Andalucía) con unas medidas extraordinarias y el 10 de mayo hubo un decreto firmado por el anterior arzobispo (Mons. Juan José Asenjo) con medidas restrictivas. El 1 de septiembre hay una nueva orden de la Consejería actualizada porque la evolución de la pandemia es positiva y el índice de contagios va descendiendo, por lo que se emite nueva orden actualizando aquella de mayo. En consecuencia, nosotros también. Era un clamor popular. Teníamos que ser coherentes con el momento presente. Se recibió con mucha alegría y expectación. A los obispos nos toca firmar muchas cosas, y esta es de las más difíciles porque soy consciente de lo que significa. Por eso, a partir de ese decreto voy recordando la responsabilidad, el rigor, la exigencia... porque si estas primeras procesiones salen bien, si la salida del Gran Poder va bien y si no hay ningún brote, seguimos adelante y ya se puede enfocar la Semana Santa. Si hay un brote, sería un paso hacia atrás que nos costaría mucho de resolver. De momento me encomiendo al Señor y pido mucha prudencia y responsabilidad a todos los cofrades y hermanos.

P. Es decir... ¿tiene un poco de vértigo?

R. Es una responsabilidad evidentemente, estas cosas no se hacen con ligereza. Pero lo irresponsable hubiera sido no firmarlo. Ahora claro, a posteriori y a toro pasado, es fácil criticar. En el momento concreto es una responsabilidad y se medita mucho, se consulta con los órganos pertinentes y luego se toma la decisión.

P. Pero vamos a pensar en positivo. En Sevilla ya han salido las primeras procesiones, aunque la multitudinaria se prevé que sea la del 16 de octubre, con el traslado del Gran Poder a Tres Barrios, una zona humilde que tuvo oportunidad de visitar prácticamente a la semana de tomar posesión como Arzobispo. ¿Cuál es la labor de la Iglesia en la zona y cómo se puede mejorar la vida de sus vecinos?

R. Fue una visita muy significativa e interesante. Visitamos primero tres familias en tres casas con unas características concretas y que me iluminaron mucho, porque una cosa es que tú lo leas y otra es una visita de campo que es lo que gusta para encontrarte con las personas y los espacios. Hubo reunión con las fuerzas vivas de las entidades y parroquias. Yo les dije que descubrí tres realidades distintas: unas realidades de más marginación, una segunda en desarrollo y otra parte en la que se ve una cierta normalidad con familias más homologables. Agradecí el trabajo que hacen allí y les dije que teníamos que ser realistas, y la situación es dura, difícil y dolorosa para quienes sufren esa pobreza y falta de horizonte. A la vez las personas que trabajan allí ayudando pasan por situaciones de dolor porque esto afecta también, pero les dije que, a pesar de los problemas, veo motivos para la esperanza.

P. ¿Qué aportará la presencia del Gran Poder esas tres semanas en Tres Barrios?

R. Su presencia será muy importante porque el resumen de nuestro mensaje y el centro de la actividad como Iglesia es Cristo. Por tanto, que el Gran Poder vaya será importante porque es el Señor de Sevilla y es importante en la ciudad, en las familias y el corazón de cada sevillano. La imagen es una maravilla de belleza y arte. La imagen ya impacta espiritualmente. Como los sevillanos tienen tanta devoción al Gran Poder, esos elementos de vivencia personal, de vivencia de la fe, de belleza contemplada, todo eso será una suma que será una multiplicación, lo que será importante para la conversión de las personas y de las estructuras, y ojalá eso ayude a acelerar el proceso de regeneración de esos barrios.

P. Esto me lleva a hacerle la pregunta del millón: ¿habrá procesiones en Sevilla en la Semana Santa de 2022?

R. Eso solo Dios lo sabe. Yo lo que puedo expresar son mis deseos, y mi deseo es que sea una Semana Santa parecida a la de 2019. Yo siempre escuchaba a Carlos Amigo en la Conferencia Episcopal hablar de la 'Madrugá' y que entre cofrades, fieles, habitantes de Sevilla, turistas... puede haber un millón de personas en las calles de Sevilla. A Juan José Asenjo también le he oído explicar detalles. Es algo muy particular. Será la primera Semana Santa que pase en Sevilla. Es mi deseo también. Tendremos que tener mucha prudencia y responsabilidad en estos meses previos. Dios quiera que lo podamos celebrar y María Santísima nos proteja y ayude porque sería algo importante. En cualquier ciudad de España es importante celebrar la Semana Santa con casi total normalidad, y en Sevilla con una particular importancia.

P. La covid lo ha condicionado todo. ¿Para usted han sido casi dos años perdidos o todo lo contrario, nos ha hecho aprender y valorar lo realmente importante y darnos cuenta de nuestras limitaciones?

R. Yo en el momento en el que se declaró el confinamiento, recuerdo que escribí una carta pastoral llamada 'Reflexiones de un pastor ante el coronavirus' y explicaba tres aspectos. La primer volver la mirada a Dios, porque al ser humano le gustaba recordar que ha llegado a la Luna o que ha llegado a clonar seres vivos. Piensa que es capaz de conseguir todo lo que se proponga con la Ciencia y la técnica. Es la tentación de la construcción de la Torre de Babel, y de repente llega un pequeño virus que nos derrota a todos, a grandes potencias y países pobres. Es una cura de realismo y humildad que nos tiene que volver la mirada a Dios, a ser más humilde y ser conscientes de que estamos en manos de Dios. La segunda lección es volver la mirada así mismo y mirarse al espejo con humildad y darse cuenta que la escala de valores de nuestra vida tendríamos que modificarlas y poner en primer lugar los elementos esenciales. Eso nos ayudaría a liberar carga y riqueza que podemos compartir con los demás y ser conscientes de que no estamos solos, que el camino lo hacemos juntos. Ojalá cundo pase la pandemia, que no está superada aún, hayamos aprendido estas lecciones y nos volvamos más humildes, sensatos, solidarios, espirituales...

P. Por cierto hablando de la pandemia... ¿Es partidario de inyectar una tercera dosis a la población o destinarlo a los países o continentes con menos recursos?

R. No es exclusivo aplicar una tercera dosis en Occidente con enviar dosis a esos países. Se puede hacer las dos cosas perfectamente. Es diferente si la tercera dosis es necesaria o no. Yo mi tercera dosis la regalaría pero eso lo tienen que decidir las autoridades sanitarias. No es excluyente, hay capacidad ahora de desarrollo y laboratorios para inyectar la tercera dosis y enviar, aunque sea por interés propio y egoísmo, vacunas a otros países, porque sino la variantes y rebrotes serán continuos. Pero no solo por egoísmo, hay que hacerlo por solidaridad y compartir los bienes que tenemos en una cuestión tan sensible como esta y que ha puesto en peligro a la humanidad entera.

P. Sevilla es una ciudad con mucho patrimonio eclesiástico. Los proyectos de rehabilitación en conventos e iglesias son una constante. ¿Qué proyectos hay en marcha y cuáles están en mente a medio plazo?

R. Estamos en un punto muerto y se reactivarán ahora. Está el proyecto de Santa Clara que hay que finalizar. Don Juan José Asenjo tenía un proyecto, 'Imagen del Sol', que pretendía ser una réplica de las 'Edades del Hombre' que se hace en Castilla y León. Ciertamente en Andalucía hay un patrimonio inmenso. Todo ello lo iremos estudiando.

P. Hace unos días se presentaba el documento 'Fieles al envío misionero' con las orientaciones que aporta la CEE para los próximos años. ¿Cómo acomodar o adaptar este documento a una ciudad como Sevilla? Dicho de otro modo... ¿cómo evangelizar en la Sevilla actual?

R. Ese documento tiene unas lineas transversales, que es constatar la realidad actual de la Iglesia y del mundo. Vemos que se vive un proceso de secularización, aparentemente imparable. Vivimos en medio de una cultura dominante relativista, subjetivista, que nos lleva a la superficialidad y a veces se dan unas actuaciones que quieren apartar a Dios de la vida y de la plaza pública. ¿Cómo hacer frente a eso? Vivir la fe con intensidad y autenticidad y después a anunciar a Jesucristo. Ahí entra nuestra palabra, nuestro patrimonio. Nos encontramos en una sociedad con un empobrecimiento espiritual pobre, donde la gente tiene todo materialmente, pero no encuentra sentido a su vida, en los países ricos, porque en los pobres no pasa. Tenemos que hacer una propuesta para ayudar a esas personas a elevar el espíritu. Para todo ello, en Sevilla nos ayuda el patrimonio artístico, esa vitalidad de la que hablábamos, que es sacar a las calles las procesiones. Es una maravilla encontrar a tantas personas que en lugar de tener miedo de expresar su fe en la vida pública, están deseando de hacerlo. En el momento presente hay unas bolsas de pobreza en el Occidente rico y en el Tercer Mundo. Tenemos un fenómeno migratorio por causas de guerras o porque necesitan un futuro para sus hijos. Hay que dar una respuesta solidaria, conscientes de que como recuerda el Papa Francisco, de que a los más pobres no se les da las migajas, sino que se les sienta en la mesa con nosotros, y quienes llaman a la puerta no es una persona ajena a la que hemos de ayudar para tranquilizar nuestra conciencia, sino que es un hermano que forma parte de nuestra familia.

P. El 'invierno demográfico' es uno de los problemas estructurales a los que se enfrenta España como país desarrollado. Las sucesivas crisis, la última derivada de la pandemia, hacen mella, además del egoísmo social, la falta de conciliación... Sevilla no es ajeno al problema. Los institutos de la provincia pierden casi 10.000 alumnos respecto al año pasado. ¿Qué propone la Iglesia para darle una solución a largo plazo a este problema, y concretamente la Archidiócesis?

R. Es una cuestión compleja porque entran muchos factores y las crisis económicas no ayudan precisamente. La pandemia han bajado la práctica de los sacramentos como las bodas, pero muchas personas, si no pueden organizar una gran boda, deciden esperar. Aquella llamada que hizo el Papa Juan Pablo II en Santiago 'Europa sé tu mismo', pues ahora 'España sé tu misma', 'Sevilla sé tu misma', 'Sevillano sé tu mismo', reaviva tus raíces cristianas, intenta vivir cristianamente, pon en práctica el pan de Dios sobre ti. La mayor parte de cristianos son llamados a la vocación matrimonial y formar familias cristianas, y como fruto del amor y de la familia vienen los hijos. Luego vienen los condicionantes concretos de crisis económica que hay que paliar y organizar la economía de otra manera. Eso corresponde a los gobernantes, porque si con la tecnología y la técnica cada vez se reducen más los puestos de trabajo, tenemos que organizarlo de otra manera, que se trabaje menos y se gane menos pero se comparta el trabajo con otros para ganarse la vida, o sino habrá una bolsa de población importante que estará subsidiada perpetuamente.

P. ¿Por tanto el capitalismo salvaje es responsable de esta situación?

R. Desde luego el capitalismo salvaje es insolidario y es la ley del más fuerte. El planteamiento cristiano se inspira en el Evangelio, en la unidad y en compartir como una familia. La tecnología va eliminando los puestos de trabajo. Crea otros pero crea menos de los que elimina, por lo que hay que organizarlo de otra manera. El Papa Francisco habla de una 'economía de comunión' en la que se comparta el trabajo y el beneficio. Uno trabajará menos y ganará menos dinero, pero tendrá más tiempo para la familia y a la vez comparte su trabajo con otros. La Iglesia no ofrece soluciones técnicas a las cuestiones económicas ni políticas, ofrece principios basados en la doctrina social de la Iglesia y en el Evangelio.

P. La falta de vocaciones es otro de los problemas en la Iglesia, también en Sevilla, y esto provoca noticias tristes. Por ejemplo la marcha hace casi dos años de Los Padres Blancos Misioneros de África, el cierre del monasterio de San José de Écija en 2015 o el convento de San Francisco en Lebrija en 2017... ¿Por qué en la sociedad de hoy se ve poco atractivo ser religioso?

R. Hay menos vocaciones porque hay menos natalidad, más secularización, un planteamiento de la vida menos trascendente o menos religioso. Pero no se trata de llenar los seminarios y noviciados convenciendo a los muchachos y muchachas para que entren. El planteamiento es diferente. En el tema vocacional la iniciativa es de Dios, que es quien llama. Y tiene que descubrir cada persona esa vocación porque se realizará como persona, será feliz, vivirá alegre y será productivo para la Iglesia y la sociedad. Se trata de ayudar a cada uno a descubrir su vocación. El Señor llama a la mayoría a través del matrimonio, pero hay un grupo al que llama a través de la vida consagrada o del sacerdocio. No hay que llenar el seminario de futuros curas, sino que a los niños y jóvenes se les eduquen cristianamente, acompañarlos espiritualmente y ayudarles a descubrir cuál es su vocación. A veces no es sencillo. Algunos de pequeño lo tienen claro y otros no. El Señor sigue llamando, no es un problema de falta de vocación sino en todo caso de sordera, de que estamos en un ambiente con tanto ruido que no escuchamos si alguien nos llama. Será falta de cobertura. Pero Dios sigue llamando. En los países con más consumismo y menos espiritualidad es donde las vocaciones caen. Pero Dios sigue llamando.

P. ¿Qué acogida ha tenido la nueva asignatura impulsada por la Pastoral Universitaria para jóvenes que quieran adentrarse en la cuestión fe-razón que se impartirá en la Universidad de Sevilla?

R. Según me ha explicado el delegado son quince profesores los que la imparten y de momento hay 18 matriculados, lo cual es mucho, porque ahora que salimos de la pandemia, que ha afectado a la docencia y a la Universidad y siendo un curso que se estrena la respuesta es positiva e interesante. Va de relacionar la fe y la existencia de Dios, y la vida teologal con distintas disciplinas. Habrá catedráticos de Medicina, de Literatura, Economía, Derecho... puede ser enriquecedor.

P. ¿Le ha afectado la factura del precio de la luz?

R. No lo sé porque vivo en el obispado y la factura de la luz no es como en una casa normal. Pero yo miro para que no se malgaste. Tenemos que recuperar los tics de los párrocos apagando las luces que se quedan encendidas. Pero es algo sorprendente y lamentable al que hay que ponerle una solución urgente, porque no es un lujo, es una necesidad básica. Aplíquense las eléctricas y los gobiernos para solucionar los problemas porque sino golpea duramente a los más débiles.

P. ¿Cómo ayuda la Iglesia a aquellos que no pueden afrontar la factura a través de entidades como Cáritas?

R. En Sevilla en los últimos años la pobreza energética supone un 20% del presupuesto total de Cáritas. El año pasado, en 2020, ha supuesto 540.000 euros de ayudas. En 2021 se disparará y será mucho mayor.

P. ¿Están acogiendo refugiados afganos? ¿Cómo está siendo la experiencia?

R. Todavía no porque los refugiados que llegan de Afganistán entran en un programa del Gobierno y cuando acaba el programa es cuando los derivan a otras instituciones. Supongo que acogeremos. Cáritas acoge en Sevilla a refugiados de todo el mundo, pero afganos todavía no.

P. El drama de la inmigración sigue siendo una de las asignaturas pendientes de la UE... ¿A su juicio es compatible definirse como cristiano mientras se le niega el pan y la sal a un migrante?

R. Un cristiano tiene que tener un corazón abierto, sino no es cristiano. Para un cristiano cualquier hermano necesitado que llame a la puerta es un hermano, no un ajeno. Pero después hay que ser serios y coherentes a la hora de organizar las cosas. Por ejemplo, si tenemos trabajo para mil personas, no convoquemos a 100.000, porque pon que al final consigamos trabajo para 2.000 pero... ¿para las otras 98.000 qué hacemos? A mi en Barcelona me tocó vivir en 2001 como canciller del Arzobispado el encierro de inmigrantes en diez iglesias de Barcelona, y fue difícil de gestionar. Gracias a Dios se pudo resolver porque el Gobierno acababa de emitir una ley restrictiva respecto a la inmigración. Quien tuvo que asumir aquella protección fue Cáritas. En este sentido, los inmigrantes acaban siendo víctimas de las injusticias de sus países de origen, de las mafias que los explotan y de la mala organización por falta de capacidad de integración. Tenemos que ser generosos, pero organizar bien las cosas por el bien de los inmigrantes. La capacidad que tengamos ofrecerla, y un poco más, pero de manera ordenada y que redunde en beneficios para ellos y sus familias. Que nadie se aproveche de su situación.

P. ¿Qué es lo que más echa de menos de Terrassa?

R. La verdad es que no tengo tiempo para echar de menos nada. He sido feliz allí y ha sido una experiencia apasionante. Había que organizar como diócesis nueva toda la dimensión sectorial, la curia, los sectores... Ha sido una aventura apasionante con unas realidades que el Señor nos ha bendecido y hemos podido ver frutos. En el Seminario hemos tenido más ordenaciones que jubilaciones, lo que es importante para atender a las parroquias. Ahora el Señor me llama a Sevilla y con toda la entrega e ilusión. Si allí estuve bien, aquí estaré mejor porque el Señor siempre llega con dones nuevos y regalos a los que humildemente respondemos.

P. ¿Le tira más el Betis o el Sevilla?

R. Esa es la pregunta de millón que me hicieron antes de la toma de posesión y yo respondí que desde pequeño soy del Barça, así que ahora apoyaré a los dos equipos de la ciudad, pero tendré que continuar siendo del Barça...

P. Y en Baloncesto de los Celtics de Boston...

R. De la NBA en los años ochenta me aficioné un poco y mi equipo eran los Celtics. A mi me gusta el deporte en general. Lo que me llama más la atención ahora son las historias personales. Uno de ellos, aunque opina de todo, es Lebron James, considerado el mejor jugador del mundo de Basket. Tuvo una circunstancia difícil. El padre los abandonó, estuvo en casas de acogida, destacó desde muy joven, tuvo siempre la sombra de la comparación con Michael Jordan, luego se casó con la novia de toda la vida del instituto, que fue a una escuela parroquial donde empezó a jugar. Ahora tiene tres hijos y en los veranos, siendo el mejor, trabaja para mejorar. Es un buen referente del deporte.

P. Muchas gracias y le emplazo a una próxima entrevista en la Campana en Semana Santa con todas las hermandades ya haciendo estación de penitencia...

R. A ver en seis meses qué podemos decir y si podemos saltar de gozo, por que todo esté propicio y podamos tener una Semana Santa como Dios manda y los sevillanos quieren.

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