Ucranianos acogidos por Cáritas comparten cómo ha sido este año en España: "Son como mis madres españolas"

Un año después de que estallara la guerra en Ucrania, Cáritas ha acogido a través de su red diocesana a unas 5.700 personas: ¿cómo les ha cambiado la vida?

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200.000 fallecidos, 40.000 heridos y 900 ataques contabilizados. Son algunas cifras que deja el primer año de invasión en Ucrania por parte de Rusia. 365 días después, se estima que unas 18 millones de personas necesitan ayuda humanitaria urgente para vivir y más de 5,5 millones de escolares han visto interrumpida su educación por la guerra.

El conflicto además ha obligado a millones de ucranianos abandonar su país. Concretamente unas ocho millones de personas han abandonado el territorio. Ante el enorme sufrimiento global causado por este conflicto bélico, Cáritas Española se ha sumado desde el primer momento al llamamiento de paz impulsado por el Papa Francisco y Cáritas Internationalis.

A lo largo de este primer año de conflicto bélico, Cáritas ha acogido a través de su red diocesana unas 5.700 personas, y otras 10.000 han recibido ayuda de manera indirecta.

Entre las ayudas que se prestaron, la mayoría estuvieron relacionadas con alimentación y ropa. En total se realizaron 13.549 acciones para facilitar el acceso a estas necesidades básicas, ya sea a través de entrega directa o de tarjetas monedero. También se realizaron 891 gestiones para facilitar el acceso a un alojamiento a través del pago del alquiler de la vivienda, acogida en una residencia de la parroquia o acceso a casas de acogida.

Con motivo de este primer triste aniversario, Cáritas ha compartido el testimonio de algunas personas que se han visto beneficiadas por su ayuda, en la que se pueden reflejar millones de compatriotas que se vieron obligados hace un año a marcharse dejando atrás toda una vida.

Nadia, acogida en Valencia: “Cáritas son como mis madres españolas”

Nadia Gerasika fue acogida en una residencia de la entidad eclesiástica en Valencia. Nacida en Odessa, llegó al municipio valenciano de Quesa en abril junto a su hija de ocho años: “La gente aquí es maravillosa y nos trata con mucho amor. Nos sentimos muy bien”, asegura.

Nadia destaca el recibimiento y el apoyo que han recibido en esta pequeña localidad valenciana. Tras un año de residencia, ha hecho amigos porque “la gente es muy amable y abierta”.

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Todo el que ha podido ha cedido muebles, ropa, dinero o alimentos para que se sintieran como en casa. Adecuaron la casa del cura, que estaba vacía para acogerlas y no han dejado de acompañarlas, celebrar con ellas los cumpleaños, hacerlas partícipes de las fiestas locales y llevarlas a pasear por la naturaleza, que es muy rica y variada en la zona.

Nadia trabaja ahora en una fábrica de dulces. En Ucrania era agente inmobiliaria, pero se ha adaptado muy bien al nuevo puesto. “He aprendido a hacer dulces y me gusta”, ha expresado.

Durante los primeros meses, Nadia recibió todo tipo de ayuda de Cáritas. Desde lo más básico como alimentos y ropa hasta ayudas para el transporte. “La gente de Cáritas son como mis madres españolas”, ha aseverado.

"Estamos pensando en quedarnos, no sabemos cuándo volverá la tranquilidad a Ucrania”

Alona llegó junto a su madre y sus dos hijas de ocho y tres años a Cartagena. Cuatro meses más tarde hizo lo propio su marido. Todos ellos vivien alojados en una vivienda de los Hermanos Maristas que acondicionó Cáritas realizando trabajos de albañilería, fontanería y electricidad.

“Hemos venido a Murcia porque estaba la abuela aquí, y aprovechamos que conocíamos a alguien. Con la guerra no podíamos quedarnos en Ucrania", afirma Alona.

Las niñas del matrimonio se escolarizaron en el Colegio Maristas Fuensanta, un centro de los Hermanos Maristas con capacidad para dar respuesta a las necesidades educativas de ambas menores. La comunidad educativa en su conjunto se ha volcado con la familia y les han ayudado con el equipamiento tecnológico de la vivienda y el apoyo escolar necesario: “Mis hijas están felices, contentas con la escuela y aprendiendo idiomas”, ha manifestado Alona.

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Los Hermanos Maristas afrontan los gastos de suministros de la vivienda y Cáritas aporta cheques de supermercado para que la familia pueda abastecerse en los comercios del barrio.

Cáritas acompaña social y laboralmente a Alona y Bohdan. Aprenden el idioma con recursos digitales y siguen un itinerario personalizado de inserción. Alona ha comenzado a trabajar como estilista, la profesión que ejercía en su país, y Bohdan está explorando sus opciones de reconversión profesional junto al equipo mixto de su Cáritas parroquial.

"Estamos pensando quedarnos aquí porque no sabemos cuándo volverá a haber tranquilidad en Ucrania. Queremos buscar trabajos fijos aquí", asegura.

“Teníamos nuestra vida en Ucrania, nuestro trabajo, nuestros hobbies...”

Roman Ivashchenko huyó de Ucrania junto a su mujer y sus tres hijos apenas comenzó la guerra. “Teníamos nuestra vida en Ucrania, nuestro trabajo, nuestros hobbies, nuestros estudios, podíamos ir a otros países de vacaciones, pero llegó la guerra y entonces tomamos la decisión de poner a salvo a la familia, y decidimos venir a España”, comenta.

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La familia se trasladó a Elche (Alicante) donde fue acogida en una residencia de Cáritas Orihuela-Alicante: “Me ha emocionado mucho cómo los españoles han reaccionado con lo que ha pasado en Ucrania, cómo han acogido a las familias”, asegura. Pese al sufrimiento que ha supuesto dejar su hogar y sus vidas en Ucrania, Roman asegura que ha sido la única decisión posible.

“Después de un año aquí, nunca me he arrepentido de haber venido. Todavía sigo encontrándome personas todos los días que quieren ayudar a mi familia”, asevera.

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