El embajador de Ucrania en el Vaticano, sobre un posible viaje del Papa a Kiev: "Sería un mensaje para Rusia"

Andrii Yurash, habla para ECCLESIA un año después del comienzo de la agresión rusa. Puede leer la entrevista íntegra en el número 4118 de la revista

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Nieto del Holodomor, hijo de la Unión Soviética y padre de la Ucrania que lucha por su libertad, —pues su hijo mayor combate en el frente—, el embajador de Ucrania ante la Santa Sede, Andrii Yurash, habla para ECCLESIA un año después del comienzo de la agresión rusa. Espera que la visita de Francisco a Kiev signifique que la guerra ha terminado.

El diplomático recuerda vivamente el relato de su abuela quien, entre lágrimas, le contaba cómo 14 miembros de su familia murieron de inanición durante el Holodomor, la hambruna que arrasó el territorio ucraniano por mandato de Stalin. Yurash, de 54 años, fue nombrado embajador para esta sede diplomática en diciembre de 2021 y lleva en Roma poco más de doce meses, el mismo tiempo que Rusia lleva bombardeando sin piedad su país. Por eso, asegura que esta es una fase más de aquel genocidio del que hablaba su abuela, que comenzó hace décadas y que tiene por finalidad aniquilar la identidad y cultura ucranianas. El embajador es cristiano ortodoxo de la Iglesia ortodoxa ucraniana, cuya autocefalia reconoció en 2018 el Patriarcado Ecuménico de Constantinopla. Antes de su labor como diplomático, Andrii Yurash, como responsable del Departamento de Asuntos Religiosos en Ucrania desde 2014, trabajó para contribuir a que esta Iglesia fuera totalmente independiente de Moscú. Recientemente, y para distanciarse todavía más de Rusia, la Iglesia ortodoxa ucraniana ha cambiado incluso la fecha de la celebración de la Navidad.

La embajada de Ucrania ante la Santa Sede se encuentra en un edificio de la céntrica via della Conciliazione. El embajador recibe a ECCLESIA en una acogedora sala donde ya están preparadas las pastas para el café que compartimos. Entre la decoración, llama la atención un gran oso de peluche marrón que tiene algunos rotos. «¿Y este oso?», preguntamos al embajador. «Procede de una casa del edificio de Dnipro bombardeado por Rusia a mediados de enero. Mataron a 54 personas», responde. Yurash quiere entregárselo al Papa «como terrible símbolo del sufrimiento de los ucranianos, en especial, de los niños». «Deseamos liberar los territorios y dar la oportunidad a los refugiados y desplazados de regresar a Ucrania y reconstruir sus hogares. De recobrar la paz de cuerpo y alma», indica.

Puede leer la entrevista íntegra en el número 4118 de la revista ECCLESIA

P. Embajador, se ha cumplido un año de la invasión rusa de Ucrania, ¿cómo se siente usted?

R. Tengo sentimientos encontrados. Justo en esta jornada se cumple un año desde que estoy en Roma. Me nombraron antes de la invasión, pero llegué en los primeros días de la guerra lógicamente en circunstancias difíciles. No sabía qué hacer y no estaba preparado, pero el ministro Dmitró Kuleba me llamó y me pidió que viniera a Roma, porque era muy importante que Ucrania estuviera presente aquí, porque tenía que representar a mi país, sobre todo, en este momento histórico. Por un lado, se trata para mí de un período muy traumático, desastroso, porque cuando se pierden amigos, personas que se han dedicado a Ucrania… Además, hemos perdido gran parte de nuestra infraestructura y nuestra economía está muy deteriorada. Algunos de nuestros mayores recursos económicos están bajo ocupación. Pienso, por ejemplo, en la central nuclear de Zaporiyia. Tengo familia que vivía en esa ciudad y han tenido que marcharse de sus hogares. Pero, por otro lado, me siento extremadamente orgulloso de mi país porque Ucrania demostró al mundo, no solo a Rusia, que puede defenderse. Lo considero un milagro dado que, según las predicciones de los expertos y de los servicios secretos extranjeros, caeríamos en 4 días. Y aguantamos y el primer mes respondimos al agresor casi exclusivamente con nuestros propios medios. Después ya recibimos la ayuda y por esa ayuda me siento muy agradecido a todos esos países de lo que consideramos como el mundo libre democrático. En estos momentos de guerra, todos, desde los niños hasta las personas muy mayores, hemos aprendido algo y es a ser fuertes y valientes. Por ejemplo, yo lo aprendo cada día de mi hijo, que nos ha mostrado una faceta suya que no esperábamos. Fue una sorpresa que decidiera dedicarse por completo a la liberación de su país.

P. ¿Está en el campo de batalla?

R. Sí, está en primera línea. Él es además miembro del Parlamento, el más joven en la Historia de Ucrania. Cuando no está en el frente, acude a votar al Parlamento. Decidió enrolarse en el ejército para participar activamente en la defensa de la patria.

P. ¿Cuántos años tiene?

R. Cumplió 27 años no hace mucho. Cuando fue elegido parlamentario tenía solo 23.

P. Imagino que no esperaba que su futuro estuviera en una trinchera.

R. Realmente espero que la guerra termine muy pronto y nos podamos poner a pensar en otras cosas, como curar las heridas, como reconstruir nuestra economía y como proporcionar seguridad para el país y para nuestro pueblo. Porque lamentablemente tenemos muy cerca a este pésimo vecino. Tenemos que pensar en la integración en la Unión Europea y en la OTAN, porque lo vemos como un factor importante que nos ayudará a preservar nuestro territorio en el futuro.

P.¿Le molesta que se use la palabra «guerra» en lugar de la palabra «agresión»?

R. En realidad, para mí «guerra» es sinónimo de «agresión». Desafortunadamente, es una guerra real y es una agresión real al mismo tiempo. Se trata de un país que ha decidido, -para mí de forma inexplicable-, que tiene derecho a tomar una parte de nuestro país. «Guerra» y «agresión» son conceptos conectados. «Agresión» es quizá un concepto más amplio y que practica Rusia, por ejemplo, a través de la propaganda o de la estrategia para generar la dependencia energética de sus recursos energéticos para otros países.

P. ¿Usted nació bajo la Unión Soviética, qué recuerda de esos tiempos?

R. Sí, los recuerdo muy bien. Evidentemente fue un momento histórico único, sin duda. Aunque yo era muy joven, era totalmente consciente de que había varias realidades paralelas, la construidas por el Partido Comunista y su propaganda soviética y la que observaba en mi vida cotidiana a partir de lo que escuchaba de mis padres, de mis abuelos y también de lo que oíamos por la radio, porque sintonizábamos emisoras extranjeras. A mí siempre me interesó la política. Y recuerdo lo que contaba mi abuela de la hambruna de los años 30, el Holodomor. Siempre lloraba cuando lo contaba. Sus padres y ella sobrevivieron porque lograron marcharse de su pueblo. Cuando pudieron regresar, mi abuela descubrió que 14 de sus primos habían muerto de hambre. Y encontraron a muchos familiares prácticamente agonizantes. Poco a poco, gracias a sus cuidados, algunos fueron recuperándose. La familia de mi abuela tenía recursos, eran campesinos «ricos». Tenían animales, terrenos, aperos para trabajar la tierra… Pero los comunistas se lo llevaron todo y la casa fue confiscada también. Les dijeron que podían quedarse en el pueblo y morir o trasladarse a trabajar a la granja colectiva donde habían llevado todos sus animales. Mi abuela siempre me recordaba que los comunistas soviéticos mataron a parte de mi familia. Así que, a pesar de toda la propaganda, yo era perfectamente consciente de todo.

P. Muchas familias en Ucrania habrán sufrido el Holodomor como la suya.

R. Yo diría que ahora estamos en otra fase del mismo genocidio. Se habla de un año de agresión, pero comenzó hace ocho años. Lo que siempre trato de explicar es que este deseo ruso de hacerse con Ucrania se remonta a 400 años atrás, cuando una parte de los territorios ucranianos se incluyeron en el Imperio ruso. En los siglos sucesivos se irían incorporando más con el fin de destruir completamente la identidad ucraniana. Por ejemplo, en el siglo XIX, hubo más de 50 decretos especiales de distintos zares para prohibir el uso del idioma ucraniano. En el periodo de entreguerras, entre la IGM y la IIGM, los ucranianos redescubrieron el espíritu nacional. Cuando los nazis tomaron el territorio ucraniano también hubo un intento de proclamar el estado ucraniano. Pero al volver a ser absorbida por la Unión Soviética, se prohibieron todos los elementos de la cultura ucraniana, incluso la tradición religiosa. Ahora la propaganda rusa de Putin ha hecho creer a los rusos que el 95% de los ucranianos está feliz y agradecido por la invasión, les ha hecho creer que son nuestros salvadores. Y es completamente al contrario. Son rechazados por casi la totalidad de los ucranianos. Han actuado con enorme crueldad asesinando incluso a los perros porque les ladraban.

P. Después de tantos meses, y desde fuera, pareciera que los esfuerzos diplomáticos han fracasado.

R. No estoy de acuerdo con esta apreciación. Quizá es una cuestión de percepción. Diría, que los esfuerzos diplomáticos han tenido mucho éxito en cuanto al apoyo que ha cosechado Ucrania. Pensemos en Alemania, un país que no iba a brindar ayuda militar y ahora están dispuestos a darnos los tanques Leopard. Si hablamos en relación con Rusia es diferente. Desde el primer momento fue imposible negociar porque Rusia empezó la guerra en contra de cualquier solución pacífica. Ucrania siempre había expresado su deseo de sentarse a hablar con Rusia. Por ejemplo, en marzo de 2021 visité la Santa Sede con el Primer Ministro de Ucrania, Denís Anatóliyovich Shmihal. Tuvimos una reunión con el Santo Padre y con el cardenal Pietro Parolin. Reiteramos que queríamos negociar con Rusia, quizá incluso utilizando como sede el Vaticano. Lo repetimos cuando el cardenal Parolin visitó Ucrania en agosto de 2021, cuando Ucrania celebraba el 30 aniversario de la independencia. Su Eminencia, el cardenal Parolin, nos aseguró su apoyo, pero del otro lado no hubo respuesta. Ahora mismo, cuando Rusia está ocupando casi una quinta parte del territorio, un poco menos, la negociación debe empezar por reconocer que estos territorios están ocupados. Hay millones de personas fuera de sus casas, viviendo dispersas en todas partes. La condición para negociar es el reconocimiento de que el territorio ha sido ocupado y ha de liberarse para que estas personas puedan regresar a sus casas. Se estima que entre 12 y 15 millones de ucranianos han tenido que abandonar sus hogares. Incluso mi propia familia ha tenido que marcharse de su casa.

P.¿Cómo podemos llevar la paz a Ucrania sin apaciguar los corazones de millones de personas que se han visto obligadas a dejar todo atrás?

R. Reconozcamos que la diplomacia ha logrado algunos éxitos en este tiempo. Por ejemplo, en el caso de la mediación del Vaticano para el intercambio de prisioneros entre Rusia y Ucrania. Hace unas semanas, unos parlamentarios ucranianos visitaron Roma para hacer otra petición a la Santa Sede, la de mediar para que Rusia devuelva a los niños ucranianos deportados a su territorio. La ONU ha reconocido que estos «traslados» suponen una violación de los derechos humanos y podrían constituir un crimen de guerra. Ucrania aprecia cualquier tentativo de negociación sobre el futuro de nuestro pueblo. Lo que quiero destacar es que es importante que todos los ucranianos vuelvan a su tierra. Apreciamos los esfuerzos de la Santa Sede, sin duda. Queremos promover especialmente una iniciativa de paz del presidente Zelensky que cuenta con diez puntos y que ya ha sido ampliamente respaldada. La Santa Sede conoce este plan.

P. ¿Y cuál ha sido la reacción de la Santa Sede?

R. Dijeron que acogen cualquier intento que pueda traer la paz. Explicamos que al menos en tres puntos de este plan del presidente podría ser fundamental la participación de la Santa Sede para su realización. El primero, el de traer de vuelta a casa a todos los ciudadanos ucranianos capturados, entre ellos soldados. Y, sobre todo, traer a los niños, a la enorme cantidad de niños que fueron robados y que estimamos en unos 685.000. Algunos son huérfanos y otros tienen a sus padres y son cientos de miles. El segundo punto del plan es la consecución de la paz. La Santa Sede es una de las voces más respetadas del mundo, una autoridad moral que podría ayudar a ello. El tercer aspecto es el de la justicia y la rendición de cuentas tras la paz. Las Iglesias siempre trabajan por la justicia cada día. ¿Quién sabe mejor que la Iglesia lo que significa justicia? La Santa Sede es una autoridad moral que puede participar en el proceso de justicia y reconciliación.

P. ¿Quiere que el Papa Francisco visite Kiev?

R.Claro, por supuesto.

P. ¿Qué significaría para Ucrania?

R. Tendría varios significados. En primer lugar, sería un símbolo del final de la guerra. En segundo lugar, sería una señal de apoyo por parte una de las figuras espirituales más importantes del mundo. En tercer lugar, sería un gesto muy claro del Santo Padre en favor de Ucrania. En cuarto lugar, podría ser una señal de que está fuera de cualquier posibilidad que Occidente apoye lo que está haciendo Rusia. Por lo que supondría un importante mensaje para Rusia. Entonces creo que estos cuatro puntos podrían ser muy significativos en el caso de una posible realización de la visita, lo cual es absolutamente deseable, absolutamente. El Papa es totalmente bienvenido en Ucrania.

P. ¿Cree que la visita podría darse pronto dado que ha declarado que tendría que visitar también Moscú?

R. Me gustaría rezar y rezo todos los días para que este sueño de los ucranianos se haga realidad rápido. Creo que sucederá. Pero no sé cuándo. Y mi oración y la oración de millones de ucranianos para que esta idea se realice lo más rápido posible.

P. Embajador, hace unos días, y es una frase que ha repetido varias veces, el Papa Francisco aseguró que en estos meses en los que ha tenido la oportunidad de reunirse con refugiados ucranianos, hay algo que le ha llamado la atención. Dice que ninguno de los niños refugiados ucranianos que ha visto sonreía y, por ello, el Papa se preguntaba qué habrán visto estos pequeños para no poder ni sonreír.

R. Por desgracia, es así. Es difícil sonreír si has sido testigo de primera mano de todo lo que está pasando. Esos niños han perdido el lugar del mundo en el que se sentían más seguros, sus propias casas. Nuestro sueño para Ucrania es hacer regresar a todas esas personas a sus hogares. No deseamos que abandonen el país. Aunque sé que hay muchas comunidades, en muchos países, que nos han recibido con los brazos abiertos, como en España, lo que queremos es que todos los ucranianos que han tenido que huir vuelvan a Ucrania. Porque estamos bien en los lugares donde nos acogen, pero no es nuestra tierra. Cientos de miles de personas han regresado a Ucrania, pero no pueden hacerlo a las regiones del Este. Así que nuestra tarea es liberar los territorios y dar la oportunidad a estas personas de regresar y reconstruir sus hogares. De recobrar la paz de cuerpo y alma.

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