De la esperanza a la ruina: los cristianos de la ciudad libanesa de Tiro recurren a la Iglesia para subsistir

La crisis financiera y el desplome de la moneda hacen mella en ciudades como Tiro, donde el 30% de la población es cristiana, entre ellos Thérèse y Salim

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Líbano continúa inmersa en una crisis económica aguda que está desangrando las instituciones sociales del país, en especial las de la Iglesia católica. La moneda del país ha sufrido la devaluación más grave de toda la historia. La emigración es masiva y el servicio básico social está derrumbándose. Líbano es el único país con una presencia de cristianos significativa en Oriente Medio después del éxodo masivo de los cristianos de Irak y Siria.

Una de las ciudades que más está sufriendo los efectos de esta decadencia económica es Tiro, donde estuvo Jesucristo para enfrentarse a los fariseos en Galilea. Allí conviven a día de hoy unas 150 familias cristianas (unas 1.500 personas). En su día fue una ciudad mayoritariamente maronita, mientras que ahora, los cristianos representan a menos del 30% de la población, mientras que los musulmanes chiíes son mayoría.

Muchos de ellos son tan pobres que sobreviven sólo gracias a la ayuda de la Iglesia y a los paquetes de alimentos financiados por la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN).

Salim Assaf, de taxista acomodado a recibir paquetes de comida de ACN

Son cientos los testimonios ciudadanos que recogen este drama. Por ejemplo el caso de Salim Assaf. En el pasado se dedicaba como taxista al traslado de turistas por la ciudad costera. Llegaba a ganar cien dólares al día, por lo que tenía una situación acomodada, de la que vivía su familia.

Pero la crisis financiera y el desplome de la moneda le afectó, ya que mientras el valor de la libra se devaluó hasta la vigésima parte, el precio del combustible se mantuvo. Así las cosas, Salim Assaf se vio obligado a devolver el coche y dejar el negocio del taxis. Aquello derivó en la pérdida de su vivienda. Junto a su esposa y cinco hijos, se trasladaron a la casa de su padre.

Meses después, la familia de Salim no remonta, por lo que precisan de la ayuda urgente de la Iglesia maronita, que le entrega un paquete de alimentos financiado por Ayuda a la Iglesia Necesitada: “La gente pide constantemente ayuda a la Iglesia”, explica el Padre Yacoub Saab, un sacerdote local. “Se han vuelto muy dependientes de los paquetes de alimentos. Siempre fueron pobres, pero la crisis los ha hundido en la miseria”, concluye.

De comer carne roja a pedir ayuda a la Iglesia: la historia de Thérèse

Pero el caso de Salim no es único en la ciudad de Tiro. Thérèse, de sesenta años, reside en el centro de la ciudad libanesa, cerca de la catedral maronita. Pese a las grandes dimensiones de la vivienda, el edificio está deterioado, con paredes cubiertas de humedad. Los pocos elementos decorativos que cuelgan de ellas son casi todos recortes de papel de figuras religiosas como Jesús, la Virgen y san Marón, el fundador de la Iglesia maronita.

Thérèse comparte su casa con su hija y sus dos nietas, que han regresado a Tiro tras un difícil divorcio. Sus otros dos hijos están en el Ejército y ayudan con lo que pueden, pero no les sobra mucho, quizá cuatro dólares al mes. “Antes, un sueldo en el Ejército equivalía a unos 1.300 dólares que bastaban para todo un mes. En cambio, ahora equivale a unos sesenta dólares”, explica Thérèse.

La cristiana recuerda que antes podía comer carne roja y pollo con regularidad, pero esos días parecen muy lejanos. Su marido, que solía ser pescador, a veces consigue trabajo limpiando pulpos para los restaurantes locales, cuando lo hace pueden permitirse algunas manzanas para las nietas, pero eso ocurre muy de vez en cuando.

“Sólo podemos comer gracias a los paquetes de comida”, cuenta Thérèse a sus visitantes. La Iglesia también le proporciona medicamentos para sus diversas enfermedades, incluida la diabetes, siempre que es posible.

“Todos los días vamos a la iglesia a rezar”, asegura Thérèse que, a pesar de su pobreza, da gracias a Dios por lo que tiene, también reza porque sus nietos resistan la tentación de abandonar Tiro o emigrar del Líbano.

La Iglesia colabora en lo que puede, pero cabe recordar que la diócesis de Tiro es una de las más pobres del Líbano. En total, incluidos pueblos y demás asentamientos de los alrededores, la Iglesia ha identificado a más de 2.600 familias necesitadas de ayuda. Ayuda a la Iglesia Necesitada financia, cada dos meses, para 1.500 de estas familias paquetes de alimentos que son distribuidos por un grupo de voluntarios de la Iglesia.

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