La figura de Juan Diego, "mensajero de la Virgen de Guadalupe": "Sobre él Dios puso su mirada"

Durante la Audiencia General, Francisco ha ensalzado la figura de este santo, "una persona humilde y servicial": "Dios hace prodigios a través de los pequeños"

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El Papa Francisco ha dedicado la catequesis de la Audiencia General de este miércoles a la inculturación del Evangelio y ha tomado como ejemplo las apariciones de la Virgen María a Juan Diego en la colina de Tepeyac en México. ECCLESIA COPE quiere recordar algunas claves de la figura del "mensajero de la Virgen de Guadalupe", primero ante el obispo Juan de Fumárraga y después ante los primeros peregrinos que llegaban al santuario una vez construido.

“Águila que habla” o “El que habla con un águila”, Cuauhtlatoatzin era el primer nombre de este humilde indio de la etnia chichimeca, nacido en el 1474 en Cuautitlán, entonces reino de Texcoco y territorio mexicano, padre de familia que con su esposa recibieron juntos el bautismo, pasó a llamarse Juan Diego y ella María Lucia, luego se casaron canónicamente y formaron un matrimonio cristiano.



Misionero de la Virgen

Juan Diego tomó el hábito de frecuentar las catequesis que los misioneros impartían los sábados en Tlatelolco. Desde el 9 hasta el 12 de diciembre, se le pareció la Virgen María en reiteradas ocasiones. El Santo Padre resumía las apariciones durante la Audiencia General esta mañana: “Mientras va de camino, ve en una colina a la Madre de Dios, queque le llama tiernamente “mi hijito Juanito”. Entonces le envía al obispo para pedirle que construya un templo en el lugar donde se había aparecido. Juan Diego, sencillo y servicial, acude con la generosidad de su corazón puro, pero tiene que esperar mucho tiempo. Finalmente, habla con el obispo, pero no le cree. Se encuentra de nuevo con la Virgen, que le consuela y le pide que lo intente de nuevo. El indio vuelve a ver al Obispo y con gran dificultad se encuentra con él, pero el Obispo, después de escucharle, le despide y envía hombres a seguirle”, ha comentado el Papa Bergoglio.

Tras un tiempo desanimado, Juan Diego le pide a la Virgen que le dispense y nombre a alguien más estimado y capaz que él. La Virgen le insta a la perseverancia: “Animado, vuelve al Obispo que le pide una señal. La Virgen le promete una y le consuela con estas palabras: “No se turbe tu rostro ni tu corazón: […] ¿No soy yo tu madre? ¿No estoy yo aquí, que soy tu madre? Luego le pide que vaya a la árida cumbre de la colina a recoger flores. Es invierno, pero a pesar de ello, Juan Diego encuentra algunas hermosas, las pone en su capa y se las ofrece a la Madre de Dios, que le invita a llevárselas al Obispo como prueba. Va, espera pacientemente su turno y finalmente, en presencia del Obispo, abre su tilma mostrando las flores y he aquí: en la tela del manto aparece la imagen de Nuestra Señora, la extraordinaria y viva que conocemos, en cuyos ojos aún están impresos los protagonistas de aquel tiempo”, ha recordado el Santo Padre a los peregrinos reunidos en el aula S. Pablo VI.

Unos años después, en el año 1519, tras la muerte de su esposa, Juan Diego recibió el permiso del obispo para dedicarse enteramente al cuidado del santuario y a la evangelización de los peregrinos que acudían a visitar a la Virgen de Guadalupe y realizó este servicio durante 29 años, hasta su muerte el 30 de mayo de 1548.



Un Santo que se ha ganado la estima de los tres últimos pontífices

"¡Amado Juan Diego, «el Águila que habla»!, enséñanos el camino que lleva a la Virgen Morena del Tepeyac, para que Ella nos reciba en lo íntimo de Su corazón, pues Ella es la Madre Amorosa y Compasiva que nos guía hasta el Verdadero Dios". Así lo exclamó San Juan Pablo II durante la homilía en la Solemne canonización del vidente de Guadalupe, el 31 de julio de 2002, después de haberle encomendado a los laicos y pedir su bendición por las familias.

Benedicto XVI también tuvo presente a San Juan Diego: el 13 de mayo de 2007, en la apertura de la V General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe en el Santuario de Aparecida, en Brasil, recordó las palabras que la Virgen dirigió a San Juan Diego, como también lo hizo en la misa por el Bicentenario de la Independencia de los Países Latinoamericanos y el Caribe, el 12 de diciembre de 2011. Además, resaltó el milagro de la imagen de la Virgen de Guadalupe en la tilma del santo indio.

Hoy, el Papa argentino también ha vuelto a resaltar la fe de este Santo, como también lo hizo el 9 de diciembre de 2020: “Que a través de su intercesión presente a la Virgen los países de América Latina, damnificados por la pandemia y los desastres naturales, para que ella, como Madre, salga al encuentro de sus hijos y los cubra con su manto”.

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