La historia de Dale Recinella, el laico que acompaña a condenados a muerte de EEUU junto a su esposa

Su labor con los condenados le ha hecho merecedor del galardón 'Custodio de la Vida' que conceden los expertos que asesoran en cuestiones de Bioética a la Santa Sede

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Dale Recinella pasó de ser un prestigioso abogado de finanzas de Wall Street a un asistente espiritual para personas condenadas a muerte en la cárcel de Florida, que es el segundo corredor de la muerte de EEUU.

Su labor de acompañamiento y consuelo a estos presos le ha hecho merecedor de ser el primero en ser galardonado con el premio 'Custodio de la Vida', tal y como se ha anunciado este martes, 28 de septiembre, en el marco de la reunión que los expertos que asesoran a la Santa Sede en cuestiones de bioética y medicina están manteniendo estos días en el Vaticano.

Un encuentro que tiene como desafío conseguir una distribución equitativa de los cuidados médicos a nivel mundial. Entre los presentes estará Jules Hoffmann, Nobel de Medicina del 2011, David Barbe, presidente de la World Medical Association o Carissa Etienne, directora de la Pan American Health Association.

Los participantes a esta reunión se reunirán con el Papa Francisco y también entregarán por primera vez este nuevo galardón que recae sobre el asistente espiritual Dale Recinella.


¿Cuál es la trayectoria de Dale Recinella?

Sus orígenes se encuentran en Italia, concretamente en Abruzzo. Se define como un capellán laico. Un trabajo que desempeña junto a Susan, su esposa, que ayuda a las familias de los condenados en el centro penitenciario estadounidense.

En una entrevista concedida en el digital católico'El Pregonero', explicaba el motivo que le llevó a interesarse por los reos que se encontraban en el corredor de la muerte, y que tiene su origen en sus padres: “Cuando era pequeño, mis padres se quedaron impresionados por la ejecución de Sacco y Vanzetti. Los dos fueron ejecutados en la silla eléctrica el 23 de agosto de 1927 en el centro penitenciario de Charlestown en Massachusetts. Se quedaron horrorizados por tanta atrocidad. Pensé que debería cuidar a gente como ellos".

Durante la entrevista, Dale Recinella explica el proceso que siguen a quienes son condenados a muerte en el país norteamericano: "Una vez firmada la orden de ejecución, el condenado es transferido de su celda del corredor de la muerte a la llamada casa de la muerte. La nueva celda es similar a la que ocupaba anteriormente. La única diferencia es que su habitación ahora está a poquísimos metros de la sala de ejecución".

Dale iba más allá en la entrevista concedida en junio de 2019 al digital, y precisaba que el condenado permanece hasta cinco o seis semanas en la celda. Es en ese momento cuando el capellán más acompaña a estas personas: "Si pide que sea yo su asistente espiritual, me permiten quedarme con él al menos doce horas a la semana. Si hay familiares que lo acompañan en esta larga agonía, tienen la oportunidad de conocer a mi esposa Susan. Será ella quien les consolará durante y después de la ejecución”, detallaba.

Hasta que llega el día de la ejecución, cuando los familiares del reo tienen la posibilidad de abrazarle por última vez. En torno a las once de la mañana, añadía, come por última vez para, minutos más tarde, recibir la unción del sacerdote: “En los minutos previos a la ejecución el condenado me da sus últimos mensajes para la familia y también es el momento de máxima conmoción".

En este punto, Dale Recinella revelaba en 'El Pregonero' que siempre le marca más aquellos que le consideraban un padre o un hermano por compartir con ello tantas horas en las últimas semanas de sus vidas: "A las 16h llega el equipo encargado y prepara a la víctima que, poco después, será atada a la cama donde será asesinada con una inyección letal".

Pero Dale no se marcha sin contemplar la ejecución a través del cristal: “A los condenados siempre les digo: Fija tu mirada más allá del cristal a una persona que te ama. Mírame a mí".

Las dos historias que más conmocionó a Dale Recinella

Finalmente, en la conversación con el medio católico relataba la historia que más le conmovió. Son dos: “El primero es el de un hombre y sus tres hijas destruidas por tener que despedirse de su padre. Mi esposa Susan trató de consolarlos, pero fue muy dramático. En el segundo caso era un puertorriqueño que se autoproclamó varias veces inocente. En este caso la ejecución salió mal: se contorsionó y luchó en agonía durante más de media hora antes de morir. El veneno de la inyección terminó en sus brazos debido a la ruptura de sus venas. Esto causó quemaduras internas de más de treinta centímetros, por lo cual no lograba morir. Tuvo la sensación de ahogarse y asfixiarse, se retorcía y casi rompe las correas que lo ataban a la camilla, hasta el punto de que tuvieron que sujetarle la cabeza.

Fue tal la conmoción que sintió Dale, que tras aquella ejecución llamó a su esposa Susan para desahogarse: "Acabo de ver a un hombre torturado hasta la muerte”.

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