José Kowalski, el sacerdote preso en un campo de concentración nazi que se negó a pisar el Rosario: "¡Písalo!"

Este 4 de julio se cumplen ochenta años de la muerte del religioso, beatificado por Juan Pablo II el 13 de junio de 1999

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Este lunes se cumplen ochenta años desde la muerte del Padre José Kowalski en el campo de concentración de Auschwitz, en el seno de la Segunda Guerra Mundial. Perdió la vida negándose a pisar su Rosario. Durante su estancia en el campo de concentración, trató de llevar el consuelo a los prisioneros. Fue beatificado por Juan Pablo II el 13 de junio de 1999.

Y es que José Kowalski siempre destacó por su vocación de servicio y apoyo a los jóvenes. Nacido el 13 de marzo de 1911 en Siedliska (Polonia), perteneció a una familia profundamente católica.

Su afán por acercar a más personas a Cristo llamó la atención del ejército nazi, que lo arrestó junto a otros once salesianos el 23 de mayo de 1941. Pese a las dificultades, realizó su pastoral en el campo de concentración. Aquello le costó sufrir el maltrato, asumir los trabajos más pesados y finalmente la muerte.



Pero nunca se rindió en su tarea de confortar a los más necesitados y asistir espiritualmente a quienes recibían la sentencia de muerte. Incluso les llevaba clandestinamente la Comunión y hasta lograba celebrar la Santa Misa en los barracones.

Uno de los supervivientes al campo de concentración de Auswitchz, Corrado Szweda, revela cómo el sacerdote fue trasladado junto a otros 69 sacerdotes al campo de exterminio nazi de Dachau, donde ya se encontraban otros 3.000 sacerdotes.

“Estábamos reunidos en el baño, esperando el turno para la desinfección. Entra Palitsch, el más despiadado de los verdugos. Se da cuenta de que Kowalski tiene algo en la mano: ¿Qué tiene ahí? Pregunta bruscamente. Y sin esperar respuesta le golpea con la fusta en la mano, de la que cae un Rosario. ‘¡Písalo!’, grita. Don José permanece inmóvil. Inmediatamente es separado del grupo y trasladado al batallón de castigo”, recordaba el superviviente.

Falleció durante la madrugada del 4 de julio de 1942, ahogado en la cloaca del campo. De acuerdo con uno de los testigos de sus últimos momentos de su vida, los compañeros llevaron al sacerdote Kowalski al barracón después de haber sido maltratado y haber sido arrojado desde lo alto al fango.

“Desnudo, sacado del albañal fangoso, con los restos de los pantalones colgando, todo empapado de la cabeza a los pies de aquella pasta viscosa de fango y porquería, obligado a fuerza de golpes, llegó al tonel donde yacían, moribundos unos, muertos los otros. Los verdugos golpeando a don Kowalski, escarneciéndolo como sacerdote, le ordenaron subir al tonel e impartir a los moribundos según el rito católico, la última bendición para el viaje al paraíso”, revela otro superviviente al campo de concentración nazi.

En ese momento, José Kowalski se arrodilló y comenzó a rezar el Padrenuestro, el Ave Maria, el Sub tuum praesidium y la Salve Regina. “Acurrucados en la hierba, sin atreverse a levantar la cabeza por no exponerse a las miradas de los verdugos, saboreaban las penetrantes palabras de don Kowalski, como alimento material de una paz deseada”.

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