"Jurar para odiar y someter": los siete cristianos que fueron ejecutados por no adherirse al nazismo

Pese a la persecución del Tercer Reich a los cristianos, muchos de ellos sucumbieron a Hitler por miedo. Otros se mantuvieron firmes en su fidelidad a Cristo

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Los cristianos también sufrieron la dura persecución de la Alemania nazi. Algunos de sus intelectuales e ideólogos clamaban por la creación de una nueva Iglesia alejado del Evangelio, un Cristo germánico que fuera “un maestro lleno de confianza en sí mismo y no un judío gemebundo”, tal y como afirmaba Alfred Rosenberg.

En los años sucesivos al ascenso al poder de Hitler, la Iglesia se esforzaba por recordar a quienes profesaban el cristianismo que no podían dar apoyo a un régimen anticristiano. No obstante, muchos de ellos, por miedo, juraron fidelidad al Führer.

Otros, a quienes también se les planteó el dilema entre elegir fidelidad a Dios o sucumbir ante el nazismo, fueron valientes y se mantuvieron firmes en su fe. El caso más representativo fue el del campesino austríaco Francisco Jägerstätter, cuya historia da a conocer el escritor Isidro Catela en su publicación 'Los que no juraron a Hitler' de 'Ediciones Encuentro'.

No obstante, la publicación también da a conocer la historia de siete cristianos alemanes que se negaron a jurar fidelidad al Tercer Reich, costándoles el martirio y la vida. Dos de ellos fueron beatificados.

Beato José Mayr-Nüsser (1910- 1945): “ Jurar para odiar, para someter, para incendiar”

Casado y con un bebé, nació en Maso Nusser en Piani di Bolzano, situado en el conocido como Tirol italiano. Era una zona de mayoría germanohablante, como era el caso de José. Pertenecía a una familia católica. Estudió en una escuela de negocios y trabajó como contable. Tenía muy claro que no juraría a Hitler, como recoge en sus cartas.

“Jurar es un verbo insoportable. ¿Jurar a quién? ¿A qué? ¿Por qué motivo? ¿Jurar a un Führer? Jurar en nombre de Dios. Jurar para abandonarse a sí mismo. Jurar para alimentar el fuego de la persecución contra otros hombres, otras mujeres, otros seres. Jurar por impulso. Jurar para odiar, para conquistar, para someter, para incendiar y convertir en polvo la historia y la creación. Jurar para ensangrentar la tierra con la sangre de los hijos de Aquel, que como único Dios, se ha revelado en el amor de Cristo. Jurar para renegar de la propia conciencia. Jurar y arrodillarse ante un culto demoníaco, el culto a los líderes, alzados como ídolos de una religión exterminadora”.

Su vida espiritual estuvo marcada por San Vicente de Paúl, particularmente por los más desfavorecidos. En 1942 se casa con Hildegard Straub.

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Cuando la Italia fascista se rinde en septiembre de 1943, el ejército alemán asume el control del sur de Tirol y reclutó a la fuerza a sus habitantes jóvenes de lengua alemana. En este contexto, José es llamado a filas y enviado a Prusia contra su voluntad para ingresar en las SS.

En la víspera de la ceremonia oficial de ingreso, José se negó a jurar fidelidad a Hitler. Y es que ese perverso juramento obligada a decir: “Juro a ti, Adolf Hitler, Führer y canciller del Reich, fidelidad y valor; prometo solemnemente a ti y a los superiores designados por ti, fidelidad hasta la muerte, que Dios me asista”.

Trataron de convencerle para que cambiase de opinión, pero se negó. Los textos de las cartas que le envió a su familia desde el lugar de reclutamiento es claro: “La urgencia de dar testimonio es ya inevitable. Son dos mundos que chocan entre sí. Mis superiores me han demostrado con toda claridad que rechazar y odiar son posturas que un católico jamás debería adoptar. Es mejor perder la vida que abandonar el camino del deber”.

Fue arrestado y acusado de traición y derrotismo. Murió en el traslado al campo de concentración de Dachau, donde fue condenado a muerte. Murió con un rosario y una Biblia. Fue beatificado el 18 de marzo de 2017.

Beato Nicolás Gross (1898 – 1945): oposición al nazismo desde su periódico

Nicolás Gross era periodista, padre de familia y también mártir del nacionalsocialismo. Nació en Niederwenigern, una localidad alemana que actualmente es un barrio de la ciudad de Hattingen. Compaginó su labor minera con el periodismo.

Con 19 años ingresó en el sindicato cristiano, del que sería su secretario tres años más tarde. Se afilió al partido cristiano de Zentrum, de donde surgió su curiosidad periodística. Gross Tenía dotes como escritor. Desde su cargo como director del Movimiento Católico de los Trabajadores, le permitió realizar un ejercicio de objeción de conciencia.

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En este sentido, asume de forma inquebrantable la defensa de la verdad, la justicia, la paz y la solidaridad hasta entregar la propia vida. “Nosotros, trabajadores católicos, rechazamos con fuerza y con claridad el nacionalsocialismo, no solo por motivos políticos o económicos, sino decididamente también por nuestra postura religiosa y cultural”, exponía el beato Nicolás Gross.

El diario que dirigía se convirtió en un problema para el régimen, porque no dejó de alertar a sus lectores sobre la verdadera piel del nacionalsocialismo. Por ello, el periódico fue declarado enemigo del estado y clausurado en 1938.

Desde ediciones clandestinas, Gross continuó denunciando el nazismo hasta que fue detenido, encarcelado y condenado a muerte en la horca. Murió martirizado el 23 de enero de 1945, su cuerpo fue quemado y sus cenizas esparcidas por el campo. Fue beatificado por Juan Pablo II el 7 de octubre de 2001.

Michael Lerpscher (1905 – 1940): condenado por “socavar la fuerza militar”

Hijo de un granjero, Michael Lerpscher fue hermano laico de la Sociedad Cristo Rey, la actual 'Sociedad Misionera de la Cruz Blanca'. También objetor de conciencia, quiso hacer el servicio militar como paramédico, pero su solicitud fue rechazada. Fue arrestado en 1940 y estuvo detenido en la prisión del tribunal regional de Graz.

Ese mismo año, en el mes de julio, fue trasladado a Viena, donde sería condenado a muerte por la Corte Marcial del Reich, el 2 de agosto. El motivo de su condena fue “socavar la fuerza militar”. El 2 de septiembre fue trasladado a la prisión de Brandeburg-Görden, donde fue ejecutado en la guillotina tres días después.

José Ruf (1905 – 1940): franciscano que estaba delicado de salud

Estaba delicado de salud por su artritis reumatoide desde la infancia. Era hijo de una familia humilde. Su madre procedía del entorno rural y su padre trabajaba para la Reichsbahn. José Ruf Ingresó en la orden franciscana, que abandonó para ser miembro de la Sociedad de Cristo Rey.

A principios de 1940 fue reclutado por la Wehrmacht y enviado al campo de entrenamiento de Pinkafeld. Se negó a participar en la guerra y así mismo le denegaron la posibilidad de hacer el servicio militar como paramédico. El 16 de agosto de 1940 fue trasladado a la prisión de Wehrmacht en Berlín-Mabit. Murió guillotinado.

Alfredo Heiss Triebenreuth (1904 – 1940): objetor de conciencia que nunca alzó el brazo

Creció en las tierras de la Alta Franconía y se mudó a Berlín a los 26 años para trabajar en el servicio de justicia. De fe recia y profunda, rechazó el nacionalsocialismo y expresó abiertamente su desaprobación de la política del régimen nazi.

Tras una visita a su ciudad natal, fue denunciado con la excusa de unas presuntas declaraciones subversivas. Fue interrogado por la Gestapo y recluido en el campo de concentración de Columbia-Haus durante diez semanas.

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En julio de 1935 comenzó a trabajar en la oficina de impuestos de la Asociación General de Parroquias Católicas de Berlín, antes de regresar al servicio civil en 1936.

Objetor de conciencia convencido, se negó a realizar el saludo hitleriano o llevar el uniforme con la esvástica. Al ser arrestado, declaró que se negaba a realizar el servicio militar en aquellas condiciones por el talante anticristiano del nazismo. Fue condenado a muerte por la Corte Marcial del Reich.

Ernesto Volkmann Schöbanch (1902 – 1941): humillado y torturado por no jurar la bandera

Se estableció como fabricante de guitarras en Bregenz. Se casó y vivió con su familia en la casa contigua a la parroquia de Bregenz, donde fue sacristán. Fue reclutado en febrero de 1941, y le hizo saber al comandante de la compañía local que, después de lo que había hecho el nazismo con la Iglesia y Austria, no podía jurar lealtad a Hitler.

Resistió todo tipo de humillaciones y se mantuvo firme para no prestar juramento a la bandera. Su esposa, que le acompañó y le sostuvo en todo momento, pidió clemencia por él. No fue así, y fue asesinado el 9 de agosto de 1941.

Ricardo Reitsamer (1901 – 1944): “Con la paz no se pierde nada, pero todo se puede perder en la guerra”

Granjero de profesión, no obedeció la orden para prestar servicio militar y para ello invocó, con valentía, las palabras de Pío XII: “Con la paz no se pierde nada, pero todo se puede perder en la guerra”.

Se negó a jurar a Hitler y el tribunal especial de Bolzano lo condenó a muerte. El capellán de la prisión en la que fue martirizado Reitsamer describe cómo fueron sus momentos finales: “Con una actitud conmovedora, Richard recibió los santos sacramentos y la bendición papal, con absolución general. Después, me subí al coche de la muerte con él y, rezando todo el tiempo, lo acompañé al lugar de la ejecución, mientras se abrazaba a mí como un niño. Cuando llegamos, dos soldados lo tomaron por debajo de los brazos para llevarlo a la columna donde lo iba a atar. A los dos o tres pasos, consiguió liberarse y volver a mí para besarme las manos y mirarme con una sonrisa antes de entregar su vida”.

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