Los niños, las grandes víctimas de los ataques yihadistas en Mozambique: "Mueren en cunetas al tratar de huir"

El misionero español en Pemba, el Padre Eduardo Roca, ha relatado en Aleluya el trabajo que desempeña la Iglesia para evitar que los más pequeños sufran los efectos del hambre

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Fechas señaladas en la vida de la Iglesia como la 'Jornada de Infancia Misionera', que se celera este domingo 17 de enero, constituyen una oportunidad perfecta para recordar lo privilegiado que somos de vivir en el llamado Primer Mundo, pese a sus imperfecciones. Un valor que se debe transmitir a los más pequeños, para que sean conscientes de que en otras partes del mundo la infancia es sinónimo de sufrimiento, pobreza o muerte.

Por ejemplo en Pemba, una ciudad ubicada al norte de Mozambique, en África, donde sus habitantes han de hacer frente a la falta de recursos, a las hambrunas y a la violencia yihadista que siembran el terror entre sus gentes. Son miles de personas las que tratan de huir de estos ataques, sobre todo mujeres con sus hijos de corta edad.

Desde el año 2012, el sacerdote Eduardo Roca, trabaja en la periferia de Pemba para transmitir el Evangelio a sus habitantes y ayudar a quienes más lo necesitan, en una zona que es eminentemente rural y pesquera. Como siempre ocurre, los niños son los más vulnerables. Muchos de ellos fallecen en las cunetas durante la huida.

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“Hasta un animal al poco de nacer se puede defender, pero un niño nunca. El terrorismo que vivimos al norte de la provincia ha provocado un éxodo de cerca de medio millón de personas, constituido fundamentalmente por mujeres y niños. El niño sufre todo el mal que podemos encontrar en todos los ámbitos, como la precariedad, la pobreza, la enfermedad, la persecución... Todos los problemas que vivimos los adultos de alguna manera se concentran en el sufrimiento y la muerte de los niños. Están sufriendo constantemente las consecuencias de esta guerra y miseria”, explica el religioso.

El centro de 'preescolar' fundado por la misión para salvar a muchos pequeños de Pemba

En Pemba, se intenta que los niños estén escolarizados, aunque la mayoría no lo está. Sin embargo, la misión de la que forma parte el Padre Eduardo Roca fundó un centro equivalente en España a preescolar con una parte de internado, con el que se busca que los menores de entre dos y cinco años, puedan disfrutar de un desayuno, un almuerzo y una merienda diaria antes de regresar a sus hogares: “De esta manera me quedo más tranquilo, porque garantizamos una dieta más completa a estos chicos. En Pemba, la mayoría de niños comen una vez al día, lo que es insuficiente”.

El trabajo de la Iglesia con las mujeres embarazadas

Como sucede en estos países, la sanidad es precaria. La medicina no llega, por lo que la atención es escasa: “La gente no tiene transporte para desplazarse, por lo que la enfermedad la tienen que pasar en casa”, remarca el misionero de origen aragonés, y añade que “una de las razones por las que buscan hechiceros que curen la enfermedad, porque la atención primaria es deficiente”.

Por ello, los embarazos son de alto riesgo en Pemba, aunque realmente en toda África. La parroquia en la que se encuentra el sacerdote impulsó un programa junto a Infancia Misionera, Cáritas y la comisión episcopal de Migraciones por la que apoya a embarazadas y mujeres que acaban de dar a luz, para proporcionarles leche materna o acompañamiento sanitario.

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Además, se puso en marcha desde la fundacion 'Semillas de Esperanza' un plan para trabajar con niñas huérfanas o han sufrido la lacra de la violencia o los abusos.

Así se aferran a la vida los menores en Pemba pese a las dificultades

El Padre Eduardo Roca guarda en su retina un sinfín de experiencias vividas con los niños de Pemba. Una de las historias que más le ha marcado es la que protagonizó junto a dos religiosas de Tanzania: “Se hicieron cargo de dos niños muy pequeños. Uno de ellos, qu se llama Kanalla, perdió a su madre y a su padre, por lo que la abuela recurrió a ellas para recibir ayuda. La pequeña tiene ahora casi dos años, pero cuando yo la vi por primera vez pesaba con un año cinco kilos y medio. Era una criatura desnutrida. Se quedó con nosotros y ahora se ha recuperado mucho. Los niños tienen una fuerza y una resistencia impresionante. En medio del dolor están estas experiencias impresionantes”, reflexiona el misionero español.

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En este difícil contexto, Eduardo Roca, junto a tantos misioneros españoles a lo largo y ancho del planeta, transmiten un mensaje de esperanza para los habitantes de estas zonas castigadas por la pobreza y la miseria: “En el caso de los niños, no son como los adultos, que siempre dudamos. Ahora con la pandemia del coronavirus, celebramos una misa solo para niños los domingos. No son muchos, porque la mayoría es musulmana. Piden a la Virgen esa paz que necesitamos. Nosotros pensamos que el Evangelio peude cambiar la realidad de estas gentes. Los niños son testigos de esto, en medio de tanto dolor”, explica el religioso.

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