República Dominicana: Cientos de campesinos marchan a la capital para exigir la devolución de sus tierras

La Iglesia respalda las justas reivindicaciones de la Asociación Mamá Tingó, cuyos miembros fueron despojados de casas y propiedades en 2018 por presiones de los terratenientes

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Son cinco jornadas de marcha de cerca de 30 kilómetros cada una. En total, unos 140 kilómetros: los que unen la ciudad de El Seibo hasta Santo Domingo. Varios cientos de personas de esa ciudad se han puesto nuevamente en camino —ya lo hicieron en vano en 2019— para exigir al gobierno del presidente Luis Abinader que cumpla sus promesas y les restituya sus tierras, de las que fueron injustamente despojados por presiones de los terratenientes en septiembre de 2018.

La Iglesia los respalda. «Nos sumamos a su marcha porque no queremos que se olvide su lucha ni que sus peticiones queden sepultadas bajo un manto de silencio. Nos sumamos porque hay que recordar al gobierno que las tierras son suyas y que fueron desalojados de ellas ilegalmente. Nos sumamos porque lo que quieren estos campesinos es recuperar su tierra y su hogar, es volver a la tierra que les vio nacer y en la que quieren vivir y morir», escribe en un comunicadofray Javier Aguilera, promotor de Justicia, Paz y Cuidado de la Creación de la provincia de España de los Dominicos.

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Aguilera ha escrito una carta a todos los frailes (unos 500) de la provincia de Hispania (fruto de la unión de las provincias Aragón, Bética y España), explicándoles la problemática porque —les dice—«estemos o no estemos en un lugar determinado», ello «no significa que no nos tengamos que doler con el dolor de los demás, ningún dolor humano nos puede ser ajeno».

«Monseñor Jesús Castro, el obispo de nuestra diócesis, Nuestra Señora de la Altagracia, nos respalda y está interviniendo», asegura el también dominico Miguel Ángel Gullón, misionero asturiano que marcha junto a los campesinos.

Scalabrinianas, Jesuitas…

Son las tres y media de la mañana, hora local, y Guyón ya está en pie, preparando la marcha. «Ahora estamos en la casa de las Misioneras Scalabrinianas, en un pueblo llamado Consuelo. En una hora y media comenzamos a caminar: la tercera etapa, 32 kilómetros, hasta Huracanes, donde somos acogidos en una casa de los jesuitas. El viernes llegamos a Palacio, donde hay muchas asociaciones de la sociedad civil que nos apoyan», relata a ECCLESIA.

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Los integrantes de la comitiva son campesinos que pertenecen a la Asociación «Mamá Tingó», que lleva el nombre de una luchadora por la tierra asesinada hace unos años. Son personas que durante generaciones han vivido en la llamada «Tierra de Dios», un paraje de la localidad de San Francisco Vicentillo, comunidad de la Culebra, en la provincia de El Seibo, del que fueron desalojados a la fuerza el 6 de septiembre de 2018. La «intervención» en cuestión fue brutal: sus casas fueron derribadas —destruyeron más de 212, todas ellas muy humildes— y sus cultivos arrasados. Hubo detenciones y torturas. Lo peor, con todo, fue el asesinato, en marzo de 2019, por parte del trabajador de un terrateniente, de Carlos Rojas Peguero, un niño de 12 años. El autor del crimen pasó menos de tres años en la cárcel y cuando salió atentó también contra el hermano mayor de la víctima, al que dejó medio muerto.

Los desalojos se produjeron pese a la existencia de un decreto (el nº 468) aprobado en 1975 por el presidente Balaguer para que nadie los molestara, y el reparto de tierras hecho en 2016 por el Instituto Agrario Dominicano, dependiente del Ministerio de Agricultura, a esas 613 familias. «Los terratenientes tienen mucho poder. Pagaron al abogado del Estado», dice Gullón, que explica que el caso ha sido llevado a la Justicia, sin que la denuncia hasta ahora haya dado fruto.

Reedición de la marcha de 2019

Los campesinos, entre tanto, no se rinden. Las movilizaciones en este tiempo han sido numerosas. La más importante fue otra marcha similar a la capital en 2019. «Caminamos también durante cinco días y nos apostamos ante el Palacio Presidencial. Estuvimos allí siete días y siete noches, pero la policía no nos quería allí y una noche nos desalojó a la fuerza», relata Gullón. «Nos llevaron a tres hospitales distintos para disgregarnos, pero no desistimos. Las Misioneras Dominicas del Rosario nos acogieron en su casa, próxima al Palacio, y estuvimos dos meses manifestándonos. Durante ese tiempo hubo conversaciones y negociaciones, pero no se consiguió nada. Salió el gobierno y el actual, que entonces estaba en la oposición, nos prometió todo (de hecho, nos llevaba comida, medicinas…), pero a día de hoy los campesinos siguen sin su tierra y son criminalizados».

Los «peregrinos» de la «Tierra de Dios» llegan a Santo Domingo mañana viernes, donde les esperan otros compañeros. Van escoltados por la policía nacional y, aunque en 2019 no lo consiguieron, albergan la esperanza de ser recibidos por el presidente.

El mismo «grito» que el de fray Antón de Montesinos

Los dominicos afirman que la lucha por la dignidad y derechos de estos campesinos es la misma que la que llevó a fray Antón de Montesinos en el Adviento de 1511 a lanzar su famoso «grito»: una homilía incendiaria ante las autoridades de la entonces isla de La Española. «Hoy —escribe fray Javier Aguilera—, la injusticia, la sufren esos campesinos a los que les han quitado las tierras y hoy, el grito de denuncia, el grito por la dignidad, es esta marcha que están realizando, como la que realizaron ya hace tiempo. Hoy tenemos que retomar el grito de nuestros hermanos y decir que les sean devueltas sus tierras. Hoy, desde aquí, les tenemos que hacer sentir que no están solos y que estamos con ellos».

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