Roberta Tremarelli: «Hay que seguir promoviendo en los niños la dimensión universal de la Iglesia»

La secretaria general de Infancia Misionera agradece la aportación de España al Fondo Universal de Solidaridad y subraya que la cooperación misionera va más allá de una jornada

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La secretaria general de la Infancia Misionera, Roberta Tremarelli, ha agradecido este 30 de junio la contribución de los niños españoles al Fondo Universal de Solidaridad que gestiona las ayudas a la infancia que la Santa Sede envía a las diócesis del Tercer Mundo. Infancia Misionera recaudó el año pasado 15 millones de dólares que permitieron financiar 2.600 proyectos. España, primer contribuidor europeo, aportó 2,6 millones de euros, el 13% del total.

La hermana Tremarelli (Roma, 1969) ha participado junto a José María Calderón, director nacional, y Luis Carlos Rilova, misionero del IEME en la diócesis de Hwange (Zimbabue), en la rueda de prensa de presentación de la memoria anual de actividades de OMP-España correspondiente a 2021. Religiosa del Instituto de Esclavas Misioneras del Santísimo Sacramento, es licenciada en Economía y Comercio, y también en Ciencias Religiosas, con especialidad en Catequesis Misionera. ECCLESIA ha conversado con ella.

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—Hermana, ¿a qué se debe su presencia en España?

—He venido a visitar a los niños del campamento misionero de Navarra. Es la primera vez que se hace en España un campamento misionero a nivel nacional, aunque sí son frecuentes a nivel diocesano. Este ha reunido en Javier a niños de distintas diócesis de 8 a 14 años. Hoy mismo vuelvo ya a Roma.

—¿Son frecuentes estos campamentos en otros países?

—Los hay también en muchos países de África y en algunos de Asia, como Indonesia, Sri Lanka, Japón, Corea y Tailandia. Es una ocasión para que los niños puedan compartir la espiritualidad misionera.

—Lleva al frente de la Obra Pontificia de Infancia Misionera desde 2017. ¿Cuánto le queda de mandato?

—Muy poco. Termino a finales del próximo mes septiembre, aunque existe la posibilidad de ser reelegida para un segundo periodo de cinco años. Antes de llegar a la secretaría general estaba en una comunidad en el norte de Italia. He dado clases de Religión en la escuela primaria y en un instituto, y he trabajado con niños en la parroquia.

—¿No ha estado en misiones?

—No, solo dos meses en Filipinas durante el periodo de formación. El carisma de nuestra congregación es la animación y cooperación misionera, en general con todas las obras de las OMP: el Domund, la Propagación de la Fe, Infancia Misionera, etc.

—Ustedes, en Infancia Misionera, promueven tres modos de cooperación.

—Sí. La cooperación espiritual, con la oración diaria de los niños por los demás niños y las misiones; la cooperación material, a través de la limosna o aportación económica; y la cooperación mediante el servicio y el testimonio de vida.

—Cada año en el secretariado reciben miles de proyectos de las Iglesias particulares. ¿Cómo los atienden?

—Contamos con subsidios ordinarios y con subsidios extraordinarios. Los primeros los recibe el obispo de cada Iglesia particular para promover la Obra de Infancia misionera a nivel diocesano, organizar actividades de formación, etc. Los segundos van destinados a la formación misionera a nivel parroquial, a sostener la dimensión educativa mediante la construcción de aulas, gastos escolares, etc. De ellos se benefician niños de hasta 14 años que están huérfanos, que tienen problemas de salud, etc.

—Usted ha dicho que la dirección nacional de España es la que más aporta de toda Europa, pero ha hecho énfasis en que más que la cantidad lo importante es transmitir un mensaje de universalidad.

—Sí, subrayar que son todas las Iglesias particulares las que contribuyen al Fondo Universal de Solidaridad de cada Obra pontificia para ayudar a la Iglesia a nivel universal a crear una estructura. Pedimos que se ayude a los niños a comprender esta dimensión universal; que comprendan, por ejemplo, que ahora tenemos un aula porque hay niños en todo el mundo que nos ayudan. He de recordar, no obstante, que los niños de los países receptores colaboran, y que alguna vez es más importante la contribución de los países de misiones que la de los otros niños. Hay que seguir promoviendo entre los niños la dimensión universal de la Iglesia.

—Se trata, por tanto, de una labor que va más allá de la celebración de una Jornada.

—En efecto. A veces se hace mucha promoción de una Jornada y luego durante el año no se promueve nada, cuando lo importante es un programa en el que haya oración, formación y animación para que el niño llegue a la cooperación verdadera, no solo a la ofrenda, al donativo, una vez al año. Si se comprende lo que significa ser miembros de la única Iglesia, vamos a compartir.

—A usted le ha tocado lidiar con la pandemia, una etapa muy difícil. ¿Cómo ha ido evolucionando la situación hasta ahora?

—Al inicio de la covid hubo muchas dificultades en las direcciones nacionales. No existía la posibilidad del encuentro presencial con los niños, que es muy importante. Pero casi todos los países empezaron a hacer propuestas a través de las redes sociales, también los de África, América del Sur y Asia. Y de esta manera se continuó trabajando con los niños, promoviendo el tiempo de oración, de animación y de formación. Creo que en este tiempo lo más importante ha sido que desde sus casas los niños compartieron su experiencia con los padres, y ahora toda la familia participa en el momento de oración, de animación y de formación misionera. En estos cinco años hemos descubierto la importancia de la relación con las familias.

—¿Cómo explicaría qué es la Infancia Misionera a alguien que no haya oído hablar de ella?

—Al comienzo se la definía como «niños que ayudan a otros niños». Ahora se puede añadir que «los niños oran por los niños» y que «los niños evangelizan a los niños». La Obra de la Infancia Misionera es una obra que se hace donde los niños rezan, se ponen al servicio de la misión de la Iglesia y comparten la fe. Son testigos de la fe entre los otros niños.

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