Un obispo de Colombia pide a los narcotraficantes acabar con la ola de asesinatos en la frontera con Venezuela

El obispo de Arauca, Mons. Jaime Cristóbal Abril, ha denunciado que que esta espiral de violencia extrema ha costado la vida en 2022 a más de veinte personas

Tiempo de lectura: 2’

El obispo de Arauca, en Colombia, ha instado a los grupos armados como el Ejército de Liberación Nacional o a las disidencias de las FARC que detengan la oleada de asesinatos en la región fronteriza con Venezuela, que ha costado la vida en lo que llevamos de 2022 a más de veinte personas. Una espiral de violencia que tiene como fin disputarse las rutas del narcotráfico, pistas de aterrizaje y enclaves de minería ilegal.

En un comunicado, Mons. Jaime Cristóbal Abril pidió a los grupos armados que “pasen de la recriminación mutua, que busca colocar en el otro al único responsable de los hechos a generar el pretexto para las acciones de respuesta, a una reflexión propia, al análisis sereno de los acontecimientos, al afrontar la verdad y clarificar los hechos, a parar, el creciente torbellino de asesinatos, actos violentos y amenazas”.

El Prelado los alentó también “a colocar en primer lugar el bien de esa población civil que tanto dicen representar y defender, especialmente de los más débiles de nuestra sociedad y a darse la oportunidad del encuentro para el diálogo directo que pueda abrir caminos reales y concretos de superación de la actual situación”.

A juicio del obispo de Arauca, esta situación ha agravado la crisis humanitaria y social, con hechos muy tristes y dolorosos como asesinatos selectivos sobre todo de jóvenes, desplazamiento forzado de familias completas y personas particulares, atentados con explosivos, quema de vehículos y de objetos personales o limitación de la movilidad.

“Todos sabemos que la paz exige de los hombres un coraje moral diverso. La guerra sigue lo que hay de más bajo en nuestro corazón, la paz nos impulsa a ser más grandes que nosotros mismos”, resaltó el obispo de Arauca.

El Prelado expresó su solidaridad con todos los afectados y señaló que “la vida es sagrada, recordando que es un don precioso recibido de Dios y que nadie le está permitido arrebatar a otro”.

Tras pedir a las autoridades civiles que protejan a la población, así como la ayuda de la comunidad internacional, el Prelado alentó a “no desfallecer en la oración, suplicando especialmente por el don de la paz”.

Religión