Recuerdan a las víctimas del yihadismo con una cruz tallada con restos de una casa destruida por el terrorismo

La comunidad cristiana de la localidad de Mieze, en Mozambique, ha sufrido los ataques del yihadismo en los últimos cinco años, dejando centenares de muertos

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Los terroristas islámicos atacaron en 2017 la localidad de Mieze, en Mozambique. Cinco años después de aquello, la parroquia de Nuestra Señora del Carmen, en este municipio del país africano, ha tallado un crucifijo de madera para rezar en memoria de aquellas víctimas.

Pero no es un crucifijo cualquiera, ya que la madera con la que se ha tallado pertenecía a una casa, propiedad de un cristiano, que fue quemada por el yihadismo: “La cruz se hizo con la madera quemada de la casa de un cristiano y el Cristo está roto en pedazos porque queremos recordar la situación de tantas personas, tantos hombres, mujeres y niños que han sido descuartizados”, explicó el Padre Edegard Silva, un misionero saletino brasileño radicado en Cabo Delgado.

“Por eso el cuerpo, las piernas, los brazos y la cabeza de Cristo están separados, porque expresan la realidad de tanta gente aquí en esta guerra de Cabo Delgado”, agregó el presbítero.

Según Ayuda a la Iglesia Necesitada, toda la comunidad cristiana de la localidad de Mieze vivía antes en el distrito de Muidumbe, capital de Cabo Delgado, pero debido a la violencia se vio obligada a “rehacer su vida en otros lugares, ya sea en campos de reasentamiento o en pueblos acogidos por parientes y amigos”.

Uno de los atentados más devastadores ocurrió contra la misión católica de Nangololo (Muidumbe) en octubre de 2017. La misión fue quemada hasta las cenizas, dejando inhabitables las casas de cristianos, la parroquia, la casa cural y demás edificios. En otro ataque, ocurrido entre el 6 y el 8 de noviembre de 2020, fueron decapitados 50 jóvenes en un campo de fútbol de la villa de Muatide.

Ante esta situación, el Padre Edegard Silva también tuvo que huir de Muidumbe y asentarse en Mieze, creando ahora nuevos espacios para rezar el Vía Crucis y el Rosario misionero.

“El objetivo es recordar la dimensión mariana de la Iglesia y la solidaridad en tantas partes del mundo”, dijo el Padre Edegard. El misionero calificó de “hermosa realidad” que “en todas las Misas haya siempre una oración por la paz en Mozambique y en el mundo”.

“No pedimos la paz splo para Cabo Delgado, porque esta realidad de la guerra no existe sólo aquí. El Rosario se abre al mundo, este es el Rosario misionero. Cuando lo rezamos, pedimos por la paz en todos los continentes, por la solidaridad y también por nosotros mismos”, manifestó.

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