El cardenal Konrad Krajewski vive otro día difícil de olvidar en Ucrania: "La guerra no conoce la piedad"

El cardenal polaco, enviado por el Papa por cuarta vez a Ucrania, rezó ante los numerosos cuerpos enterrados en fosas comunes en Izium

Vatican News

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Tras salir ileso de un tiroteo en la ciudad ucraniana de Zaporiyia, el cardenal polaco Konrad Krajewski, limosnero del Papa, enviado por cuarta vez a este país martirizado por la guerra, vivió este lunes un día que no olvidará. Desde Járkov, donde llegó por la tarde, relató a los medios vaticanos la mañana que pasó con monseñor Pavlo Honcharuk, obispo de la diócesis de Járkov-Zaporiyia, en Izium, localidad “recién abandonada por los rusos” y donde se encuentran los restos de unas 500 personas.

"Allí fuimos testigos de una "celebración" - podemos decirlo así - en la que 50 jóvenes, en su mayoría policías, bomberos, soldados vestidos con monos blancos, estaban cavando y sacando de las tumbas, a menudo comunes, los cuerpos de pobres ucranianos asesinados, hace unos 3-4 meses, algunos recién enterrados allí."

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"Lo sé... está la guerra", ha explicado el cardenal Krajewski, "y la guerra no conoce la piedad, también están los muertos. Ciertamente, ver a tantos en una zona es algo difícil de contar, de explicar".

"Hubo una cosa que me conmovió mucho: estos jóvenes ucranianos estaban sacando los cuerpos de una manera tan delicada, tan tranquila, totalmente silenciosa. Parecía una celebración, nadie hablaba pero había tantos policías, soldados... Al menos 200 personas. Todo en silencio, con una increíble apreciación del misterio de la muerte. Realmente había mucho que aprender de estos chicos", relató el cardenal polaco.

"Realmente fue un momento conmovedor ver cómo llevaban los cuerpos. Parecía que lo hacían por sus propias familias, por sus padres, hijos, hermanos. El obispo y yo caminamos entre ellos, rezamos la Coronilla de la Misericordia una y otra vez, estuvimos al menos tres horas. No podía hacer otra cosa". Fue – ha subrayado el cardenal - "una celebración de la misericordia", un gesto totalmente gratuito.

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"Esto se ha quedado conmigo ahora que estoy de vuelta en Járkov, me encuentro en la capilla y pienso en estos jóvenes". Fue un día difícil, marcado también por la visita a una comisaría de policía, convertida en cámara de tortura.

"Sabía que encontraría muchos muertos, pero conocí a hombres que mostraron la belleza que a veces se esconde en nuestros corazones. Mostraron una belleza humana en el lugar", dijo el cardenal Krajewski a los medios vaticano, conmovido, "donde sólo podía haber venganza". "Pero no. Recordé las palabras de la Sagrada Escritura de que el mal siempre debe ser vencido con el bien".

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