El día que el Papa Francisco cambió el Catecismo para explicitar el rechazo de la Iglesia a la pena de muerte

El estado norteamericano de Carolina del Sur regula por ley por que los condenados puedan elegir entre ser ejecutados con la silla eléctrica o mediante el pelotón de fusilamiento

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La pena de muerte sigue siendo el máximo castigo impuesto a los condenados en algunos territorios de EEEUU, siendo una de las vergüenzas de la principal potencia mundial. Las voces contra la pena de muerte han resurgido en las últimas horas, después de que el gobernador republicano de Carolina del Sur haya firmado el proyecto de ley que establece que los presos deberán elegir entre ser ejecutados con la silla eléctrica o el pelotón de fusilamiento en caso de que no haya disponible la inyección letal. Hasta el momento, los presos podían elegir entre el fármaco mortal o la silla eléctrica.

Cabe recordar que, desde hace una década, Carolina del Sur no cuenta con esta inyección en sus establecimientos penitenciarios, lo que ha impedido en este tiempo que se hayan ejecutado a los 37 presos que esperan su turno en el corredor de la muerte, ya que obviamente se decantaban por la inyección, lo que les ha permitido dilatar su vida.


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Francisco cambia el Catecismo para reflejar que la pena de muerte es "inadmisible"

La Iglesia siempre ha mostrado su repulsa por la pena de muerte. El primer Pontífice en pedir el cese de la máxima pena fue Juan Pablo II en la Navidad de 1998. En su mensaje, reclamó la abolición en todo el mundo de la pena de muerte.

Una posición que reiteró en su Pontificado Benedicto XVI,por ejemplo el 30 de noviembre de 2011, cuando en un congreso internacional organizado por la Comunidad de Sant’Egidio sobre el tema ‘No hay justicia sin vida’, expresó su esperanza por que “las iniciativas políticas y legislativas promovidas de forma creciente en numerosos países ayuden a abolir la pena de muerte y continuar el progreso substancial realizado para conformar la ley penal con la dignidad humana de los detenidos y el efectivo mantenimiento del orden público”.


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Casi una década después,Francisco catalogó como inaceptable la pena de muerte bajo cualquier circunstancia. Aquello vino acompañado de un cambio en el Catecismo de la Iglesia Católica, con la aprobación de la nueva redacción del ítem 2267 del Catecismo, que establece que "la Iglesia enseña, a la luz del Evangelio, que la pena de muerte es inadmisible, porque atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona, y se empeña con determinación por su abolición en todo el mundo", dijo el Santo Padre.


Los obispos americanos, críticos con Donald Trump

Desde entonces (y anteriormente), los obispos estadounidenses han mostrado en reiteradas ocasiones su repulsa a la pena de muerte en el país. De hecho, apenas dos meses antes de las elecciones de EEUU en las que Biden se impuso a Donald Trump, la Iglesia reclamaba al todavía presidente republicano detener las ejecuciones, que crecían de manera significativa.

“En los últimos 60 años, antes de que la administración Trump reiniciara las ejecuciones federales, solo hubo cuatro ejecuciones federales. Desde julio, ha habido cinco, lo que ya es más ejecuciones federales que las realizadas en cualquier año del siglo pasado”, expresaba en una nota la Conferencia Episcopal de EEUU el pasado mes de septiembre.

El episcopado advertía que “las ejecuciones son completamente innecesarias e inaceptables para la reinserción del preso. Le decimos al presidente Trump y al Fiscal General Barr: Ya basta. Detengan estas ejecuciones”.

En otra nota de prensa, los obispos americanos manifestaban que “la pena de muerte es inaceptable, es una afrenta al Evangelio y al respeto de la vida humana”, con motivo de la decisión de la Corte Suprema de dar luz verde a la administración de Trump para restaurar la pena de muerte a nivel federal, después de 17 años de suspensión.

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