El emocionante testimonio de Zakia, viuda del embajador asesinado en el Congo: “Le siento siempre a mi lado"

El Papa escucha durante la inauguración del X Encuentro Mundial de las Familias la historia de dolor y amor de su familia

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A Zakia Seddiki le costó mantenerse entera mientras contaba al mundo el vuelco que dio su vida el día que su marido fue asesinado hace ahora un año y medio. Con una serenidad asombrosa, flanqueada por su madre y por sus tres hijas, Sofía de cinco años, y las gemelas Lilia y Miral de cuatro, arrancó su testimonio hablando de su marido, Luca Attanasio, el embajador italiano en la República Democrática del Congo, que fue asesinado cuando se dirigía a visitar un proyecto de la ONU para mejorar la alimentación de los niños.

Pocos días antes de su asesinato Luca Attanasio había visitado la comunidad misionera javeriana de Bukavu, capital de la provincia de Kivu del Sur y había contado a los religiosos la ilusión que tenía puesta en ese proyecto. Era un diplomático altruista y generoso, empeñado en mejorar la vida de quien se encontraba cerca.

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"No me gusta hablar de él en pasado"

Zakia explicaba al Papa que no se siente a gusto cuando se refieren a ella como la viuda de Luca. Prefiere considerarse su esposa porque "no me gusta hablar de él en pasado, porque siempre siento a Luca a mi lado". Hasta el punto de "sentir su presencia cada día". El Pontífice sonrió cuando le contaba que la primera vez que sus hijas vieron al Papa, pensaron que era un médico, porque iba vestido de blanco. Pero tenían razón, matizó Zakia, porque el Papa es un médico que se preocupa por las almas de todos los cristianos, y siempre se ocupa de los que necesitan consuelo.

La historia de amor entre Zakia y Luca encierra un componente especial porque ella es musulmana y el era católico. Pero la diferencia de religión nunca había supuesto un obstáculo. Los dos estaban convencidos de que esa diferencia los había enriquecido, porque basaron su familia en el amor auténtico, con respeto, solidaridad y diálogo entre sus diferentes culturas.

Mientras leía su testimonio Zakia subrayaba con energía que sus respectivas religiones les habían ayudado "a superar todas las diferencias y dificultades, aprendiendo la importancia de la comunicación y de la escucha y de la convivencia sin juzgar al otro, porque siempre hemos creído en el mismo Dios que nos pide, en dos libros sagrados diferentes, la Biblia y el Corán, que amemos al prójimo, que hagamos el bien y nunca el mal, que respetemos a los demás". Mientras duró su matrimonio celebraban juntos y con alegría tanto la Navidad como el Ramadán, que los acercó, contaba, al sufrimiento de cada niño que carece de comida y agua cada día.

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Transmitir el amor

Antes de finalizar su testimonio Zakia quiso dirigirse a todas las mujeres, que como ella se quedan solas teniendo que sacar adelante a sus hijos: ella se ha impuesto la tarea de transmitir a sus tres hijas ese amor que nació con Luca. Puede haber momentos de desánimo, añadía quebrándose la voz, “sobre todo por la noche, cuando se hace el silencio, cuando necesitaría a mi marido a mi lado para hacer sonreír a nuestras tres princesas, para leerles un cuento de hadas, para contarles sus mil aventuras. Pero estoy segura de que seguirán creciendo fuertes, sonrientes y genuinas como su padre. La vida puede ser injusta, pero no debemos ni podemos ceder al desánimo".

Su última recomendación a las familias del mundo fue que “a pesar de las diferencias culturales, las familias sean un lugar donde podamos encontrar siempre la luz y la certeza de que Dios nunca nos dejará solos". Al terminar su testimonio se llevó un largo aplauso.

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Las palabras del Papa a Zakia tras escuchar su testimonio

“Te agradezco a ti, Zakia, por habernos contado tu historia. Es hermoso y consolador ver que lo que habéis construido juntos, Luca y tú, sigue vivo. Vuestra historia nació y se fundó en el compartir ideales muy altos, que tú has descrito de este modo: «Basamos nuestra familia en el amor auténtico, con respeto, solidaridad y diálogo entre nuestras culturas». Y nada de todo eso se perdió, ni siquiera después de la trágica muerte de Luca. De hecho, no solo el ejemplo y la herencia espiritual de Luca permanecen vivos y hablan a la conciencia de muchos, sino que también la organización que fundó Zakia lleva adelante, en cierto modo, su misión. Es más, podemos decir que la misión diplomática de Luca se volvió ahora una “misión de paz” de toda la familia. En vuestra historia se ve bien cómo lo que es humano y lo que es religioso pueden entrelazarse y dar frutos bellísimos.

En Zakia y Luca encontramos la belleza del amor humano, la pasión por la vida, el altruismo y también la fidelidad al propio credo y a la propia tradición religiosa, fuente de inspiración y de fuerza interior. En vuestra familia se expresa el ideal de la fraternidad. Además de ser marido y mujer, vosotros habéis vivido como hermanos en humanidad, como hermanos en experiencias religiosas diversas, como hermanos en el compromiso social. También esta es una escuela que se aprende en familia. Viviendo junto al que es diferente a mí, en la familia se aprende a ser hermanos y hermanas. Se aprende a superar divisiones, prejuicios, cerrazones y a construir juntos algo grande y hermoso, partiendo de lo que nos une. Ejemplos vividos de fraternidad, como el de Luca y Zakia, nos dan esperanza y nos hacen mirar con más confianza a nuestro mundo desgarrado por divisiones y enemistades. ¡Gracias por este ejemplo de fraternidad!”.


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