Así será el acto de creación de los 21 cardenales nombrados por el Papa Francisco: habrá dos canonizaciones

El sábado 27 de agosto en la Basílica de San Pedro, el Pontífice impondrá el birrete, la entrega del anillo y la asignación del Título o Diaconía a los 21 nuevos cardenales

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Quedan nueve días para que tenga lugar uno de los acontecimientos más esperados de la Iglesia en este verano de 2022, que es la creación por parte del Papa Francisco de un total de 21 cardenales el próximo sábado, 27 de agosto.El acto tendrá lugar en la Basílica de San Pedro a las 16h, momento en el que el Santo Padre impondrá a todos ellos el birrete, la entrega del anillo y la asignación del Título o Diaconía.

Fue el pasado domingo 29 de mayo, durante el último 'Regina Coeli' de este año cuando el Pontífice por sorpresa nombrara a estos 21 cardenales, de los cuales uno de ellos es español, el salmantino Fernando Vérgez. España contaría así con un total de quince cardenales, nueve de ellos electores y elegibles si hoy se celebrara un cónclave, además de otros seis eméritos convirtiéndose en el tercer país del mundo con mayor número de cardenales.

El resto de nuevos cardenales proceden de Italia, Francia, Paraguay, Colombia, Brasil, Ghana, Nigeria, EEUU, India, Mongolia, Singapur, Ulan Bator y Timor. Entre los nombramientos se encuentra un emérito de Colombia y dos italianos. Hará cardenal a cinco que son mayores de 80 años, por lo que no tendrían derecho a votar en un cónclave para elegir a un nuevo Sucesor de Pedro.

Tres días más tarde, el martes 30 de agosto, Francisco presidirá la Eucaristía con los nuevos cardenales y el Colegio Cardenalicio, también en la Basílica de San Pedro.

Un día antes, está previsto que el obispo de Roma se traslade a la ciudad italiana de L'Aquila para la celebración de la Perdonanza.Allí el Santo Padre saludará a los familiares de las víctimas del terremoto del 2009 y celebrará una misa en la basílica de Santa Maria di Collemaggio con el rito de apertura de la Puerta Santa, que se abrirá no sólo a los peregrinos que acudirán en gran número, sino que se abrirá de par en par al mundo entero.

Canonización de los beatos Giovanni Battista y Artémides Zatti

El sábado, al finalizar la ceremonia de la creación de los 21 cardenales, el Papa Francisco canonizará a los beatos Giovanni Battista Scalabrini, obispo de Piacenza y fundador de la Congregación de los Misioneros de San Carlos y de la Congregación de las Hermanas Misioneras de San Carlos Borromeo, y a Artémides Zatti, laico profeso de la Sociedad Salesiana de San Juan Bosco.

Battista Scalabrini, el 'apóstol de los migrantes'

Battista Scalabrini fundó en 1887 la Congregación de los Misioneros y Misioneras de San Carlos para la asistencia a los emigrantes y en 1901 él mismo se embarcó en Génova para unirse a los emigrantes italianos en EEUU. Ello le valió el sobrenombre de 'apóstol de los migrantes'. Scalabrini, ordenado obispo con solo 36 años, fue uno de los pioneros en la Iglesia del estudio del fenómeno migratorio.


Artemide Zatti, "un ángel que se hizo enfermero"

Por su parte Artemide Zatti, declarado beato por el Papa Juan Pablo II el 14 de abril de 2002, tiene raíces italianas, aunque su familia emigró a Argentina huyendo de la pobreza. Frecuentaba la parroquia de los salesianos en Bahía grande. Quería ser sacerdote.

A los veinte años ingresa en la familia Salesiana, donde cuida de un sacerdote que le contagia la tuberculosis. El día en que ha de vestir la sotana, agobiado por la fiebre y una fuerte tos, no pudo participar en la ceremonia ni recibir el hábito.

El médico aconseja que el enfermo sea trasladado a Viedma, donde el aire es más sano. Artémides lo acepta de buen grado: “¡Iré a Viedma para morir, si es la voluntad de Dios!”. El capellán del hospital le invita a hacer una promesa a María Auxiliadora: “Si Ella te cura, te dedicarás durante toda tu vida a estos enfermos”. Artémides cumplió con gusto la promesa cuando se curó. Más tarde diría: “Creí, prometí, curé”. Pero esa promesa exigía el sacrificio de renunciar al sacerdocio.

Coherente con la promesa hecha a la Virgen, se consagró totalmente al hospital, ocupándose en un primer momento de la farmacia aneja, y después fue vicedirector, administrador, y diestro enfermero apreciado por todos los enfermos y por todo el personal sanitario. Su mejor medicina era él mismo con su actitud, las bromas, la alegría, el cariño. No solo quería administrar medicamentos, sino ayudar a los pacientes a ver en su situación un signo de la voluntad de Dios, sobre todo cuando estaban moribundos.

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No sólo hacía su trabajo en el hospital, sino que su corazón abarcaba la ciudad entera. Cuando había necesidad se movía a cualquier hora del día o de la noche, hiciera el tiempo que hiciera, visitando los tugurios de la periferia. Rezaba mientras pedaleaba sobre su bicicleta y las pocas horas libres las pasaba estudiando y leyendo libros de ascética. Su fama de enfermero santo se propagó por todo el Sur y le llegaban pacientes de toda la Patagonia. Cuando un pobre hombre encamado ve llegar de madrugada al hermano salesiano, se excusa por mandarlo llamar a esas horas. Él responde con entusiasmo : “¡Su deber es llamarme y mi deber es acudir!”

Los enfermeros preferían su visita a la de los médicos. Artémides amaba a sus enfermos. Veía en ellos al mismo Jesús, hasta el punto de que cuando pedía a las hermanas ropa para un muchacho recién llegado, decía: “Hermana, ¿tiene ropa para un Jesús de 12 años?”

Su vida desbordaba bondad y dulzura, hasta el punto de que todos decían que era "un ángel que se hizo enfermero".

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