“Benedicto XVI nunca me quitó el apoyo. Daba libertad”: las palabras de Francisco en "El Sucesor"

En el nuevo libro del Pontífice, se narra los 10 años de convivencia entre los dos papas. Ha sido escrito por Francisco junto al corresponsal de ABC, Javier Martínez Brocal

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A lo largo de 10 años hemos asistido a una situación insólita en la historia de la Iglesia, que aunque no imposible, será difícil que vuelva a repetirse durante un periodo de tiempo tan extenso: la convivencia entre un papa emérito y el papa en activo. Mucho se ha escrito y especulado sobre este periodo, pero faltaba el testimonio de uno de los protagonistas, el propioPapa Francisco.

En las cerca de 250 páginas de “El Sucesor”, el pontífice deja constancia de que entre ellos existía una relación de enorme lealtad y admiración. Benedicto XVI nunca consideró que Francisco fuera un oponente o un rival y Francisco fue siempre muy consciente de que no tenía a un enemigo en casa, sino más bien a una figura muy cercana a la de un padre:

“Me dejó crecer, me dio paciencia. Y, si no veía clara alguna cosa, pensaba tres o cuatro veces antes de decírmelo. Me dejó crecer y me dio libertad para tomar decisiones”

“Daba libertad, nunca se entrometió. Por ahí, en una ocasión en que hubo una decisión que no entendía, me preguntó al respecto con mucha naturalidad. Me dijo: «Mire, yo no entiendo esto, pero la decisión está en sus manos», y yo le expliqué los motivos y quedó contento”

“Él nunca me quitó el apoyo. Quizá hubo alguna cosa que hice con la que él no estaba de acuerdo, pero nunca lo dijo”

“Cuando yo le planteaba una cuestión, me decía: «Pues habría que mirar por acá, o por allá». Ampliaba el campo. Tenía esa capacidad de ampliar la visión para ayudarme a tomar una buena decisión”

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“Benedicto XVI nunca me quitó el apoyo. Daba libertad”: las palabras de Francisco en El Sucesor


"El Sucesor" narra la relación de lealtad y admiración entre ambos papas

En “El Sucesor” descubrimos, por ejemplo, que Benedicto XVI apostaba desde siempre por el entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio, a pesar de que algunos de la Curia, en el 2011, querían que el papa aceptara su renuncia como arzobispo de Buenos Aires en cuanto cumpliera los setenta y cinco años e incluso ya habían preparado a su sucesor. Cuando presentaron a Benedicto XVI la carta preceptiva de renuncia, contaron a Francisco que el comentó: “Yo no sé por qué tiene aquí tantos enemigos el cardenal Bergoglio. Prorroguemos dos años, que se quede como arzobispo otros dos años más”. El entonces cardenal Bergoglio vivió esa decisión como una demostración de confianza que agradeció siempre.

Un libro escrito en un lenguaje ágil, en el que Martínez Brocal añade explicaciones de contexto cuando resulta necesario, y que sobre todo contribuye a disipar el ruido que ha enturbiado a lo largo del tiempo las noticias sobre los dos papas, y que ha estado provocado, con demasiada frecuencia, tanto por sus supuestos defensores como por sus aparentes opositores.

La primera convivencia de dos pontífices a lo largo de la historia

Tras la muerte de Benedicto XVI el 31 de diciembre de 2022, mientras todavía tenía lugar el velatorio en el monasterio Mater Ecclesiae, algunas personas muy cercanas a Benedicto XVI, comenzaron a divulgar el relato de los supuestos desacuerdos entre los dos papas. Si tenemos en cuenta que hasta el momento Benedicto XVI nunca había manifestado públicamente cualquier discordancia era necesario conocer el parecer de la otra parte. Aquí es donde entra en juego el olfato periodístico de Javier Martínez Brocal: convenía aclarar la verdadera relación que Francisco mantuvo con Benedicto. De ahí surgió este libro sobre la primera convivencia de dos pontífices a lo largo de la historia.

La respuesta de Francisco a la sugerencia de Martínez Brocal fue inmediata: “Benedicto se merece una cosa así. Para mí fue un padre. ¡Con qué delicadeza me acompañó en este camino!. Mantuvimos una relación muy profunda y quiero que se sepa, quiero que se conozca sin intermediarios”

Javier Martínez Brocal defiende que tanto en este libro como a lo largo de su pontificado, el Papa Francisco construye libertad para sus sucesores. Desea que el próximo Papa no se sienta obligado a seguir costumbres iniciadas por sus predecesores, como ser enterrado en San Pedro, vivir en los apartamentos pontificios o dar continuidad a determinados rituales o costumbres. En este contexto adquiere sentido la cita de Miguel de Cervantes que encabeza el libro: “Lo que más tu valor sube al extremo mayor es que fuiste, cual se advierte, bueno en vida, bueno en muerte y bueno en tu sucesor”.

Me gustaría recordarlo como lo que fue: un hombre que tuvo el coraje de renunciar y que, a partir de entonces, siguió acompañando a la Iglesia y a su sucesor”

Francisco relata que en sus visitas a Benedicto XVI solían rezar juntos, y que siempre le llamaba la atención cómo brillaban sus ojos: “Esos ojos a mí siempre me daban esperanza. Además, eran ojos alegres. Siempre encontraba el chiste... Tenía un gran sentido del humor”.

Mantenían una relación fluida desde que el entonces Cardenal Ratzinger se encontraba al frente de Doctrina de la Fe. Cada vez que Francisco viajaba a Roma acudía a visitarlo. En temas como la gestión de los abusos, Francisco confirma que mantenían la misma línea. Para dar cuenta de su valentía en este terreno, Francisco relata una anécdota muy reveladora relacionada con el fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel, cuyo caso, en aquel momento fue frenado en contra del parecer de Ratzinger: “Era un luchador que no tiraba la toalla, que no se rendía hasta que terminaba lo que consideraba justo”.

Otro de los aspectos que afloran en el libro es que Benedicto XVI en su condición de papa emérito no siempre tuvo libertad de movimiento, pero como era extremadamente delicado y humilde prefería no imponerse, y acatar las decisiones de sus colaboradores más cercanos, aunque esta situación le hizo sufrir en distintas ocasiones.

Entre el ingente legado teológico de Benedicto XVI, Francisco señala sin dudar la trilogía sobre la vida de Jesús de Nazaret: “Esa obra es una fortuna. Basta leer ese tríptico sobre la vida de Cristo para intuir la vida contemplativa que se cela detrás. Hacía teología seria y de rodillas”. Más adelante afirma que Benedicto XVI está a la altura de ser considerado un Doctor de la Iglesia.

Respecto a la renuncia de Benedicto XVI, desde el momento en el que se enteró estuvo convencido de que se trataba de “una decisión muy pensada delante de Dios y muy responsable por parte de un hombre que no quiso equivocarse él o dejar la decisión en manos de otros”.

Años después, durante uno de sus encuentros, el propio Benedicto XVI explicó a Francisco el motivo de su renuncia: “Benedicto renunció por honestidad. Sintió que las fuerzas no le daban y esto era un problema, pues además tenía por delante el viaje a Río de Janeiro previsto para julio de 2013, con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud. Su renuncia fue un gesto de honestidad. Era un hombre que para nada estaba apegado al poder”.

“Benedicto XVI nunca me quitó el apoyo. Daba libertad”: las palabras de Francisco en El Sucesor


El cónclave de 2005

En el adelanto editorial publicado por el diario ABC el propio Francisco, el único que puede contar lo sucedido en un cónclave, detalla y reconstruye cómo un grupo de cardenales electores quisieron utilizar su nombre para “bloquear la elección de Ratzinger y después negociar un tercer candidato diferente”.

Preguntado porCOPE sobre este punto, Martínez Brocal subraya que aquel Cónclave fue vital para el futuro de la Iglesia, porque por unos instantes el cardenal Bergoglio tuvo en su mano los resultados de un Cónclave que hubiera podido cambiar la historia posterior de una forma concatenada. Si el no hubiera retirado su candidatura, Benedicto difícilmente hubiera sido Papa, pero tampoco Francisco, a quien utilizaban unicamente para ofrecer otra alternativa, sin tener intención de votarlo. Esto implica que tampoco hubiéramos asistido a una renuncia papal y posiblemente Francisco nunca hubiera sido pontífice.

En los detalles inéditos sobre este cónclave desvelados por Francisco, el mismo confirma que el cardenal Ratzinger era su apuesta personal: “Era mi candidato. El único que en ese momento podía ser Papa. Después de la revolución de Juan Pablo II, que había sido un pontífice dinámico, muy activo, con iniciativa, que viajaba…hacía falta un Papa que mantuviera un sano equilibrio, un Papa de transición“.

¿Qué estaba diciendo el Espíritu Santo a la Iglesia con ese nuevo papa?, pregunta Martínez Brocal a Francisco: “Con la elección de Joseph Ratzinger estaba diciendo: Aquí mando yo. No hay espacio para maniobras”.

“Benedicto XVI nunca me quitó el apoyo. Daba libertad”: las palabras de Francisco en El Sucesor


El primer encuentro con Benedicto XVI, ya como papa Francisco

Francisco recuerda que diez días después de la elección se trasladó a Castel Gandolfo en helicóptero para visitarlo. Allí se dieron el primer abrazo y rezaron juntos en la capilla. Aunque Benedicto le quiso ceder el puesto de honor, se arrodillaron en el mismo banco. Después estuvieron hablando a solas y Benedicto le entregó las actas con los resultados de las investigaciones que los cardenales Jozef Tomko, Salvatore De Giorgi y Julián Herranz habían realizado sobre el caso Vatileaks: “Me entregó todo el material y me dijo: «Yo sustituí a esta persona y cambié a este otro y también a este. Y ahora sugiero sustituir a esta persona, a esta también, etcétera». Me contó todo. En un plazo de tiempo razonable, cambié a las personas que me había sugerido Benedicto y también a otras que consideré yo”.

Tiempo después publicaron juntos la primera encíclica, Lumen Fidei, (La luz de la fe), cuyo borrador estaba prácticamente terminado por el propio Benedicto XVI: “La podría haber publicado él mismo, pero quiso tener esa delicadeza y dejarla para que el próximo pontífice decidiera qué hacer con ella. Yo, entonces, añadí algo de mi cosecha para que se viera mi pluma en algún punto, luego la publicamos explicando el proceso de elaboración. Debo decirte que me da pena que sea una encíclica un poco olvidada”.

En el resto de encuentros privados que mantuvieron a lo largo de su vida intercambiaban preocupaciones y opiniones sobre distintos temas. Francisco recuerda que compartían su inquietud por el camino sinodal de la Iglesia en Alemania. Cuando le mostró la carta que preparó personalmente sobre esta cuestión, dirigida al pueblo alemán: “Benedicto decía que era uno de los documentos más relevantes e incluso más profundos que he escrito. Esto para decir que hablábamos de todo, con mucha libertad”.

La despedida. El último encuentro con Benedicto XVI

Durante la última Audiencia General del año 2022, el Papa Francisco acababa de recibir la noticia de que Benedicto XVI había empeorado notablemente su estado de salud, y no dudó en pedir oraciones por él. Gracias a esta advertencia pudimos enterarnos de que el final de Benedicto XVI se encontraba cercano. Ese mismo día, al concluir la audiencia se trasladó hasta la residencia de Benedicto en los Jardines Vaticanos: “Benedicto estaba acostado en la cama. Seguía consciente, pero no conseguía hablar. Me miraba, me apretaba la mano, entendía lo que yo le decía, pero no lograba articular palabra. Estuve un rato con él así, lo miraba y le tomaba la mano. Recuerdo perfectamente sus ojos claros... Le dije unas palabras con cariño y lo bendije. De esta forma, nos despedimos y me marché”

Al despedirse ocurrió un suceso desagradable, que Francisco relata el el libro. El médico de Benedicto se acercó al enfermero que había avisado al Papa y le acuso de chivato. Al parecer no le había gustado que advirtieran al Papa sobre el agravamiento del estado de salud de Benedicto. Una demostración más, según Francisco, del círculo de silencio que se había creado entorno a Benedicto XVI.

Cuando falleció le preguntaron cómo actuar en los funerales y Francisco indicó que se hiciera todo según señalara su secretario, Monseñor Georg Gänswein.

En el libro se revela que el Papa Francisco ha trabajado junto al maestro de ceremonias para realizar cambios en el protocolo de los funerales pontificios: “Estoy revisando el ritual para que los papas sean velados y sepultados como cualquier hijo de la Iglesia. Además, en mi caso me van a tener que llevar a la basílica de Santa María la Mayor”.

Guardini como nexo de unión intelectual entre Benedicto XVI y Francisco

Dentro de “El Sucesor” descubrimos una clave valiosa para interpretar otro aspecto de la relación entre Ratzinger y Bergoglio. Los dos tenían a Romano Guardini como autor de referencia. Javier Martínez Brocal cuenta que Francisco le prestó el libro “L'opposizione polare” de Romano Guardini, que guardaba en su biblioteca. Muchos años antes Jorge Bergoglio había viajado hasta Frankfort para estudiarlo a fondo como fundamento de su tesis doctoral y Benedicto no dejó de citarlo en su último gran discurso de despedida como papa en el Palacio Apostólico.

Martínez Brocal dedica un extenso análisis para profundizar en la forma que Guardini explica que la unidad es un camino de superación del conflicto. Los conflictos existen, pero nos pueden ayudar a crecer y además, tal como explica el Papa, siempre se resuelven por arriba, nunca en el mismo plano. De esta forma se superan las oposiciones. No trabajando uno contra el otro, sino juntos.

“Benedicto XVI nunca me quitó el apoyo. Daba libertad”: las palabras de Francisco en El Sucesor


Relato de una sintonía entre dos sucesores de Pedro

Javier Martínez Brocal ha escrito el libro que faltaba para completar los datos biográficos de Francisco durante los diez años de relación insólita y cercana entre los dos papas. “El Sucesor” refleja el enorme aprecio y la profunda sintonía que existió siempre entre dos sucesores de Pedro. Nadie como Benedicto para comprender la soledad de un Papa. De ahí el cariño, simpatía y respeto con el que se trataron siempre. En su emocionante discurso de despedida a la Curia de Roma, Benedicto XVI les dijo: «Entre vosotros está también el futuro Papa, a quien ya hoy prometo mi incondicional reverencia y obediencia». Sabemos que lo primero que hizo Francisco antes de asomarse al balcón de San Pedro fue llamarlo por teléfono para que supiera antes que nadie la noticia y pedirle oraciones. También estuvo presente en sus primeras palabras ante el mundo: «Recemos por nuestro obispo emérito, Benedicto XVI, para que el Señor lo bendiga y la Virgen lo cuide».

A partir de ahí se intensificó una relación fraterna cuajada de detalles mutuos. Entre los dos no solo había continuidad teológica sino gran sintonía humana. En el 65º aniversario de su ordenación sacerdotal, Benedicto pronunció uno de los mejores piropos que se puede dedicar a un amigo: «Tu bondad, desde el primer momento de tu elección, en cada momento de mi vida aquí, me impacta, me lleva de verdad hacia dentro. Más que en los jardines del Vaticano, tu bondad es el lugar donde vivo: me siento protegido».

En “El Sucesor” Francisco confiesa a Javier Martínez Brocal qué es lo que pide a Dios cuando reza:

“Yo le pido al Señor que no me deje, que no me abandone. Nunca le digo que rece por mí, sino que no me deje. Que yo nunca meta la pata y que, si la meto, me perdone”.

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