El Papa, en la Audiencia General: "¿Somos conscientes que el ser apóstoles se refiere a cada uno de nosotros?"

El Santo Padre ha continuado sus catequesis sobre "la pasión de evangelizar": "La experiencia de los Doce y el testimonio de Pablo nos interpelan también a nosotros hoy"

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El Papa Francisco ha continuado este miércoles sus catequesis en la Audiencia General sobre el tema de la “pasión de evangelizar” y ha remarcado la importancia de entender mejor “qué significa ser “apóstoles” hoy”.

¿Somos conscientes que el ser apóstoles se refiere a cada cristiano, y por tanto también a cada uno de nosotros? En efecto, estamos llamados a ser apóstoles en una Iglesia que en el Credo profesamos como apostólica”, ha afirmado Francisco. Para el Santo Padre, ser apóstol significa “ser enviado para una misión”.



Otro aspecto fundamental del ser apóstol es “la vocación, es decir la llamada”: “La experiencia de los Doce y el testimonio de Pablo nos interpelan también a nosotros hoy. Nos invitan a verificar nuestras actitudes, nuestras elecciones, nuestras decisiones, sobre la base de estos puntos firmes: todo depende una llamada gratuita de Dios; Dios nos elige también para servicios que a veces parecen sobrepasar nuestras capacidades o no corresponder a nuestras expectativas; a la llamada recibida como don gratuito es necesario responder gratuitamente”.

Es una llamada – según Francisco – que se refiere tanto a aquellos que han recibido el sacramento del Orden, como a las personas consagradas, como a cada fiel laico, hombre o mujer”.



El Santo Padre ha pedido que, en el cuadro de la unidad de la misión, la diversidad de carismas y de ministerios, no se debe dar lugar, dentro del cuerpo eclesial, “a categorías privilegiadas; ni puede servir de pretexto a formas de desigualdad que no encuentran cabida en Cristo y en la Iglesia”.

Al final de la Audiencia General, y como ya está haciendo en las últimas semanas, Francisco ha planteado algunas preguntas: “¿Somos conscientes del hecho de que con nuestras palabras podemos dañar la dignidad de las personas, arruinando así las relaciones? Mientras tratamos de dialogar con el mundo, ¿sabemos también dialogar entre nosotros creyentes? ¿Nuestro hablar es transparente, sincero y positivo, o es opaco, equívoco y negativo? ¿Hay voluntad para dialogar directamente, cara a cara, o mandamos mensajes a través de un tercero? ¿Sabemos escuchar para comprender las razones del otro, o nos imponemos, quizá también con palabras suaves?”.

Por último, el Papa ha pedido no tener miedo ante estas preguntas porque “nos pueden ayudar a verificar la forma en la que vivimos nuestra vocación bautismal, nuestra forma de ser apóstoles en una Iglesia apostólica”.

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