El Papa empieza el día en Eslovaquia e invita al país a ser "un mensaje de paz en el corazón de Europa"

El Santo Padre ha pedido que "Europa se distinga por una solidaridad que, atravesando las fronteras, pueda volver a llevarla al centro de la historia"

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La segunda jornada del Papa Francisco en Eslovaquia ha iniciado con una visita a la Presidenta de la República, la señora Zuzana Caputova, en el Palacio Presidencial, en torno a las 9:15 horas, donde ha tenido lugar la ceremonia de bienvenida.

Entre himnos, banderas y Guardias de Honor, dos niños, sobre la alfombra roja, le han regalado al Papa pan y sal. Sucesivamente, el Papa, junto a la Presidenta de la República, se han realizado la tradicional foto oficial y después se han dirigido hacia la Sala de Oro del Palacio Presidencial para el encuentro privado.



Durante el encuentro privado, el Santo Padre y la Presidenta de Eslovaquia han procedido a la firma en el Libro de Honor, presentación de la familia y ha tenido lugar el intercambio de dones. El Papa a regalado a la Presidenta de Eslovaquia un azulejo de la medalla del viaje.

Al término, entorno a las 9.30 horas, ambos se han acercado hacia el Jardín del Palacio Presidencial para el segundo encuentro del Pontífice en esta jornada y donde ha tenido lugar su primer discurso del día: con las Autoridades, la Sociedad Civil y el Cuerpo Diplomático, donde estarán presentes Autoridades políticas y religiosas, Cuerpo Diplomático, Emprendedores, Representantes de la Sociedad civil y de la cultura (alrededor de 250 personas).



El Papa Francisco ha afirmado que viene “como peregrino en un país joven, pero de historia antigua, en una tierra de raíces profundas situada en el corazón de Europa. Verdaderamente me encuentro en una “tierra media”, que ha visto muchas transiciones […] Veintiocho años atrás el mundo admiró el nacimiento sin conflictos de dos países independientes”.

El Santo Padre ha pedido que esta misma historia del país “llama a Eslovaquia a ser un mensaje de paz en el corazón de Europa. Es lo que sugiere la gran franja azul de su bandera, que simboliza la fraternidad con los pueblos eslavos. Fraternidad es lo que necesitamos para promover una integración cada vez más necesaria. Esta urge ahora, en un momento en el que, después de durísimos meses de pandemia, se plantea, junto a muchas dificultades, una anhelada reactivación económica, favorecida por los planes de recuperación de la Unión Europea”.



Asimismo, ha subrayado el Obispo de Roma, “la sola recuperación económica no es suficiente en un mundo donde todos estamos conectados, donde todos habitamos una tierra media. Que este país, mientras en varios frentes siguen luchas por la supremacía, reafirme su mensaje de integración y de paz, y Europa se distinga por una solidaridad que, atravesando las fronteras, pueda volver a llevarla al centro de la historia. La historia eslovaca está marcada de manera indeleble por la fe”.

Francisco ha recordado las grandiosas vidas de los santos hermanos Cirilo y Metodio: “Ellos difundieron el Evangelio cuando los cristianos del continente estaban unidos; y todavía hoy unen las confesiones de esta tierra. Eran reconocidos por todos y buscaban la comunión con todos: eslavos, griegos y latinos. La solidez de su fe se traducía así en una apertura espontánea. Es un legado que ustedes están llamados a recoger, para ser también en este tiempo un signo de unidad”.

El Papa empieza el día en Eslovaquia y invita al país a ser un mensaje de paz en el corazón de Europa

El Papa Francisco se ha parado entonces a reflexionar sobre las expresiones típicas de la acogida eslava, que ofrece a los visitantes el pan y la sal: “El pan, elegido por Dios para hacerse presente entre nosotros, es esencial. La Escritura invita a no acumularlo, sino a compartirlo. El pan del que habla el Evangelio siempre se parte. Es un fuerte mensaje para nuestra vida cotidiana; nos dice que la riqueza verdadera no consiste tanto en multiplicar cuanto se tiene, sino en compartirlo equitativamente con quien tenemos a nuestro alrededor […] Que nadie sea estigmatizado o discriminado. La mirada cristiana no ve en los más frágiles una carga o un problema, sino hermanos y hermanas a quienes acompañar y cuidar”.

Y sobre la sal, el Papa Francisco recuerda que esta, en primer lugar, “da gusto a los alimentos, y lleva a pensar en ese sabor sin el cual la vida se vuelve insípida. No bastan ciertamente estructuras organizadas y eficientes para hacer buena la convivencia humana, se necesita sabor, se necesita el sabor de la solidaridad”.



El Papa ha recordado la gran importancia de los jóvenes, “que a menudo son engañados por un espíritu consumista que marchita la existencia. Muchos, demasiados en Europa se arrastran en el cansancio y la frustración, estresados por ritmos de vida frenéticos y sin saber cómo encontrar motivaciones y esperanza. El ingrediente que falta es el cuidado por los demás”.

El Obispo de Roma ha recordado que “en esta tierra, hasta hace algunos decenios, un pensamiento único coartaba la libertad; hoy otro pensamiento único la vacía de sentido, reconduciendo el progreso al beneficio y los derechos sólo a las necesidades individualistas […] Cuántas personas ilustres fueron encerradas en la cárcel, permaneciendo libres interiormente y ofreciendo luminosos ejemplos de valentía, coherencia y resistencia a la injusticia. Y sobre todo de perdón”.

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El papa hace un llamamiento para que Europa se distinga por su solidaridad

Francisco ha subrayado además como la pandemia “es el crisol de nuestro tiempo. Esta nos ha mostrado que es muy fácil, a pesar de estar todos en la misma situación, disgregarse y pensar solamente en uno mismo. Volvamos a comenzar reconociendo que todos somos frágiles y necesitados de los demás. Ninguno puede aislarse, ya sea como individuo o como nación. Acojamos esta crisis como un «llamado a repensar nuestros estilos de vida» (Carta enc. Fratelli tutti, 33). No sirve recriminar el pasado, es necesario ponerse manos a la obra para construir juntos el futuro”.



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