El Papa, a los sacerdotes de Chipre: "Esta Iglesia tiene los brazos abiertos: acoge, integra y acompaña"

Francisco ha dado su primer discurso de su Viaje Apostólico en la Catedral maronita de Nuestra Señora de las Gracias y ha instado "a no tener muros en la Iglesia Católica"

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El Papa Francisco ha empezado este jueves, 2 de diciembre, su viaje apostólico en Chipre y Grecia y su primera parada ha sido Nicosia. Al bajar del avión el Papa ha sido acogido por el Nuncio Apostólico y el Jefe de Protocolo para saludarlo y lo ha recibido el Presidente de la Cámara de Diputados con algunos niños con trajes tradicionales que le han ofrecido algunas flores.

Seguidamente, Francisco se ha trasladado a la Catedral Maronita de Nuestra Señora de las Gracias donde se ha encontrado con los sacerdotes, religiosos, diáconos, catequistas, asociaciones y movimientos eclesiales de Chipre.



Un auténtico lugar de encuentro entre etnias y culturas diferentes

Aquí el Santo Padre, tras escuchar el testimonio de la hermana Antonia Piripitsi, religiosa franciscana misionera del Sagrado Corazón, y de la hermana Perpetua Nyein Nyein Loo, ha dado su primer discurso en Chipre. “Gracias a todos ustedes por su ministerio y su servicio; en particular a ustedes, hermanas, por la obra educativa que llevan adelante en la escuela, a la que asisten tantos jóvenes de la isla, lugar de encuentro, diálogo y aprendizaje del arte de construir puentes. Gracias a todos por su cercanía a las personas, especialmente en los contextos sociales y laborales donde es más difícil” ha empezado diciendo el Santo Padre.

Francisco ha afirmado que viene con el deseo de “ver la gracia de Dios obrando en su Iglesia y en su tierra, alegrándome con ustedes por las maravillas que el Señor obra y exhortándolos a perseverar siempre, sin cansarse, sin desanimarse nunca”. El Papa ha saludado las diversas Iglesias presentes en Chipre entre ellas la latina, “presente aquí por milenios, que ha visto crecer en el tiempo, junto a sus hijos, el entusiasmo de la fe y que hoy, gracias a la presencia de tantos hermanos y hermanas migrantes, se presenta como un pueblo “multicolor”, un auténtico lugar de encuentro entre etnias y culturas diferentes. Este rostro de la Iglesia refleja el rol de Chipre en el continente europeo: una tierra de campos dorados, una isla acariciada por las olas del mar, pero sobre todo una historia que es cruce de pueblos y mosaico de encuentros”.



"No hay ni debe haber muros en la Iglesia católica"

El Pontífice ha insistido en que “no hay ni debe haber muros en la Iglesia católica, es una casa común, es el lugar de las relaciones, es la convivencia de la diversidad”. “Necesitamos una Iglesia paciente […] una iglesia que no se deja turbar y desconcertar por los cambios, sino que acoge serenamente la novedad y discierne las situaciones a la luz del Evangelio. En esta isla es precioso el trabajo que llevan adelante en la acogida de nuevos hermanos y hermanas que llegan desde otros lugares del mundo”.

Para Francisco la Iglesia en Chipre “tiene estos brazos abiertos: acoge, integra y acompaña. Es un mensaje importante también para la Iglesia en toda Europa, marcada por la crisis de fe. No sirve ser impulsivos y agresivos, nostálgicos o quejumbrosos, es mejor seguir adelante leyendo los signos de los tiempos y también los signos de la crisis. Es necesario volver a comenzar y anunciar el Evangelio con paciencia, sobre todo a las nuevas generaciones”.

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"Es necesario trabajar juntos, superar las divisiones"

El Santo Padre, al final de su discurso, ha instado a tener una “Iglesia fraterna que sea instrumento de fraternidad para el mundo. Aquí en Chipre existen muchas sensibilidades espirituales y eclesiales, varias historias de procedencia, ritos y tradiciones diferentes; pero no debemos sentir la diversidad como una amenaza contra la identidad, ni debemos recelar y preocuparnos de los respectivos espacios. Si caemos en esta tentación crece el miedo, el miedo genera desconfianza, la desconfianza conduce a la sospecha y, antes o después, lleva a la guerra”.

“Con su fraternidad pueden recordar a todos, a toda Europa, que para construir un futuro digno del hombre es necesario trabajar juntos, superar las divisiones, derribar los muros y cultivar el sueño de la unidad. Necesitamos acogernos e integrarnos, caminar juntos, ser todos hermanos y hermanas” ha acabado su discurso Francisco.

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