El Papa pide a las autoridades de Chipre reconocer la contribución caritativa de las entidades católicas

El Santo Padre ha reclamado un proceso de diálogo para poner fin a los conflictos de un territorio dividido en dos, y reivindica a Chipre como una de las cunas del cristianismo

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El Papa Francisco ha recordado a los miles de cristianos y ortodoxos de Chipre que sufren en su interior desde hace varias décadas ante la imposibilidad de “regresar a sus casas y lugares de culto”, en un país donde la invasión turca de 1974 hizo que comenzara un proceso de islamización forzosa en un territorio de mayoría cristiana y ortodoxa. Así se ha expresado el Santo Padre durante el encuentro con las autoridades, la sociedad civil y el cuerpo diplomático del país en Nicosia.

Por ello, el Pontífice ha reclamado para varias entidades católicas “un oportuno reconocimiento institucional, para que la contribución que aportan a la sociedad por medio de sus actividades, en particular educativas y caritativas, sea definido adecuadamente desde el punto de vista legal”.

“Que Chipre emprenda el camino de la paz”

En su discurso horas después de su llegada al país mediterráneo, el Santo Padre rogaba por que el país emprenda “el camino de la paz, que sana los conflictos y regenera la belleza de la fraternidad”, y que para Francisco debe estar marcado el diálogo: “Tenemos que ayudarnos a creer en la fuerza paciente y humilde del diálogo, que podemos extraer de las Bienaventuranzas. Sabemos que no es un camino fácil; es largo y tortuoso, pero no hay alternativas para llegar a la reconciliación”, ha manifestado.

En este sentido, el Sucesor de Pedro advierte que este diálogo no puede estar marcado por la venganza o las demostraciones de fuerza, “sino de los gestos de distensión, de los pasos concretos de diálogo. Me refiero, por ejemplo, al compromiso por entablar un debate sincero que ponga las exigencias de la población en primer lugar, a una implicación cada vez más activa de la Comunidad internacional, a la salvaguardia del patrimonio religioso y cultural, a la restitución de cuanto en este sentido es más querido por la gente, como los lugares o al menos los objetos sagrados”.

“En esta coyuntura, no dejemos prevalecer el odio, no renunciemos a curar las heridas, no olvidemos los casos de las personas desaparecidas. Y cuando venga la tentación del desánimo, pensemos en las generaciones futuras, que desean heredar un mundo pacificado, colaborador, unido, no habitado por rivalidades perennes y contaminadas por conflictos no resueltos. Para esto es necesario el diálogo, sin el cual la sospecha y el resentimiento crecen”, ha agregado.

El Papa considera además que el continente europeo “necesita reconciliación y unidad, necesita valentía e impulso para caminar hacia adelante. Porque no serán los muros del miedo ni los vetos dictados por intereses nacionalistas los que contribuirán al progreso, ni tampoco la recuperación económica por sí sola podrá garantizar la seguridad y la estabilidad. Miremos la historia de Chipre y veamos cómo el encuentro y la acogida han dado frutos beneficiosos a largo plazo; no sólo en lo que se refiere a la historia del cristianismo, para la que Chipre fue “el trampolín de lanzamiento” en el continente, sino también por la construcción de una sociedad que ha encontrado su propia riqueza en la integración”.

El Mediterráneo, el mar de los pueblos que se asoman a él para estar conectados, no divididos

Durante su alocución, el Papa ha destacado que Chipre es el país donde porcentualmente hay mayor presencia de inmigrantes entre los países de la Unión Europea por lo que reconoce que “salvaguardar la belleza multicolor y poliédrica del conjunto no es fácil. Se necesita tiempo y paciencia, como para la formación de la perla. Se requiere una mirada amplia que abrace la variedad de las culturas y tienda hacia el futuro con amplitud de miras”.

En este sentido, ha reclamado a la sociedad que tenga como referencia el Mediterráneo, “que ahora lamentablemente es lugar de conflictos y de tragedias humanitarias; en su belleza profunda es el mare nostrum, el mar de todos los pueblos que se asoman a él para estar conectados, no divididos. Chipre, encrucijada geográfica, histórica, cultural y religiosa, tiene esta posición para poner en marcha una acción de paz. Que sea una obra abierta en la que se construye la paz en medio del Mediterráneo”.

Chipre, el territorio donde comenzó la evangelización europea

En las últimas décadas, más de 500 iglesias y monasterios han sido saqueados, destruidos, o reconvertidos para otros usos en un país de tanta historia y tradición, tal y como reivindicaba Francisco, que no ha dudado a la hora de recordar que fue en este territorio donde comenzó la primera gran inculturación del Evangelio.

“Para mí es emocionante recorrer los pasos de los grandes misioneros de los orígenes, en particular de los santos Pablo, Bernabé y Marcos. Heme aquí, pues, peregrino entre ustedes para caminar con ustedes, queridos chipriotas; con todos ustedes, con el deseo de que la buena noticia del Evangelio lleve desde aquí a Europa un alegre mensaje en el signo de las Bienaventuranzas. Aquello que los primeros cristianos dieron al mundo con la fuerza humilde del Espíritu fue en efecto un inaudito mensaje de belleza. Fue la novedad sorprendente de la bienaventuranza al alcance de todos para conquistar los corazones y la libertad de muchos”.

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