Religión

José Luis Restán

Director Editorial COPE

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Pertenecer para permanecer

"Dos disparos le atravesaron las pantorrillas, sin producir fracturas, pero sí hemorragias importantes"

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En pocos días se iba a convertir en el obispo más joven del mundo, asumiendo la desafiante tarea de pastorear la diócesis de Rumbek, en Sudán del Sur. En una entrevista reciente, el comboniano Christian Carlassare confesaba que esta diócesis es muy compleja, un lugar de primera evangelización y un territorio donde los civiles tienen armas, lo que crea mucha inseguridad y violencia entre los jóvenes. Una violencia que él mismo ha experimentado ya, al recibir cuatro impactos de bala en las piernas. Afortunadamente un médico le atendió rápidamente. Dos disparos le atravesaron las pantorrillas, sin producir fracturas, pero sí hemorragias importantes, por lo que se tuvo que proceder a una transfusión de sangre. Posteriormente fue trasladado a un hospital en Juba, la capital de Sudán del Sur, y desde allí a Nairobi para completar la curación.

El Padre Christian llevaba sólo dos semanas en Rumbek y había experimentado una acogida muy calurosa. El día previo al atentado una multitud festiva le acompañó durante la Misa. Sin embargo, las primeras investigaciones confirman que se ha tratado de un intento de intimidación por parte de algunos miembros de la etnia dinka, mayoritaria en la región, que rechazan que el nuevo obispo no sea “de los suyos”. Y lo más amargo: entre los detenidos hay algunos sacerdotes y laicos responsables de la diócesis, lo que nos habla de un largo camino de conversión por recorrer. Aunque tampoco es nuevo que la pertenencia étnica o la sensibilidad cultural se antepongan a la pertenencia radical al Cuerpo de Cristo, y no sólo en África.

El padre Christian se recupera de las heridas en sus dos piernas y ha manifestado que perdona de corazón a sus atacantes, mientras pedía que se rezase por la gente de Rumbek, que seguramente sufre más que él. Lejos de amilanarse, ya ha dicho que en cuanto pueda caminar estará de nuevo en Rumbek para asumir el ministerio episcopal que el Papa le encarga. Para caminar delante, en medio y detrás de este pueblo, como dice Francisco que deben hacer los buenos pastores.

Tiene un gran desafío este joven misionero, a cualquiera nos haría temblar las piernas y pensar que, quizás, mejor sería dejarlo. Pero este acontecimiento no pertenece simplemente a la crónica de sucesos. Nos habla del misterio de la Iglesia, humana y divina, siempre deshaciéndose y siempre en reconstrucción. Al final, es el Señor quien la guía, pero necesita brazos y corazones dispuestos. Como los de Christian Carlassare, y por eso damos gracias.

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