Vuelve a ver la Misa exequial del cardenal arzobispo emérito de Toledo, Mons. Francisco Álvarez Martínez

La Santa Misa, que se ha celebrado en la Catedral Primada de España, ha estado presidida por el arzobispo de la ciudad, Mons. D. Francisco Cerro Chaves

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Ya puedes volver a ver la Santa Misa exequial de Mons. D. Francisco Álvarez Martínez, cardenal arzobispo emérito de Toledo. El cardenal fallecía este miércoles en Madrid, a los 96 años de edad, tras una larga enfermedad. La Santa Misa, que se ha celebrado en la Catedral Primada de España, ha estado presidida por el arzobispo Mons. D. Francisco Cerro Chaves.

El fallecido eligió el lugar en el que quería ser enterrado, junto a los restos de sus padres y su hermano, dentro del templo primado y optó por un sitio emblemático para los toledanos, delante de la Capilla de la Descensión, donde la tradición ubica el milagro de la bajada de la Virgen para imponer la casulla al obispo San Ildefonso.



Las exequias, este viernes, han comenzado en la Capilla de la Inmaculada del Palacio Arzobispal, donde ha estado instalada la capilla ardiente del cardenal emérito desde el miércoles por la tarde.

Desde allí se ha trasladado el féretro a la Catedral, donde el actual arzobispo, monseñor Cerro Chaves, ha oficiado la misa acompañado por sus predecesores Braulio Rodríguez Plaza y Antonio Cañizares Llovera, actual arzobispo de Valencia.

En su homilía, el arzobispo de Toledo ha señalado la "humildad" del "gran obispo" Álvarez Martínez, y de su periodo al frente del Arzobispado ha señalado su trabajo en la estructuración pastoral de la Archidiócesis y sus iniciativas sociales como la creación del Hogar 2000 para la acogida y tratamiento de enfermos de sida.

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Las palabras del arzobispo de Toledo, Mons. Francisco Cerro Chaves

Mons. Francisco Cerro Chaves, Arzobispo de Toledo y Primado de España, ha comenzado la homilía saludando a los concelebrantes, haciendo especial hincapié en el saludo “a los sacerdotes ordenados por don Francisco, los sacerdotes de esta archidiócesis y los de otras diócesis por donde él pasó”.

El Primado ha recordado, igualmente, de manera efusiva a los miembros del Instituto Secular “Ignis Ardens”, quienes han atendido al cardenal Álvarez hasta el último momento de su vida.

Mons. Cerro ha centrado su reflexión en tres claves “que ha recogido la preciosa carta que ha escrito el Papa Francisco y que resume lo que, para el Papa, es la vida de un Pastor bueno que entrega la vida por las ovejas”.

La primera de las claves que ha subrayado don Francisco Cerro ha sido “el salmo del Buen Pastor”. En palabras del arzobispo de Toledo: “Si don Francisco Álvarez tuviese que dirigirse a nosotros indicaría esto El Señor es mi Pastor, nada me puede faltar”.

“Probablemente tendría momentos difíciles y complicados en su vida, como los tenemos todos” ha abundado Mons. Cerro. Y ha querido enfatizar lo siguiente: “Si tuviéramos que resumir su vida, sería con las palabras del Salmo: la bondad y la fidelidad del Señor me han acompañado todos los días de mi vida”. En este sentido ha indicado: “Toda su vida estuvo fraguada en esa bondad y misericordia del Señor. Su vida es una auténtica manifestación del amor de Dios, una auténtica epifanía

La segunda clave es el salmo 50: “Él vive este texto del rey David (…) Fue un obispo abnegado y fiel como dice el Papa Francisco”. El Arzobispo de Toledo, igualmente, ha subrayado que “su vida episcopal ha sido vivida desde la misericordia de Dios“.

La tercera y última clave es el salmo 130 porque en palabras del arzobispo de Toledo, el cardenal Álvarez destacó por “su gran trabajo con los pobres, como fue su trabajo para la rehabilitación de drogadictos con el Hogar 2000 de Cáritas y su trabajo por la nueva evangelización”. La vida de D. Francisco Álvarez es también como el salmo: “Mi corazón no es ambicioso ni mi ojos altaneros”.

En este sentido, Mons. Cerro ha expuesto que “le tocó un papel muy difícil porque fue, nada más ni nada menos, que sucesor del cardenal don Marcelo. Y lo hizo muy bien, con mucha dignidad“. “Procuró estar a la altura de los momentos que le pedía la Iglesia, el Señor y la historia y vivió con esa sencillez y humildad que tienen las almas grandes” ha abundado el Primado.

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