Cardenal Aquilino Bocos: “La vida consagrada es puro milagro y tiene futuro porque es obra del Espíritu”

En el cierre de la Semana Nacional de vida consagrada y en víspera de Pentecostés, el cardenal envía un recuerdo hacia los que han padecido el covid 19

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En la víspera de Pentecostés en la que se espera una misa del Papa Francisco, el cardenal Aquilino Bocos ha querido enviar desde el Vaticano un mensaje con motivo del final de la Semana Nacional de la vida consagrada. “¡Paz y gozo a todas y todos los participantes en esta 50 Semana Nacional de vida consagrada!”, asegura en un mensaje difundido este sábado a través de un vídeo.

“Estos días han llegado mensajes, cargados de recuerdos gozosos, de quienes participaron en la primera Semana en 1972. Un grupo de claretianos jóvenes hacíamos realidad aquella intuición, henchida de buenos deseos, de iluminar, confirmar y compartir las mismas preocupaciones por la renovación que pedía el Concilio a la vida consagrada. Dice San Pablo: "Yo planté, Apolo regó; mas fue Dios quien dio el crecimiento. De modo que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios que hace crecer." (1 Cor 3, 6-7). Las distintas semanas han sido organizadas por el mismo Instituto con diferentes directores y colaboradores”.

“Las participantes, siempre mayoría, y los participantes han destacado en sus evaluaciones el testimonio de comunión fraterna y eclesial reinante en las Asambleas y entre las personas que estaban detrás de la organización de las mismas. Quizá sea éste el secreto de su capacidad de convocatoria: hacer patente la comunión y hacerla dinámica para vivir con gozo los valores del Reino y redoblar el entusiasmo en el servicio a los más pobres y desfavorecidos. Cada Semana ha sido un peldaño para recrear la fidelidad; para afianzar la condición de discípulos, hermanos y misioneros; para asumir el compromiso profético siendo levadura en la masa; para ensanchar e intensificar las relaciones con las otras vocaciones en la Iglesia.., en definitiva: para aumentar el número de los que, al vernos, dan gracias al Padre”.

“En estos 50 años, entre todos, hemos ido adquiriendo conciencia de que la vida consagrada no ofrece una imagen fija, sino que es una realidad viva que camina, a una con el Pueblo de Dios, y que camina “en medio de tentaciones y tribulaciones” (LG 9). A la vida consagrada no se la conoce bien si se la mira desde fuera y se oculta lo esencial; si se mira en ella lo funcional y se minimiza la sobreabundancia de gracia; si se fija en lo particular y se esconde su universalidad, pues se halla presente en los rincones más apartados, en las fronteras; si se la mira desde la cantidad y se omite la calidad evangélica; si se la mira desde el pesimismo y se olvidan la fe y la esperanza”.

“Concluimos esta 50 Semana, tan diferente, pero igualmente magnifica y enriquecedora. En las anteriores el encuentro contagiaba alegría. Esta ha tenido otras expresiones de gozo que se han manifestado en los abundantes mensajes enviados. Lo importante es que miles de personas consagradas en los cinco continentes se han podido beneficiar de sus iluminaciones y relatos de experiencias de vida y misión”.

“No han faltado, a lo largo de estos días, el recuerdo hacia los que han padecido el covid 19 y el agradecimiento hacia cuantos han entregado lo mejor de sí mismos para salvar vidas o atenuar sufrimientos. El Instituto de VR lleva dentro de sí la mística de la comunión misionera. Desde el principio, adoptó como logo distintivo una casa habitada por la Trinidad y en cuyo centro está el Cordero. María cuida de sus moradores. Es la casa de todas las vocaciones, de todos los carismas y de todas las misiones”.

“Es la casa donde se hace memoria agradecida, donde se ora y da gracias por la fidelidad de tantas Hermanas y Hermanos que entregan su vida hasta la muerte. Mantiene la puerta siempre abierta para la búsqueda, el diálogo, el discernimiento, el mutuo apoyo en el seguimiento de Jesús y en el anuncio de su Evangelio del Reino. Fomenta la misión compartida. En esta casa se dan cita la sabiduría, la contemplación, la profecía, el martirio -el testimonio-, y la audacia misionera. Se respira el precioso ungüento de la gratuidad y se goza de la libertad de los hijos de Dios. Se cultivan las raíces y se fomentan los proyectos de vanguardia. Se respetan las edades con sus oportunidades y obligaciones. En esta casa se confiesan las fragilidades –porque las hay-, pero se practica la reconciliación. Sobre la situación actual de la vida consagrada, me gusta recordar los versos de Antonio Machado: “Al olmo viejo, hendido por el rayo y en su mitad podrido, con las lluvias de abril y el sol de mayo, algunas hojas verdes le han salido”.

“La vida consagrada es puro milagro y tiene futuro porque es obra del Espíritu. Nadie la puede legitimar desde el esfuerzo humano. Mañana es Pentecostés. Clamemos con María y los apóstoles: ¡Ven Espíritu Santo y renueva nuestros corazones! El Espíritu Santo sigue adornando su Iglesia engalanándola con sus dones. Caminamos con todo el Pueblo de Dios y tenemos el apoyo de nuestro Papa Francisco, de la Congregación para la vida consagrada y de nuestros Pastores en las iglesias particulares”.

“Nos complace tener como compañeros de camino a nuestros hermanos sacerdotes y laicos. El P. Director, Antonio Bellella, desgranará su rosario de agradecimientos. Yo me limito a entonar con todos los participantes el Magníficat de María por lo que Dios ha hecho en nosotros y a través de nosotros a lo largo de estos 50 años. Una última palabra; la más importante: GRACIAS por la confianza que han mostrado en este vuestro Instituto de Vida Religiosa. Sin vosotros no existiría y, si sigue abierto, es para vosotros. Estamos a vuestra disposición”.

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