Los obispos de Haití piden a los grupos armados que faciliten la llegada de ayudas a las zonas afectadas

El terremoto, que tuvo lugar el pasado 14 de agosto, tuvo una magnitud de 7,2 grados en la escala de Richter y ha dejado hasta ahora más de 1.400 víctimas y 5.700 heridos

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Mons. Max Leroy Mesidor, obispo de Monte Príncipe (Haití) ha expresado su condolencia a las víctimas y ha asegurado su oración y cercanía. También ha realizado un llamamiento a una movilización solidaria para ayudar a los afectados. Del mismo modo, solicitó a las autoridades una intervención "rápida y eficaz".

"En este momento de prueba, provocado por un acontecimiento tan devastador como mortal, nos entristecemos por la destrucción de nuestras ya escasas infraestructuras y por la pérdida de tantas vidas humanas", aseguró el obispo a través de un comunicado.



Además, la Archidiócesis de Puerto Príncipe se ha dirigido a las bandas armadas que operan en el país, exhortando a sus miembros a deponer las armas "de una vez por todas", al tiempo que les solicita que "se sumen al dolor ajeno, facilitando el paso de ayudas" a los departamentos afectados por el terremoto.

A los daños provocados por el seísmo se suma la llegada del ciclón Grace. Por el momento, Haití ha emitido una alerta amarilla y se prepara para una tormenta tropical que podría complicar las labores de rescate en la zona del seísmo.

El terremoto de Haití

El terremoto, que tuvo lugar el pasado 14 de agosto, tuvo una magnitud de 7,2 grados en la escala de Richter y ha dejado hasta ahora más de 1.400 víctimas y 5.700 heridos. Estas cifras podrían ascender, ya que las autoridades continúan buscando a varias personas que se encuentran desaparecidas.



El primer ministro de Haití, Ariel Henry, declaró el estado de emergencia en el país después de sufrir esta catástrofe, que se suma a la grave crisis económica, política y social que sufre. El pasado 7 de julio fue asesinado el presidente del país, Jovenel Moise, durante lo que aparentaba ser un atraco a su domicilio.

El suceso se produce once años después del temblor de 2010, que se saldó con la muerte de más de 300.000 personas, además de múltiples daños materiales.

Hasta Haití llegan mensajes de solidaridad y apoyo desde diferentes países y organizaciones internacionales, así como de varias instituciones eclesiales como el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) o el Consejo Latinoamericano de Religiosos (CLAR).

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