Los serios problemas de salud que acarrean el pecado de la avaricia y que ni te imaginas

Para muchos expertos, la avaricia forma parte de la naturaleza humana

Redacción Religión

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¿Es la avaricia una enfermedad? ¿Dónde está el límite entre la sana aspiración de todo ser humano de mejorar nuestra vida y el egoísmo? ¿Se podría decir que el ser humano es avaricioso? Son muchas las preguntas que podríamos plantearnos al respecto, por no hablar de la multitud de casos de avaricia que se podrían poner como ejemplo, aunque también de solidaridad y ayuda al prójimo.

No olvidemos que la avaricia es uno de los siete pecados capitales en el Cristianismo, junto a la lujuria, la gula, la pereza, la ira, la envidia y la soberbia. En el caso de la avaricia, hablamos de un pecado de exceso. Estos incluyen deslealtad o traición deliberada, especialmente para el beneficio personal. Es la búsqueda y acumulación de objetos, robo y asalto, especialmente con violencia.

A veces tenemos la sensación de que los hombres cada vez quieren para sí más bienes materiales, lo que nos hace perder el sentido de la realidad hasta el punto de que, a veces, nos hace sufrir por la obsesión de adquirir nuevos bienes. Para algunos psicólogos expertos, el motivo por el que tenemos este sentimiento es por el miedo a no acumular lo suficiente en el futuro. Esto hace que, lo que posees en el presente, tampoco se disfrute.

Quienes tienen muy desarrollado el sentimiento de avaricia, corren el peligro de distorsionar la realidad, lo que les impide en ocasiones conectar a nivel emocional con los demás. Sin embargo, no son pocos los expertos que consideran que siempre que el ser humano cuente con unos principios éticos, su nivel de avaricia no le llevará a perder el control: “Una cosa es superarte a ti mismo y otra es escalar pisoteando al de al lado”, afirman.

No está demostrado, pero muchos expertos sostienen que la avaricia forma parte de nuestra naturaleza como hombres. Una idea que otros rebaten bajo el argumento de que es una sociedad cada vez más consumista y unos medios de comunicación que nos inoculan el veneno de la publicidad de manera constante, los factores que ha convertido a los humanos en seres más egoístas.

¿Es cierto que quién más tiene más quiere?

“Cuanto más tiene, más quiere” es una expresión coloquial en nuestra lengua aplicable a determinadas personas. Sin embargo, lo que más mueve al individuo a la hora de anhelar y adquirir bienes materiales es tener más que otras personas de nuestro entorno. Una manera de paliar nuestro sentimiento de envidia, que por cierto es otro pecado capital.

Todo ello nos lleva a tener más bienes de los que realmente necesitamos para vivir con dignidad y convertirnos en esclavos de las modas y de nuestros miedos a no tener, o tener menos pertenencias que los demás. Al final, es una cuestión de poder. A veces, este ansia les hace cometer incluso delitos con tal de alcanzar su objetivo.

Hay estudios que demuestran que las personas avariciosas suelen ser más proclives a desarrollar problemas de ansiedad, depresiones y problemas de adicciones. Por ello, es mejor recurrir a una de los refranes más veraces y certeros para curar esta ansiedad. Eso de... “No es más feliz quien más tiene, sino el que menos necesita”.

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