Rafael espera que la visita del Papa a Japón haya removido conciencias en el país nipón: "Les falta humanismo"

En declaraciones a COPE.es, Rafael se ha mostrado sorprendido por el eco que ha tenido en los medios de comunicación japoneses la visita del Sumo Pontífice

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Rafael vive con su familia en Japón desde hace diez años junto a su mujer y sus dos hijos. Él es de nacionalidad mexicana, mientras que su pareja es peruana. Sus hijos ya han nacido en el país nipón. El motivo que les llevó a la otra punta del mundo fue un doctorado, que ha permitido a Rafael ejercer como profesor en la Universidad de Kioto, ciudad en la que vive desde hace cinco años.

Una década después y tras mucho esfuerzo, Rafael domina el idioma, al ser condición indispensable para trabajar: “Tengo un buen nivel de japonés, el N-2, que es el mínimo requerido para trabajar en una empresa”, explica en COPE.es

Como no puede ser de otra manera, ha estado muy pendiente de la visita del Papa, casi cuatro décadas después de que un Sumo Pontífice pisara por última vez el país asiático: “Para mi fue una gran alegría y un orgullo la visita, al ser el máximo representante de lo que creo. También ha sido muy bonito que más gente se hayan interesado por el catolicismo, nuestra creencia y nuestra Fe”.

De hecho, los medios de comunicación japoneses se han volcado con este acontecimiento, incluida la televisión pública nipona, en un país donde el budismo y el Sintoísmo son las religiones dominantes: “Se ha hablado mucho de catolicismo estos días. No me esperaba esta cobertura”, confiesa Rafael.

El catolicismo apenas representa el 0,5% de la población japonesa, y de ese porcentaje la mitad son extranjeros. Por ello, la llegada de Francisco ha sido muy positivo: “A los japoneses les gustan los valores católicos, les llama la atención pese a desconocer la parte religiosa de nuestras creencias, pero las escuelas o universidades católicas están bien vistas aquí”.

En la misa multitudinaria celebrada en Tokio, Francisco advirtió del riesgo de "aislamiento social" que se da en países desarrollados como Japón debido al "consumismo", "la competitividad" y "la búsqueda frenética de la productividad". Un mensaje que no ha extrañado a Rafael, dado el consumismo que impera en el territorio: “Cuando llegué a Japón hace diez años me sorprendió ver a tanta gente con bolsas y bolsas de compra. Les gusta mucho las marcas y el materialismo, pero no existen muchas desigualdades, es un país bastante homogéneo. Aunque hay gente que vive en la calle, la gran mayoría de la población pertenecen a la misma clase”.

Nuestro protagonista ha afirmado que a los japoneses les beneficiarían una mayor implantación de los valores cristianos, sobre todo en cuestiones como el perdón: “Lo que más necesita Japón es entender de nuestros valores el perdón. Es un país donde si cometes un crimen no existes para la sociedad. Si tienes un miembro de tu familia en prisión, el resto de los integrantes también caen en desgracia. Les falta humanismo”, reflexiona Rafael.

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