Un cuaderno de viaje

Revista EcclesiaJavi Prieto

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La imagen del viaje es un hermoso recurso literario para hablar de aprendizajes, de progresos personales, del hacerse que supone la vida de cada uno. Nuestro viaje se compone de etapas y cada jornada tiene una duración y una experiencia distinta. Necesitamos de todas ellas para componer nuestro cuaderno de bitácora. Por eso, no podemos arrancar las hojas o dejarlas en blanco, ni siquiera cuando los peligros del camino o las caídas nos inviten a borrar etapas de nuestra memoria.

Ninguno esperábamos vivir una pandemia internacional: noticias plagadas de muerte, miedo, desesperación, dificultad. Pero también de búsqueda, de esperanza, de cooperación, de creatividad. Esta etapa es parte de nuestra vida, de una forma particular y distinta. En estos meses hemos hecho camino. De una manera distinta a la que esperábamos y llena de dificultad para muchos, pero hemos andado, hemos vivido.

Por eso ahora es buen momento de sentarse a pensar qué nos ha enseñado esta etapa. ¿Cómo aprendimos a levantarnos? ¿En que forma recuperamos la ruta perdida? ¿Qué nos permitió vadear el río que parecía imposible de cruzar? ¿Dónde encontramos alimento cuándo no parecía haber nada abierto?

Estas preguntas figuradas las podemos aplicar a muchas dimensiones de nuestra vida: la familia, la salud, el trabajo, la fe. Ahora es tiempo de poner en claro las respuestas. Incluso de hacer el esfuerzo de ponerlas por escrito y aclarar lo que hemos aprendido en este tiempo. La experiencia necesita de la asimilación para que cale hondo, de lo contrario pasará como el recuerdo de una pesadilla.

Busquemos un tiempo y un espacio propicio, regalémonos el sosiego de escuchar el eco de estos meses. Aunque no estemos muy acostumbrados, atrevámonos a hacer el esfuerzo de recordar, de reflexionar y de extraer conclusiones para que lo que hemos pasado sea un verdadero aprendizaje.

Javier Prieto
Seminarista de la Diócesis de Zamora
@Javi_PrietoP

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