Libres y obedientes, por Javier Prieto

Revista EcclesiaEcclesia

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La semana pasada hablaba con Rosa Ruiz (@rosaruizarmi) en Twitter sobre si la obediencia se opone a la libertad, o si más bien hemos llamado obediencia a lo que no lo es. Un tema más crucial de lo que pensamos para los cristianos.

¿Qué es obedecer? Si nos fijamos en la experiencia, entendemos obedecer por cumplir con pulcritud una norma o indicación. Sin embargo, ¿eso no es ejecutar? Quien aplica acríticamente una disposición de un superior o de una autoridad no está siendo obediente, está ejecutando una orden. No hay libertad ni responsabilidad, y por tanto no hay obediencia.

Obedecer lleva en su raíz el verbo "audire", escuchar. La diferencia entre oír y escuchar es la conciencia, quien escucha hace suyo lo escuchado, de igual forma quien es obediente. La obediencia conlleva pasar por el corazón una disposición.

El obediente asume como propia la acción que lleva a cabo, la hace suya desde su libertad y por tanto responsable. Sin embargo, vivimos bajo la tentación permanente de la obediencia ciega, el cumplimiento sin responsabilidad. Educar en la obediencia verdadera es un ejercicio de responsabilidad, discernimiento y libertad. Dios no nos quiere sumisos a su voluntad, quiere la hagamos nuestra, eso es obedecer.

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