Cuando el mensaje no llega

Revista EcclesiaAuxi Rueda

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Esta semana aparecía en televisión una chica de 21 años, a quien entrevistaban en plena calle para que diera su opinión sobre las restricciones nocturnas y las fiestas ilegales. Varias veces repetía, para estupefacción de los comentaristas, que los jóvenes tenían todo el derecho del mundo a divertirse, que ya los habían tenido demasiado atados en verano y que "es normal que los chavales queramos salir y pasarlo bien". Aseguraba también estar convencida de que, si no se había contagiado ya, con todas las fiestas en las que había participado, era muy difícil que se contagiara ahora. Eso sí, también desveló que sus abuelos son muy mayores, y que uno de ellos incluso vive dependiente de oxígeno.

Esta entrevista, que se ha hecho viral por la falta de responsabilidad de su protagonista, no es más que una muestra del sentir de una buena parte de la población, ajena a la gravedad de la situación por la que atravesamos. Y preocupa esa falta de toma de conciencia, puesto que incita a tomar comportamientos completamente reprochables. En este caso no hablamos de negacionismo, sino de falta de empatía con el sufrimiento ajeno.

Entonces, ¿qué está pasando? Simplemente que falla la cadena de transmisión comunicativa, pues el mensaje no está llegando al receptor. Y la clave, tal vez, es que no se esté utilizando el medio adecuado para ello.

De poco nos sirve que se dedique el 85 % del contenido de un informativo de televisión a la pandemia. De nada sirve que en ellos se incluyan impactantes entrevistas a enfermos, visitas a UCIS, o imágenes de entierros (pocas se emiten, todo sea dicho). De poco sirve que se dediquen programas especiales, entrevistas en radio, o suplementos y portadas grandilocuentes en diarios. Al final, los medios clásicos de comunicación quedan restringidos a un sector de la población muy acotado, a quien la información que aquellos le proporcionan le sirve para que tome las medidas de prevención necesarias.

Pero, ¿qué pasa con el resto de los ciudadanos que no son consumidores habituales de esos medios? Personas que dedican su tiempo libre a series de Netflix, películas de Amazon Primer Video o HBO, coreografías de Tik Tok o vídeos de gamers en Youtube. No les llega el mensaje, se rompe la cadena, y su información queda reducida a las conversaciones sociales, si es que llegan a tenerlas. No conocen de primera mano la dolorosa realidad que vivimos, ni sus consecuencias no sólo sanitarias, sino económicas y sociales, que al final nos afectan a todos en mayor o menos medida.

Por eso, no me resultó extraño cuando escuché a Fernando Simón solicitar ayuda a los influencers. Quizá ellos son la clave para transmitir ese mensaje por los nuevos canales de comunicación. Quizá es hora de dejar de quejarnos por la irresponsabilidad de una parte de la población juvenil, y centrarnos más en hacer que sean plenamente conscientes de lo que pasa. Porque mientras no encaucemos ese mensaje, mientras no seamos capaces de golpear conciencias a todos los niveles, seguiremos minimizando los problemas. Es tiempo de quitar filtros y de salir al encuentro. Nos jugamos mucho.

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