Adviento 2020

Revista EcclesiaJosé Antonio Rosado

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Tras pasar una Cuaresma y una Semana Santa online, confinados, haciendo de nuestras casas auténticas iglesias domésticas y de nuestros televisores improvisados altares, llegamos a este Adviento previo a la Navidad con la libertad de salir, de estar cerca ?pero no mucho? de quienes no pudimos ver durante semanas, algunos incluso meses.

¿Cómo será este Adviento? Muchas son las cosas que deberemos cuidar: nuestra fe y nuestra manera de preparar la Navidad desde luego, pero lo que deberemos promover tras las lecciones de aquellos días de marzo y abril es no dejar a nadie solo ni en el olvido. La pandemia nos deja muchas lecturas personales y comunitarias, y la más importante, para mi, es reforzar la empatía. Lo estamos comprobando: si yo no me cuido y si no cuido a quien está junto a mí, todo será en vano y todos nos iremos a la deriva. Este Adviento debería servir para la oración y la acción pensando en quien está enfermo, en riesgo, solo sin nadie con quien hablar y nadie a quien su vida le preocupe. Debería ser un tiempo para llamar, para visitar, para hacer por esa persona lo que no puede por salud o por la cuestión que fuese. Pensemos en María, embarazada, a pocas semanas de traer a esta tierra al Salvador del mundo. ¿Qué haríamos por Ella? Visitarla, llamarla para prestarnos a lo que necesitase, preocuparnos por su salud y su ánimo, llevarle algún detalle para Ella y para El Niño que pronto nacerá, pasar tiempo pensando en Ella y en qué podría necesitar para su bienestar…

En fin, estas y otras muchas actitudes son las que debemos ir poco a poco, en estas próximas tres semanas, trabajando. Estar con quienes más lo necesitan. Son muchas las personas de Iglesia, con decenas de organismos eclesiales que trabajan en este sentido durante todo el año. Quizá esta situación de pandemia nos haga plantearnos nuestra labor social y fraternal como cristianos comprometidos. Pensemos en ello. Recémoslo.

¡Feliz Adviento!

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